Con voz libidinosa, obscena, empalagosa...
Exactamente como me lo voceó un guachi hace rato, en La 27, en plena calle, a unos diez metros de Caribe Tours, con su fusil descansando en el hombro derecho.
Yo lo miré momentáneamente porque ese es el trabajo del infame reflejo. Y vi en sus ojos de lagarto la malicia que acompañó a la frase, su morbosa insinuación.
Le corté los ojos a sabiendas de que quería burlarse de mí, una mirada breve de vete a la mierda, imbécil; dedícate a vigilar, vago sin oficio; idiota, depravado hijo de...
En medio del insulto mental decidí que no le iba a dar el gusto de que me viera bajar los ojos y subir la mano, rata de alcantarilla, engendro de mente retorcida, degenerado, ¡estúpido! $%&#@&©!
Apresuré el paso y seguí como si nada. Ya en los escalones de la parada llena
de gente (día de pago) le hice honor a la naturaleza humana: coloqué
discretamente la pañoleta entre la barriga y la pelvis y miré hacia abajo solo
para confirmar que, efectivamente, el zíper estaba abierto. De par en par.
2 comentarios:
jajajajajaja !!
Suerte que tu insulto fue mental, demostrando si una prudente aptitud que no va con tu actitud prejuiciada. Quizas ese vigilante te quiso cuidar como si tu fueras una de sus hijas o familiar...
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