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26/10/11

Perdón (Novela de una chica ilusa, cap. 12)

La Yalo jura que no lo vio ni lo escuchó. Estaban en lo alto de una loma en la comunidad de Los Taínos, en Guayabal, Azua, a unos 15 kilómetros de Padre Las Casas, esperando una demostración de los bomberos forestales de la zona. En lo que armaban la zanja y la cuestión de la yerba, ella aprovechó para entrevistar a uno de los voluntarios. Entonces vio de reojo que un señor muy mayor, que estaba próximo al grupo, se aleja. Una de las niñas de las que observaban todo sentadas en piedras grandes (qué lindo, el paisaje) le hace señas (a Yalo) para que lo mire. Ella lo ve medio guapo y como no sabe de qué va el asunto le alcanza a decir:
– Disculpe, ¿usted me quería decir algo?
Es común, cuando los fuc… periodistas llegan a un lugar, que los lugareños aprovechen para acercarse y enviar con ellos sus quejas y reproches al gobierno de turno. A veces una no sabe cómo decirles que lamentablemente escribir sobre determinados asuntos en los periódicos depende de muchas cosas, de mucha gente, de ciertas circunstancias, y por eso a la Yalo le da apuros cuando se le acercan suplicándole que le diga al Presidente que por favor no abandone el campo, que mire cómo están, pasando las de Caín; que no le quiten las tierritas, que les dejen sembrar en la loma, que se los está llevando quien los trajo.
Y hay que escucharlos, así una sepa que no puede hacer mucho. A lo mejor eso quería el señor que se alejaba, mandarle a decir dos o tres vainas a Leonel. Y por eso la Yalo se apresuró a preguntarle si le quería decir algo.
Y como todo quedó grabado, ella reproduce textualmente lo que respondió el señor Luis Morillo, todo un personaje en Los Taínos, al volverse:
– No, simplemente cumplía con los principios disciplinarios de saludarle.

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PD. Al parecer, por lo serio que dijo esta frase tan perfecta, tan dibujada, tan de esos tiempos en que la cortesía delataba la educación recibida, él pensó que la Yalo no le había hecho caso e ignoraba su saludo. Y como todo buen campesino orgulloso de la crianza que recibió, se alejaba en busca de mejores cosas que hacer.
¿Y qué hizo la Yalo? Nada, lo que se hace en estos casos: pedirle perdón.

3 comentarios:

Timoteo Estévez dijo...

Andá, esos casos casi siempre pasan, imagínate, ¿qué más podías hacer?

Gigi en Gigilandia dijo...

Ay Yalin.... te sucede de todo.
Me sigue encantando la gente de campo, es franca y muyyy linda.
Un besote gigante

Arismendy De jesus dijo...

Ufff.dificil.