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28/1/11

Payola para el Ministro

El Embajador y Carlos lo acribillaron a preguntas

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Aunque la gente cree que sí, yo no soy muy patriota, que digamos. No creo en las divisiones geográficas, políticas, religiosas y étnicas porque, tal y como le enseñó la mamá a Khan, el chico con problemas mentales de la película hindú Mi nombre es Khan, sólo existen dos tipos de personas: las buenas y las malas. Y para ser de un bando o de otro no es necesario haber nacido en un punto específico del planeta. Pero hace unas semanas me sentí orgullosa de que, por lo menos nuestro ministro de Medio Ambiente, Jaime David Fernández Mirabal, demostrara que conoce muy bien su país (malaya sea) y que así se lo hiciera ver a personalidades importantes que muchas veces nos ven como lo que muchas veces proyectamos ser: una linda república bananera. ¿Que a una le parezca que las autoridades de Medio Ambiente la cagan de vez en cuando? Es verdad, que ejemplos hay: no explicar toda la verdad sobre la Cementera; la inactividad en cuanto a resolver el problema de la contaminación provocada por la explotación de las minas en Cotuí o permitir que construyeran el trapo de centro para visitantes de Valle Nuevo detrás de Las Pirámides.

Pero na. Obviando los rencores, esta payola es para Jaime. Hace un tiempecito me di cuenta que Jaime distaba un poco del perfil del político dominicano cuando, en los recorridos que debemos hacer con el ministro (porque nos mandan del trabajo), en los montes más montes Jaime se le para a una al lado, señala cualquier planta o bejuco y dice: Mire, Yaniris, esa es una guayaba cimarrona, sirve para esto y aquello, se da de esta forma, así, asá... O tenga cuidado, Yaniris, que esa mata, que se llama Guao, le puede provocar picazón si la toca. Y así mismo habla de flora, fauna, cuevas, reforestación, cambio climático, fuegos forestales, situaciones... Sin dársela, sólo conversando. Es más, cuando inauguran un sendero monte adentro, por ejemplo, Jaime no se queda en la caseta como hacen los funcionarios que se creen gran cosa. El hace el recorrido con todo el mundo, no es allantoso ni se la da en vainas: si hay que enlodarse, se enloda; si hay que mojarse, se moja; si hay que sembrar, siembra; si hay que caminar, camina; si hay que sudar, suda.  Si una viaja con Jaime, además de aprender puede preguntarle lo que sea sobre el sitio o el tema que motiva el encuentro y él responde como lo haría cualquiera de los técnicos de Medio Ambiente, que dicho sea de paso saben muchísimo y son muy gentiles y atentos con la prensa (je). 
Pos bien. Hace unas semanas volábamos en helicóptero desde Santo Domingo hasta Pedernales: Jaime; el embajador español en República Dominicana, Diego Bermejo; el director técnico de Cooperación Española, Carlos Cano; el coronel Agramonte (técnico de Medio Ambiente) y una servidora, a la inauguración de unos proyectos construidos en el Sur con el apoyo de España. El embajador y Carlos acribillaron a Jaime con preguntas. Todo lo que veían les provocaba hacer una pregunta (muy bien).

Y cada vez que Jaime les explicaba con lujo de detalles cada cosa que se veía en el fondo: el nombre, tamaño, uso y situación de los ríos y embalses o de las zonas protegidas; los grupos económicos más influyentes en tal línea de playa o en tal punto; lo que se da en cada pueblito (nombres incluidos); cuáles eran zonas vulnerables y por qué; la flora y fauna de cada trocito, el origen e historia de cada lugar, los problemas pendientes con los campesinos, etcétera, etcétera, yo decía por dentro: ¡Guao!
De vez en cuando Jaime cortaba la conversación, se alarmaba y decía: Agramonte, fíjese allí donde hay humo, averígüeme eso y envíe una brigada a inspeccionar; Agramonte, veo un claro en la loma tal, a tantos metros del sitio tal, están sembrando en un área protegida. Y seguía con las explicaciones.
No me acribillen. Les advertí. Es una payola para Jaime. Y que conste que no tiene nada que ver el hecho de que la conciencia me remordiera un poco porque ese mismo día habíamos publicado en el Listín que Greenpeace le estaba reclamando al país que participara en la próxima reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que no fuéramos tan tacaños, caramba. Pero respiré aliviada cuando Jaime me dijo que, por haber salido tan temprano, aún no había leído los periódicos de ese día…

26/1/11

Ubiquemos a Duarte

¿Sabes en qué punto del país se encuentran estos monumentos a Duarte?

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Duarte, presente en todas partes

Las más importantes infraestructuras y creaciones dominicanas llevan su nombre: la autopista más larga, el centro olímpico, la plaza de la cultura, la arteria comercial por excelencia. Puentes, parques, bibliotecas, museos, una provincia, calles y monumentos forman en su conjunto una enorme ruta duartiana que mantiene vivo el legado y la imagen del Padre de la Patria a 198 años de su nacimiento.
En la ciudad, en los pueblos más escondidos o en los patios de estudios, Juan Pablo Duarte (1813-1876) no es sólo símbolo de libertad, patriotismo, valentía y honradez. Es también una fuente de inspiración artística.
Lástima que la mayoría de las esculturas (bustos, monumentos y relieves) que pueblan el país en su memoria no lleven el nombre del escultor que les dio forma.

¿Dónde está Duarte?
Juguemos y aprendamos. Juguemos a encontrar el punto exacto donde posa Juan Pablo Duarte en estas fotografías. Algunas figuras resultarán familiares porque forman parte de los sitios más visitados de la ciudad. Otros, sobre todo para los capitaleños, representarán verdaderos descubrimientos. Es un homenaje al sentir patrio de los dominicanos y una invitación a la exploración cultural y a la búsqueda de los muchos otros Duarte que, por falta de espacio, no figuran en la página.

21/1/11

En tiempos de hambre, hasta los mampeté son lindos

“Los mampeté hieden. Antes la gente no se los comía. Son los pecao más feos”. (Ariel)
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Sospecho que Ariel Espinal, un chico de Las Malvinas, no ha visto muchos peces raros en su vida. Para él, los más feos son los mampeté, que abundan en el Ozama.
Y eran, para colmo –me dice –, los primeros que los pescadores devolvían al agua cuando se les enganchaban al anzuelo. Porque, además, a sabiendas de que no los querían, de que los despreciaban, los mampeté eran los primeros en pegarse al anzuelo. Pero ya no los devuelven al agua. No, señor.
La crisis también llegó al río y los mampeté (no sabemos si saben que no es bueno para ellos) ahora forman parte del exquisito gusto de los pescadores.
“He visto gente pescándolos, cuando antes los botaban”, confirma Ariel. Ah, filosofarán por ahí: en tiempos de hambre, hasta los mampeté son lindos. Lástima que el cólera (las autoridades prohibieron la pesca y el baño en el río capitalino) les aguara la fiesta tan pronto...

19/1/11

¡Ya están aquí! (2) Regulaciones

Los precios en Samaná rondan los 40 y 50 dólares, pero hay agencias que ofrecen el tour completo (trasporte, observación y almuerzo en Cayo Levantado) por menos de RD$3,000.

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El trabajo del biólogo Peter Sánchez como administrador del Santuario incluye crear las regulaciones de observación de ballenas y procurar su cumplimiento, dar entrenamiento a los capitanes de las embarcaciones y coordinar los monitoreos y las investigaciones científicas que se realizan en el santuario.
Incluimos algunas de las regulaciones que deberán ser tomadas en cuenta:
-- Al momento de pagar los 100 pesos por derecho a la observación de ballenas, al visitante se le colocará un brazalete, con el fin, informó Medio Ambiente, de “ir transparentizando las visitaciones a esta área protegida”.
-- La cantidad de licencias que se otorgan al año a los operadores de barcos está congelada en 43.
-- Está regulado el acercamiento de las embarcaciones a los animales, que debe ser 80 metros de distancia entre el barco y el animal si se observa una ballena con su cría, y 50 metros cuando hay un adulto o un grupo de adultos sin una cría. Eso puede variar en el momento de la observación si es el animal el que se acerca a la embarcación, dice Sánchez, como suele ocurrir.

-- El tiempo de observación está limitado a 30 minutos por grupo de ballenas. “Con esto estamos evitando que asedien al animal, que pasen el día completo con un grupo de animales”, explica Sánchez. Por esta misma razón, y para que la ballena no se sienta acorralada, sólo tres embarcaciones pueden observar ba- llenas al mismo tiempo, sin importar el tamaño de la embarcación.
-- Las embarcaciones que estén en línea de espera para observar ballenas deben permanecer a 250 metros del grupo de embarcaciones que están observando ballenas.
-- La temporada abarca 75 días: del 15 de enero al 30 de marzo.
-- La observación de ballenas está autorizada de 8:00 de la mañana a 4:30 de la tarde, una hora prudente para que los turistas que llegan en masa desde otros puntos del país regresen con tiempo a sus destinos y para que las ballenas queden libres, “sin gente que las esté sofocando u hostigando”, explica Peter Sánchez.
Muchas de estas regulaciones, señala, son utilizadas en otros países que realizan observación de ballenas. El hecho de regular las licencias, dice, es ya una ventaja con relación a países como Sudáfrica, donde no existe esta norma y cientos de embarcaciones salen a las aguas por las ballenas.

Unas 300 visitas en fechas pico
Las visitas por día al Santuario Marino rondan los 350 visitantes en fechas pico. En los últimos tres años, el 60 por ciento de los visitantes ha sido extranjero y el 40 por ciento, local. “En el 2009 tuvimos casi 26,000 visitantes y en el 2010 casi 28,000; este año esperamos llegar a las 29,000 ó 30,000 visitas. Vamos rumbo a eso”, opina Sánchez.

Horarios
La observación de ballenas está autorizada de 8:00 de la mañana a 4:30 de la tarde, una hora prudente, dice Sánchez, para que los turistas que llegan en masa desde otros puntos del país regresen con tiempo a sus destinos y para que las ballenas queden libres de hostigamiento a partir de esta hora.

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¡Ya están aquí! (1)

¡Ya están aquí! (1)

Comenzó en el país la temporada de observación de ballenas jorobadas, los cetáceos más carismáticos del océano

Yaniris López

Para ellas, originalmente, fue creada el área protegida más grande de República Dominicana, el Santuario de Mamíferos Marinos del Banco de la Plata, Banco de la Navidad y Bahía de Samaná, con una extensión de 33,000 kilómetros cuadrados. Y aquí están, como cada año, de vuelta a casa. Llegaron para, como dice el viceministro de Áreas Protegidas y Biodiversidad, Bernabé Mañón, aprovechar las aguas cálidas de la costa norte del país para enamorarse, aparearse, parir y amamantar a sus crías.
Este año, la temporada de observación de ballenas jorobadas, abierta desde el 15 de enero e inaugurada oficialmente el pasado lunes, trae nuevas regulaciones y una novedad: la inauguración de un observatorio terrestre en Punta Balandra.Con un promedio de 26,000 y 27,000 visitas por año en los últimos tres años, la proyección para este 2011 es que unas 30,000 personas se acerquen a observar a los cetáceos más carismáticos del océano, estima Peter Sánchez, administrador del santuario marino. La gente y las aguas de Samaná están listas para recibirlas.

Aquí nacen los ballenatos
Las ballenas no paren en el Atlántico Norte porque las crías “no tienen grasa suficiente para aguantar el frío y morirían”, explica Sánchez. Los ballenatos toman alrededor de 50 galones de leche a diario y aumentan alrededor de 100 libras cada día.
“La consistencia de la leche de la ballena es parecida al yogur, es muy grasosa”, señala el biólogo. Una cría de ballena mide al nacer entre 12 y 13 pies y pesa entre 2,000 y 3,000 libras.

Un observatorio terrestre para ver a las jorobadas

Junto con la inauguración de la temporada de observación de ballenas jorobadas, el Ministerio de Medio Ambiente dejó en funcionamiento un observatorio terrestre ubicado en Punta Balandra. Es perfecto para las personas que no vienen a observar las ballenas por temor al mar, dijo el ministro de Medio Ambiente, Jaime David Fernández Mirabal.
Las autoridades de Samaná esperan que alrededor del observatorio surja una industria local que favorezca a los habitantes de Punta Balandra, en Samaná.
“Este observatorio terrestre de ballenas es un símbolo de esperanza. Es una forma de proteger ese nido de amor de las ballenas, de nuestros mamíferos marinos, porque no sólo vienen ballenas”, dijo Fernández Mirabal.
El ministro destacó el apoyo de las alcaldías de Samaná y Las Galeras, de la comunidad y de los dueños y operadores de botes en la ejecución del proyecto, y anunció que el 30 por ciento de los beneficios generados por la observación de ballenas este año será destinado a una obra de la comunidad.

Costos y cómo llegar
Subir hasta el observatorio este año es gratis, informa Peter Sánchez, administrador del santuario marino, pero a partir de la próxima temporada se cobrará una pequeña cuota que servirá para mantener el espacio. La infraestructura fue construida en Punta Balandra, explica Sánchez, porque se estima que el 80 por ciento de las ballenas que nos visitan ha sido visto en sus alrededores.
Para ir al observatorio, tome la carretera Samaná- Las Galeras. Una vez recorridos 14 kilómetros, un letrero le indicará la entrada al sitio, al que se llega a través de un escarpado sendero de unos 250 metros. Ah, no olvide llevar binoculares.

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¡Ya están aquí! (2)
Regulaciones para ver a las ballenas

16/1/11

Ecoturismo responsable

RESPETAR EL MEDIO AMBIENTE IMPLICA SEGUIR REGLAS BÁSICAS DE CONVIVENCIA

Yaniris López

La primera vez que Felixiana Espinal Miguel subió al pico Duarte, motivada por su papá, tenía 12 años. A tan temprana edad ya había conquistado lo que a muchos dominicanos les cuesta toda una vida: alcanzar los 3,087 metros de la montaña más alta de las Antillas.
Aunque no era su primera experiencia ecoturística, una pasión que le viene de familia (su papá, Félix Espinal, ha subido 18 veces el Pico), lo que allí vio y vivió marcaron su futuro oficio vocacional. ¿Qué le impresionó de aquella primera gran aventura? “El clima más que otra cosa, los árboles, la gente, estar frente a la estatua (de Juan Pablo Duarte) y mirar ese panorama en un giro de 360 grados desde allí arriba. Es algo maravilloso que he seguido haciendo”, dice Espinal. En ocasiones se queda en los alrededores, en el Valle del Tetero, en Macutico, pero es una asidua visitante de la zona.
Contadora de profesión, mientras cursaba un master en Medio Ambiente que le permitió recorrer todo el país, Felixiana comenzó a organizar viajes para grupos y así nació Breaking Tours, con un primer viaje a la isla Saona en febrero de 2006. Allí no hace un trabajo convencional. Su modo de hacer ecoturismo dista mucho de explorar un sitio sin rigor.

Es una defensora a rabiar del medio ambiente y lo mismo alaba un destino como critica el comportamiento de muchas personas que, aun llamándose ecoturistas, no respetan la naturaleza ni los espacios a los que arriban.
Por eso, Felixiana ha aceptado ofrecer a los lectores viajeros, a propósito de que las visitas al pico Duarte se incrementan este mes, algunas recomendaciones para hacer un ecoturismo responsable y de respeto al medio ambiente no sólo en este destino, sino en todos los que nos toque disfrutar de la geografía nacional.

La comunidad, una pieza clave
Espinal considera que la comunidad que sirve de anfitriona al destino que se visita debe ser una prioridad de los viajeros. Eso implica, por ejemplo, que en un viaje a la isla Saona prefiera obviar el primer punto, Catuano, y llegar hasta el poblado de Mano Juan, mucho más alejado, para que los ecoturistas y estudiantes conozcan su gente y sus programas de conservación de tortugas y les compartan cómo sobreviven en una área protegida.
“Los peligros son mayores cuando existe un fuerte contraste entre la opulencia de los turistas y la pobreza de las comunidades anfitrionas”, dice Espinal.

Acciones para evitar riesgos ambientales
Las personas que hacen ecoturismo por cuenta propia o aquellas que recurren a las pequeñas agencias ecoturísticas para visitar los atractivos del país inciden en el medio ambiente y sus acciones pueden mejorarlo o destruirlo.
“Las agencias han surgido por la necesidad de la gente de conocer el país, algo en lo que ha ayudado mucho Medio Ambiente con la promoción, pero las agencias tenemos que conocer el lugar, su flora y fauna, saber cuáles zonas son delicadas o cuáles son importantes cuencas acuíferas para tener control del manejo de los desechos y de las actividades”, dice al respecto Felixiana Espinal, guía y fundadora de Breaking Tours.

Según Espinal, hay grupos que se comportan y otros no, por lo que estas empresas deben tomar en cuenta la cantidad de personas que llevan y el tipo de actividad que realizarán.
“Si estás en un área frágil y de vientos, no hagas una fogata porque puedes provocar un incendio; ¿cómo es posible que si vas al pico Duarte a escuchar los sonidos de la naturaleza encuentres una radio encendida con un reguetón todo el día y que nadie haga caso cuando les pides que bajen un poco la música?”, explica Espinal.
Es cuestión de educación, señala, y advierte que otros temas que deben manejarse con mucho cuidado en las excursiones son el de las bebidas alcohólicas y la basura.

Sugerencias
Entre las recomendaciones para mitigar el impacto de los visitantes en las áreas protegidas, Espinal sugiere limitar el uso de visitantes en la totalidad del área protegida, limitar la duración de la estancia, promover el uso de otras áreas, cobrar tarifa fija a los visitantes, dificultar el acceso a todos los parajes naturales sensibles y prohibir la acampada o el uso de caballos en ciertas zonas.
También prohibir los viajes fuera de los senderos trazados, separar a los diferentes tipos de visitantes, fomentar el uso fuera de los períodos de mayor frecuentación de personas, prohibir el uso cuando el impacto potencial del área sea elevado, prohibir prácticas o equipos dañinos, alentar o exigir ciertos comportamientos que no afecten las áreas, enseñar una ética de la naturaleza, informar a los visitantes sobre los usos adecuados del área natural y sus posibles condiciones.

Recomendaciones para mantener los espacios
Para evitar los riesgos ambientales y asegurar el uso y mantenimiento seguro de los espacios de visitación, Espinal propone la creación de senderos, establecer las zonas de acampada en espacio no vulnerables, disposición de basuras, aglomeraciones, impactos de los animales de carga, residuos humanos, perturbación o deterioro de la vida silvestre.
Es recomendable evitar los conflictos entre usuarios, la contaminación del agua (física y biológica), la pérdida del hábitat, la recolección de leña, los efectos visuales y ruidos, las emisiones que contaminen el aire, efectos en la vegetación, riesgo de incendios, daños a los yacimientos arqueológicos y extracción de recuerdos (flora, fauna, etc.).

11/1/11

El parque Duarte de Padre Las Casas

Dicen las buenas lenguas que el parque Duarte del municipio Padre Las Casas, al norte de Azua, es uno de los más lindos de provincias. Se ve cuidado y ofrece mucha sombra. Los árboles viejos de copa ancha y troncos robustos reinan arriba, mientras las palmitas, los crotos y setos verdes, abajo. Una fuente coronada por una sensual sirena alegra la vista en un rincón y compite con el busto de Duarte, que esta vez no se lleva todas las miradas. En los espaldares de algunos bancos se pueden leer los nombres de sus donadores.

Con piso adoquinado, se nota que es un parque con buena vibra. ¿Han escuchado que donde hay malas energías no se dan los árboles ni florecen las matas? Eso no ocurre aquí. La muestra es que los gallos y gallinas pasean a sus anchas sin temor a ser cazados, las lámparas no están enrejadas (como han hecho en otros parques para evitar el saqueo) y los racimos de un platanero crecen y engordan ante la vista de todos. ¿Quién se los come, al final? ¿Los repartirán? Puede ser que tanto respeto se deba a que en un costado del parque se encuentra la Inspectoría de la Policía Nacional de Padre Las Casas. Bah, eso qué importa, es un parque bonito, acogedor, sombreado. Un parque como deberían ser todos los parques…

6/1/11

La inspiradora anacahuita


De todos los árboles que crecen en suelo dominicano, ninguno es tan bucólico como la anacahuita (Sterculia apetala). Tiene algo esa mata que obliga a fijarse en ella. Si fuera necesario darles a las plantas alguna cualidad, la elegancia sería para la palma y el pino y la belleza para el framboyán, la jacaranda y la cañafístula cimarrona. El roble inspira rectitud y la ceiba y el álamo se quedan con la frondosidad. Pero la anacahuita puede ser todo eso y, además, bucólica. Una la mira y le da con soñar.
Si la vemos de repente, la mente viaja por instinto al jardín japonés del Botánico Nacional y obliga al cuerpo a sentarse sobre la yerba o sobre una piedra, dichoso de contemplarla, dichoso de, por unos segundos, sentirse libre y capaz de hacer poesía. Para los que alguna vez la maroteamos, llega también la imagen de la tostadera y comedera de sus semillas con todo y las manos llenas de minúsculas espinitas. Tardan años en ponerse tan grandes y tan lindas, es cierto. Muchísimos. Por eso no se ven por todos lados. Pero vale la pena verlas crecer y hacerse viejo con ellas sólo para contemplar el hermoso espectáculo de sus formas.

5/1/11

La Gran Laguna

Un refugio de vida silvestre al norte de Nagua, entre los ríos Bacuí y Boba, adecuado para actividades de recreación 
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Yaniris López
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La Costa Verde hace honor a su nombre incluso en las aguas de sus embalses.
En el refugio de vida silvestre La Gran Laguna o Perucho, al norte de la ciudad de Nagua, el verde claro de las palmeras y el verde oscuro de los mangles que rebotan en las aguas del lago y de la playa llenan las pupilas con este color.
Son 15.4 kilómetros (una franja marina de 5 kilómetros y una zona terrestre de 10.4) de humedales costeros entre la desembocadura de los ríos Bacuí y Boba que terminan formando una hermosa albufera frente al océano Atlántico.

Ecoturismo 

El área protegida, creada por decreto 309-95 en diciembre del 1995, fue recuperada por el Ministerio de Medio Ambiente y abierta al público a mediados del 2010.
Los vecinos de las comunidades cercanas esperan que se convierta en un completo centro ecoturístico donde se ofrezca al visitante, además de los actuales paseos en bote: observación de aves, cabalgatas y servicios de bar y restaurante.
Por el momento, hay mucho que contemplar y poco que hacer aquí: el plan perfecto para el viajero que sólo busca entregarse al placer que brinda la naturaleza en su estado puro.

Entre dos ríos y frente a la costa 
Con el río Bacuí al norte y el Boba al sur, la Gran Laguna de Boba, como también se le llama a Laguna Perucho, es uno de los principales rincones ecológicos de la provincia María Trinidad Sánchez que merecen ser tomados en cuenta en la ruta turística de la Costa Verde, que incluye atractivos como el Monumento Natural Cabo Francés Viejo, las playas de Cabrera y Nagua, el Saltadero, la laguna Gri-Grí (en Río San Juan) o El Dudú.
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Para llegar: tome la carretera Nagua-Cabrera hasta el poblado Los Naranjos y avance 400 metros hacia el este.

3/1/11

Panecicos, ricos panes criollos

¿Han probado el panecico? Es un pan hecho a base de yuca muy famoso en muchos pueblos dominicanos. En el Sur le dicen chola, en otros lugares bobote. Estos de las fotos se hornearon en el negocito de Miguel Rodríguez ubicado en La Guajaca, San José de las Matas (Sajoma), en la carretera Santiago-Sajoma, a unos 31 kilómetros de la Ciudad Corazón. Miguel los cocina con anís, chicharrón y caldo de pollo y los envuelve en papel de aluminio. En otros sitios los envuelven en hojas de plátano. Preparada la masa, los panes envueltos se colocan sobre la plataforma de un horno y se les deja cocinar entre una y dos horas. Son ricos y de apariencia transparente. Por la cantidad de gente que se para en la carretera a preguntar por ellos y a comprarlos, parece que son muy demandados. Ah, es que también son muy baratos. Uno entero cuesta 40 pesos.

Pobre Colón: está lleno de mierda

Es el monumento más fotografiado de la ciudad
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Una pregunta indiscreta: ¿a quién le toca limpiar los monumentos de la ciudad? ¿A Patrimonio Monumental, al Ayuntamiento? Bueno, no importa. Si las estatuas hablaran, seguro que ésta de Cristóbal Colón echaría pestes: está toda llena de mierda. Las palomas del parque Colón hacen y deshacen sobre él. Es el monumento más fotografiado de la ciudad, porque la plaza Colón es el punto de la Zona Colonial más visitado por turistas y locales (estadística llevada por mí, ejem), por lo que él pensará (el monumento) que, mínimo, merece mejor atención.

Respuesta hipotética de los encargados de limpiar el monumento:

− Verá, entrometida Yalo, la mierda no se ve desde abajo de la escultura, por lo que no hay problemas con las fotos. La mierda sólo se alcanza a ver con binoculares y lentes de cámaras como esa que tomó la foto (la de Jorge Cruz), que tiene miles y miles de megapíxeles. Deje de ser tan alarmosa y dedíquese a escribir sobre cosas más lindas y menos hediondas.

Respuesta real de la Yalo:
− Disculpe, yo no tengo problemas con la mierda. Es mi palabra favorita. Además, es divertido ver a las palomas defecar sobre Colón, usted sabe, el Almirante, el hijo de p… que dijo que nos descubrió. Lo denunciamos para, si es posible, nos regalen las capas de mierda que seguro hay amontonada en la estatua para utilizarla como abono de un pequeño jardín que tenemos en casa…