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28/10/08

Viaje en yola

La timidez no justificada de Yalo le impidió, teniendo frente a frente al jefe de la Marina de Guerra, Julio César Ventura Bayonet, disponible por unas dos horas, hacerle una pregunta que siempre ronda su loca cabecita: Si ella quisiera viajar legalmente en yola a Puerto Rico, con sus papeles y visa en orden, ¿la dejarían zarpar desde cualquier puerto y a la hora que quiera?

20/10/08

Conversación frente a la Catedral

(Basada en hechos reales)

 Pues mira que sí, Cipriana. Yo los vi, con estos ojos que se los tragarán la tierra. Hortensia dice que es mentira, pero es verdad. Te lo juro por mi mamacita, que debe ser una de esas que andan por ahí, porque como entenderás son tantas que, bueno…
Yo digo que es mentira porque no es verdad que sean tan grandes como ella dice. Y mantengo mi palabra.
Tita comienza a llorar.
 No llores, che. Yo confío en ti, es sólo que, caray, te pasaste. Si se entera el Cardenal…
Tita, sollozando y haciendo pucheros como los bebés, dice:
 Pues… aunque… no lo… creas… es verdad. No son embustes. Entraron todos corriendo por esa puerta que está ahí, como si hubieran hecho algo malo, atropelladamente. Sniff. Hace mucho tiempo que los veo, desde lo alto de ese muro, donde duermo. Lo hacen todas las noches, uno o dos. Pero esta semana fueron más de cinco, grandotes, gordos, asustados, huyendo de algo, y se perdían en la oscuridad. Snif. Yo no soy embustera, usted lo sabe. Defiéndame, comadre. Snif, sniff.
 Yo también los he visto, hermana, pídale disculpas a la Tita.
 Ah, así como que no cuadra. Dos contra una. Yo no he dicho que sea mentira, lo que pongo en duda es que fueran tan grandotes. Ahora bien, si es cierto lo que dice Tita, no me cabe en la cabeza cómo es que logran entrar por esa ranura tan pequeña.
¡Son demonios, hermana, demonios!
 Bah, ratones nomás, Cipriana. Ratones que adoran “orar” en la Catedral.

PD: Yalo, única testigo de los hechos, atestigua que es cierto lo que dice Tita. Bien grandotes.

16/10/08

Juan Campusano y su idilio con el golf

Apenas tenía ocho años cuando Juan -Manitas- Campusano aceptó el reto de golpear una pelotita de golf. Con el tiempo logró dominarla; 30 años después, esa bolita lo convirtió en el número uno

Por Yaniris López

Le dicen Manita porque nació con un defecto en la mano izquierda al que, por suerte, nunca le hizo caso. Si lo hubiera hecho, se habría perdido la oportunidad de participar en su primer torneo de caddie a la edad de 9 años. No ganó, pero se mantuvo en la competencia. ¿Cuánto tiempo hace de eso? Treinta y algo, dice. Para entonces ya tenía un tiempecito trabajando y tanteando el área: comenzó como bolero en la cancha de tenis del Santo Domingo Country Club y luego como recogedor de bolas en el campo de golf del mismo lugar. ¿Socio? Nada que ver. Se trataba, y aún se trata, del club más exclusivo de la ciudad. Su papá era empleado del club –por 48 años- y lo dejaba ayudar y corretear por los alrededores. Así fue conociendo todos los secretos de ambos deportes.
Entre el tenis y el golf, se decidió por el más lento y aburrido. Pero estas últimas palabras no deben decirse muy alto delante de Juan, que, sin perder la calma y sin dejar de ser amable responde: “El que cogió un palo de golf e hizo un swing no lo deja. Este es el deporte que atrae a todos los jugadores. La gente dice que es un deporte tonto, pendejo, pero no es pendejo nada. El que lo practica y empezó a darle a la bola cree que es inofensiva y que se la va a comer, pero después quiere seguirle dando, porque esa bolita te desafía”.
Le gustó mucho el desafío de esa pelotita y se tomó la cosa tan en serio que pocas personas han logrado escalar tan rápido los escalafones de este deporte como él.

Los primeros años
“Comencé como caddie, la persona que carga el equipo de palos a los jugadores. Es como un instructor que le ayuda, le da la caída y le recomienda los movimientos”, recuerda. En el golf, afirma, “el caddie sabe tanto o más que un jugador, y en un torneo recibe tanta presión como el jugador”.
Para entender cuán bueno es Juan Campusano hay que hablar de su primer torneo con 18 de handicap. Como sabe que no todo el mundo entiende el término intenta explicarlo. “Cómo te digo. Es la ventaja que el campo le da al jugador”, dice. Ni idea. Intentó explicarlo de nuevo. “Tengo 18 de handicap, para 72, tengo que tirar 90 palos para poder competir, si yo tiro noventa con los 18 de handicap esa es la ventaja que me va dando el campo”. No importa, luego buscaremos esos términos en internet.
“Lo emocionante de todo es que cada vez que pasaba un torneo muy seguido significaba bajar mi handicap. Bajé a 18, a 12, luego a 9, luego a 6, de 6 a 4, de 4 a 2 y luego a cero”.
Los analfabetos golfísticos se preguntarán si eso es bueno o es malo. “Eso es muy bueno”, goza Campusano. “Cuando baja el handicap es porque eres muy bueno y estás jugando muy superior a lo que tienes”.
La ventaja de su aprendizaje es que siempre ha competido con gente que sabe jugar bien. “Hubo una época, en los noventa, en que se cuestionó si los mejores jugadores que había en el país eran los caddies. En esa época el golf estaba duro. Nosotros teníamos un grupo de caddies que salíamos al campo y no tirábamos más de 75 palos. Nuestra competencia era Juan Martínez, el mejor del grupo”.
Lo suyo fue así, rápido, aunque hace apenas unos años, desde el 2001, que forma parte de la Federación Dominicana de Golf y participa en sus torneos.
Para esta época Juan reserva el apartado de los agradecimientos, en el que figuran don Antonio Rodríguez Echavarría –con el torneo que organizaba todos los años para los caddies- y los directivos del Santo Domingo Country Club. Ellos le motivaron para que se inscribiera en la Federación y compitiera. Cuando lo hizo, un amigo que se llama Cheo dijo que le daba seis meses para que, si no se convertía en el número 1, por lo menos fuera el dos.
Ya es el número 1 del nivel superior y en su casa cuenta con más de cien trofeos.
Vaya, el número uno, Juan.
“Eso dicen”, responde.
Es que no hay forma de desligar los méritos de Campusano con la fama de “deporte élite” que tiene el golf. Ese es su gran mérito: rompió barreras, logró imponer y mantener su talento e hizo del golf un deporte “sin exclusión”.
Él lo admite. “Estoy aquí por las facilidades que me han dado muchos golfistas amigos, que me han metido la mano. El equipo no es caro, pero una persona pobre no puede disponer de 50 mil pesos para hacerse con un equipo de palos. Es verdad que duran 20 años, pero un pobre de repente no puede contar con una cantidad tan grande”.
Con relación a la selección nacional de golf, asegura que tiene una debilidad: las prácticas. “Tenemos que practicar mucho, no dejarlo para cuando se acerque un torneo”.
¿Practicar, Juan? No parece que este deporte amerite muchas prácticas. “Hay que practicarlo. Los profesionales te tiran 500 y 1,000 bolas practicando a diario. Terminan de jugar y se mandan a un driving ranch a tirar bolas. Yo practico antes, porque cuando uno termina de jugar nadie me hace tirar bolas con ese estropeo”.
¿Estropeo, Juan? ¿Cómo puede estropear el golf?
“Sí”, dice. “Una ronda suele durar cuatro horas”.
¡Uff!

Foto: Francis Guerrero/Listín Diario

3/10/08

Nada de cemento en Mano Juan

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARENA) inició la demolición de dos infraestructuras en proceso de construcción en el poblado Mano Juan, isla Saona, parte del Parque Nacional del Este, informó la institución.
Un equipo integrado por técnicos y abogados de la Subsecretaría de Áreas Protegidas y miembros de la Policía Ambiental iniciaron el desmantelamiento de las construcciones, una propiedad de Eddy De la Cruz y otra de Eddy Quiñones.
Las construcciones de este tipo en Saona violan los artículos 174 y 175 de la Ley 64-00, de Medio Ambiente y Recursos Naturales, así como el artículo 33 de la Ley 202-04, de Áreas Protegidas, y el artículo 13 (incisos 18, 21 y 23) de la Ley 67-74, de Parques Nacionales.
Ambos propietarios admitieron que levantaron las construcciones sin autorización ni consulta con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y alegaron que desconocían que necesitaban solicitar permisos o estudios de impacto ambiental.
La Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales hizo un llamado a la ciudadanía y al empresariado a respetar las leyes y cumplir con los procedimientos y especificaciones de las autorizaciones de la institución para evitar pérdidas en sus inversiones. Las demoliciones se realizan con apego estricto a los lineamientos del Código Procesal Penal, dice Semarena.

Fotos: Semarena
PD de Yalo: Ojalá hicieran lo mismo en todas las áreas que se irrespetan en el país, ¡acciones mucho más perjudiciales que acampar en Bahía, m...!