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30/6/15

“Mami, súbete el zíper” (Novela de una chica ilusa, cap. 16)

Hombres. Muchos lo hacen porque saben que una correrá a subirlo, oh vergüenza, y eso les provoca placer. Otros lo usan como ardid para que una los mire, para llamar la atención. Porque se saben ignorados y despreciables y solo de esta forma una mujer posaría en ellos los ojos cuando te dicen, al pasar: “Mami, súbete el zíper”.
Con voz libidinosa, obscena, empalagosa...
Exactamente como me lo voceó un guachi hace rato, en La 27, en plena calle, a unos diez metros de Caribe Tours, con su fusil descansando en el hombro derecho.
Yo lo miré momentáneamente porque ese es el trabajo del infame reflejo. Y vi en sus ojos de lagarto la malicia que acompañó a la frase, su morbosa insinuación. 
Le corté los ojos a sabiendas de que quería burlarse de mí, una mirada breve de vete a la mierda, imbécil; dedícate a vigilar, vago sin oficio; idiota, depravado hijo de...
En medio del insulto mental decidí que no le iba a dar el gusto de que me viera bajar los ojos y subir la mano, rata de alcantarilla, engendro de mente retorcida, degenerado, ¡estúpido! $%&#@&©!
Apresuré el paso y seguí como si nada. Ya en los escalones de la parada llena de gente (día de pago) le hice honor a la naturaleza humana: coloqué discretamente la pañoleta entre la barriga y la pelvis y miré hacia abajo solo para confirmar que, efectivamente, el zíper estaba abierto. De par en par.

27/6/15

La Cueva de los Pescadores (Pedernales)

El paraje se llama La Cueva (Cabo Rojo, Pedernales) pero todos le conocen como el Poblado Cueva de los Pescadores. Y estas son las imágenes prometidas de la cueva actualmente.
Ubicada unos 28 kilómetros al sureste del centro de Pedernales, la historia que siempre nos han contado es que los pescadores se instalaron allí en la década del 60, frente al mar; se repartieron la cueva y separaron y cerraron los espacios con madera, zinc, palos y cartones. Que llegaron a ser más de 30 los inquilinos que allí vivían sin ningún tipo de servicio. Esta historia publicada por Diario Libre en 2007 les muestra cómo era la cueva y la convivencia entonces.
Aunque el ‘paisaje’ dentro y fuera de la cueva resultaba desagradable (al menos para la Yalo), el sitio se convirtió en una atracción por encontrarse frente al pequeño muelle desde donde zarpan los botes que llevan a Bahía de las Águilas y a Isla Beata.
Medio Ambiente desalojó a los pescadores en 2009, levantó a un costado varias casitas en las que viven algunos de estos y habilitó la cima del farallón como un mirador natural. A orillas de la playa funciona un comedor/restaurante/rancheta que brinda servicio a los turistas.
A veces vemos fotos tomadas en los alrededores de este rancho y en el muelle desde donde salen los botes con la etiqueta “Bahía de las Águilas”, haciendo referencia a la playa, pero es una etiqueta falsa. El rancho y el muelle se encuentran a unos 15 minutos en bote de la playa de Bahía; un largo y alto farallón los separa. Según el mapa geopolítico de Pedernales publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) en sus perfiles provinciales, gran parte de la bahía (el sur) no pertenece al municipio cabecera de la provincia, Pedernales, sino a Oviedo.


Las casitas construidas para los pescadores.


22/6/15

¿Qué tiene de especial Bahía de las Águilas?


Yaniris López

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Ni una sola palmera, ni árboles frondosos ni sillones donde tomar el sol. Tampoco se ven señales de las exóticas flora y la fauna que promueven los ecologistas como símbolos del Parque Nacional Jaragua. Sólo se advierte el sol abrasante de un mediodía que se alarga hasta las 4:00 de la tarde y caminos de arena que calientan los pies e impiden caminar.
Sólo se ven cactus, árboles que dejan pasar el sol y matorrales; sólo agua salada y un silencio sepulcral apenas perturbado por el rumor de unas olas minúsculas que se niegan a echar espumas. Es más, dicen que no es una bahía, sino una gran ensenada. Y de ecoturismo ni hablar: la Secretaría de Estado de Medio Ambiente prohibió acampar en la zona el año pasado.
Entonces llegan las preguntas: ¿qué tienen esos siete kilómetros de playa que enamoran al visitante? ¿Cuáles detalles la hacen irresistible? ¿Por qué se ha convertido en el destino de moda local que todos quieren visitar y los grandes empresarios turísticos se disputan? ¿Cuáles son los encantos de Bahía de las Águilas? Un pedazo virgen, todavía...
No hace falta decir el nombre completo. En los últimos años, al mencionar la palabra bahía la mente ya no viaja al norte del país. Decir bahía hoy día significa viajar al Suroeste, a la provincia de Pedernales, a 323 kilómetros de Santo Domingo.

Para encontrarla, enclavada en el Parque Nacional Jaragua, entre Punta Chimanche y Punta Águila, hay que salir rumbo a Pedernales y, 12 kilómetros antes de llegar a la ciudad, doblar hacia Cabo Rojo. Atravesar el paisaje estepario del parque, entre matorrales y guazábaras, entre grises y verdes, es de por sí una aventura, y no por las malas condiciones del camino. Enormes cactus y arbustos bajos en los costados, tierra roja en el suelo y una franja azul que aparece a intervalos acompañan a los visitantes que consideran esa zona “hermosa”.

TURISMO. Al llegar al pequeño poblado de Las Cuevas, famoso porque sus pocos habitantes viven en las cavernas de la zona –dicen que huyéndole al sol-, varios botes esperan a los visitantes que irán por mar hasta Bahía de las Águilas. Los que decidan viajar por tierra deben hacerlo en un vehículo 4 x 4 y poner un experto al volante. Por agua, el recorrido de unos 15 minutos se hace bordeando la costa.
Los enormes farallones que se alzan en el mar -algunos parecen verdaderos conos de helado- son los primeros en pronosticar un paisaje de ensueño. El bote se detiene, los pasajeros bajan.
Ahí está Bahía, tan grande que los ojos no la pueden abarcar, confirmando por qué los turistas criollos la han bautizado como una de las playas más bellas del país.
La vista justifica el viaje. Tan claras que permiten fotografiar la sombra, sus aguas son las más transparentes del país y sus arenas las más blancas.
No hay palmeras porque el paisaje no las necesita, ni sillones de playa porque el hotel más cercano está a kilómetros de distancia.
¿Qué tiene Bahía que enamora a la gente?
Aunque difíciles de ver, según las autoridades de Medioambiente, alrededor de la bahía, formando parte de los 1,374 kilómetros cuadrados del Parque Nacional Jaragua, se esconden unas 130 especies de aves de las que 10 son endémicas, 76 residentes y 47 migratorias. En sus aguas abundan los corales, las estrellas de mar, las gorgonias Pseudoterogorgia (invertebrados marinos que parecen esqueletos de arbustos) y las praderas marinas.
Si hay suerte, es posible ver tortugas carey, pues se dice que en estas playas se encuentra el mayor anidamiento del Caribe y la mayor cantidad de careyes jóvenes del mundo. Igualmente importantes son las poblaciones de iguana rinoceronte, paloma coronita, paloma ceniza, lambíes y manatíes. Plantas endémicas como la canelilla y el guanito conviven con el guayacán, el roble, el gayuco y la guazábara.
En el Parque Jaragua, establecido en 1983, también se han encontrado importantes yacimientos arqueológicos prehispánicos que registran asentamientos indígenas. En las cavernas El Guanal, La Poza y Mongó aún se pueden ver las pictografías realizadas por los taínos.
Por su gran biodiversidad, el parque fue declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera en el año 2002, junto con los parques Lago Enriquillo y Sierra de Bahoruco.

Y por otras razones -la belleza de los alrededores y las pocas precipitaciones- Bahía de las Águilas se debate desde hace años entre la lujuria de los grandes empresarios turísticos que desean construir infraestructuras permanentes en la zona y el celo de los grupos ecológicos que, como la Coalición para la Defensa de las Áreas Protegidas, aseguran que se trata de un ecosistema frágil “cuya conservación y uso público demanda de una visión de futuro y un alto sentido de responsabilidad ante la sociedad dominicana y ante el mundo”.
Por tratarse, además, de un área protegida, está prohibido acampar, hacer fogatas y dejar basuras entre la maleza. Por las fundas que cuelgan de los árboles y los palos secos que hay en la arena, es obvio que no todos obedecen las reglas.

EXCURSIONES. Para los que prefieren viajar solos, el alquiler de un bote desde Las Cuevas hasta Bahía de las Águilas ronda los 30 y 40 dólares para seis personas. Para los que prefieren hacerlo en grupos turísticos o en viajes privados, hay agencias que pautan periódicamente tours a Bahía de las Águilas.

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P.D.: Esta historia (con algunas fotos actualizadas) fue publicada en 2008 en LD, pero la repetimos aquí porque el lío por el caso de los terrenos en la playa está en sus buenas y tal vez quienes nunca la han visitado se pregunten qué tiene, efectivamente, de especial. Ya los pescadores no viven en la cueva, sino en casitas construidas a pocos metros por Medio Ambiente, que ya no es secretaría sino ministerio (prometo traerles fotos de cómo está el lugar ahora en la próxima entrada).

19/6/15

Desastre ecológico en el río Veragua


Yaniris López
yaniris.lopez@listindiario.com
Sosúa, Puerto Plata
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Miembros de la Asociación para la protección del medio ambiente y del turismo en la zona de Cabarete y Sosúa (Asoprocaso) denunciaron el incremento de la extracción de materiales en los ríos Yásica y Veragua, cuyos cauces comparten en ciertos puntos las provincias Puerto Plata y Espaillat.
También pidieron la intervención del Estado para detener el crimen ecológico que, aseguran, cometen las granceras en estos ríos con el consentimiento del Ministerio de Medio Ambiente.  
Michel Gay-Crosier, presidente de la entidad, asegura que en las últimas semanas entre 15 y 18 camiones hicieron turnos por día en el lecho del río Veragua y sacaron de manera irregular y sin criterios ambientales una cantidad considerable de materiales que depositaron y venden en granceras de los distritos municipales Veragua (municipio Gaspar Hernández, Espaillat) y Sabaneta de Yásica (municipio Sosúa, Puerto Plata).
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El 12 de junio, la Academia de Ciencias de República Dominicana entregó a Asoprocaso los resultados de un informe elaborado por la Comisión de Ciencias Naturales y Medio Ambiente de la institución sobre la situación ambiental en el curso bajo del río Veragua, cerca de la confluencia con el río Yásica.
Este informe, fechado el primero de junio y realizado a petición de Asoprocaso, confirma la depredación del cauce del río Veragua con maquinaria pesada a su paso por el distrito municipal Veragua y la depredación del cauce del mismo río en el paraje de Los Guaos.
El río Veragua es afluente del río Yásica. En la imagen de arriba, tomada el pasado 14 de junio, pocos días después de concluida la extracción por parte de una grancera, el río casi ha desaparecido, denuncia Asoprocaso.

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4/6/15

¿Qué ver en la isla Cabritos?

En la islita ubicada dentro y al oeste del lago Enriquillo, de unos 12 kilómetros de largo y otros 2.5 de ancho, te encuentras con un suelo de arena y con muchas plantas propias de lugares secos.
Una caseta para visitantes con paneles que explican las características del lugar. Una rotonda donde sentarse y cubrirse del sol.
Verdes y tupidos cambrones, guasábaras y bayahondas, concentrados sobre todo en la orilla. Cactus pequeños y gigantes de los llamados “alpargatas”.
Hay cayucos, muchísimos (algunos crecen en los troncos de los robles secos). Playitas que han ido desapareciendo con la crecida del lago. Cactus rarísimos cubiertos de largas espinas y otras plantas marrones y finísimas que parecen yerba.
Hay una población considerable de robles petrificados acompañados de un inspirador letrero que dice: “Los robles mueren de pie”. 
Si tienes suerte te toparás con algún cocodrilo americano (Crocodylus acutus). La última vez que vi cocodrilos en el lago fue hace como 20 años, cuando de las Aldeas nos llevaban de paseo. En una de las playitas se juntaban muchísimos recién nacidos, y los muchachos jugábamos a acercarnos y salir corriendo al menor movimiento de los cocodrilitos. A ese lugar le llaman la Caimanera Sur. 
También se veían muchos flamencos.
Están las iguanas rinoceronte (Cyclura cornuta) y Ricord (Cyclura ricordi, de ojos rojos y endémicas de República Dominicana). Las iguanas están por todos lados y les encanta que les den de comer (aunque está prohibido, je).
Hay varios senderos que te llevan por toda la isla pero son prácticamente innecesarios, porque da igual para donde cojas: el suelo es el mismo en todos lados y verás lo mismo.
Muchas aves rondan el lugar (dicen que alrededor de 62 especies). Aparte de los flamencos, hemos visto garzas y gallaretas.
Juan Antonio Cuevas (Chucho), el guardaparques, nos dijo una vez que le llaman Cabritos porque “anteriormente había muchas cabras aquí”. Y también nos contó que cuando la islita conectaba con tierra firme, en época de sequía, algunos burros cogían para allá y en ocasiones se quedaban atrapados en Cabritos cuando la marea subía y volvía a separar las tierras.
¿Lo más lindo de visitar la isla? Los hermosos paisajes que, desde cualquier punto, 'regalan' al viajero el lago y las montañas secas de las provincias Independencia y Bahoruco.