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31/3/12

Joaquín (Monumento al ego 25)


Habrá quien piense que Joaquín, el cavernario de Constanza, no se merece un monumento al ego. Yo digo que hay que ser muy valiente (no loco) para vivir como él: solito entre las ranuras de unas frías piedras en uno de los municipios más fríos del país, prácticamente a la intemperie, “velando” bocaditos por el pueblo, recogiendo botellas para, cuando consigue algo, comprarse cerveza “de las morenitas”. Cuando bajábamos de hacerle la visita aprovechamos para “marotear” guayabas y el pobre se unió a la “robadera”, pero, como no le gustan las guayabas (¿pueden creerlo?), me las pasaba todas a mí (gracias, Joaquín), ocasión que aprovechó Xiomarita Pérez para tomar esta linda instantánea.

30/3/12

Sí, es una flor negra

Le dicen “murciélago” y sí, es una flor negra. Nos la topamos en el patio de Casilda Reyes, presidenta de la Junta de Vecinos de la calle Sánchez de la Zona Colonial. Es linda y rara a la vez. La partecita que parece un globo es durísima y suponemos que muy pesada, porque a los pocos días de reinar en lo alto la flor se desgonza y cae desplomada hacia abajo (perdonen la tanda de pleonasmos). Y tiene unos flecos larguísimos, como pueden ver, y una especie de capota en la parte trasera con unos destellos entre marrón y morado. Su tallo es también muy largo. Por lo rara que es, una se queda varios minutos observándola, sin poder controlar los malignos deseos de que, de repente (y sin querer discriminar), se vuelva amarilla, o blanca, o azul, o roja…

25/3/12

Veo, veo (un reto de observación)

¿Qué es?
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Soportando el sol del mediodía en las Dunas de Baní (de locos) nos encontramos con estas cositas entre la arena. Algunos chicos dicen que es pupú de chivo pero –la verdad– no vimos ninguno por ahí.
No son semillas, eso es seguro, porque por estos lados sólo hay cambrones, guazábaras y otras matas de hojitas raras de flores y frutos casi microscópicos. Y porque la bolita del extremo izquierdo se parece a… ya saben. Al margen de, y sólo para buscarles comparación, parecen semillas de “pan de fruta”, o almendras negras. Nada, que desde aquí lanzamos este reto de observación porque no tenemos claro qué podría ser. ¿Es o no es pupú de chivo? Amplíen para ver mejor.

18/3/12

Para perderse. Río Cosón, Las Terrenas, Samaná

¿Racista? ¡No, ombe! (Novela de una chica ilusa, cap. 13)

Juro que le caigo bien. De eso no hay duda. Ella me quiere, que conste. Doña Q se sincera conmigo y con los ojos vidriosos y las manos que se juntan y se abren formando capullos suelta algo parecido a:
“Mira, Yani, si tú la ves (aquí acerca el capullo a mi cara), esa prieta del diablo. Yo no sé lo que le vio mi hijo. Para mí que le hizo brujería. Esa fea, negra de la mierda. Es dañarme la familia que quiere, dañarme la raza. Yo que, si tú ves, Yani, mira lo bien que casé a… (su hija mayor), mira qué lindo salió… (su nieto, lindo, en verdad), para que venga esta maldita negra a dañarlo todo. Y él dizque que está enamorado, oye eso, de esa prieta, yo quisiera que tú la vieras, ah, y dizque está embarazada, yo espero que no, que sea embuste, porque tú te imaginas, esa maldita negra en la casa, porque es para allá que va a coger, para mi casa. Yo juro que fue brujería que le hizo, para agarrar a un hombre blanco, porque quién le va a hacer caso a esa prieta".

Y así toda la tarde. Si doña Q no lloró fue porque yo no dije nada. Generalmente soy muy enchinchadora, pero también empática, y como ella se sentía tan mal, a punto de quebrarse, opté por escucharla y abrir los ojos cada tres o cuatro segundos a modo de complicidad. Refresco la memoria y pienso que es verdad, que la familia de doña Q es una familia de gente rubia, que los nietos son blancos, sus yernos y demás nueras también. Y me imaginé que estaba sufriendo horrores porque en pueblos como en el que ella vive se le da mucha importancia a la estirpe. Para que venga una… y lo arruine todo.
A la semana siguiente (volvió a la ciudad a repetirse unos exámenes médicos) estaba de mejor humor. Incluso debió pensar que se había excedido un poco con la compañera (novia, querida, mujer) de su hijo, o tal vez olvidó completamente lo que me había contado una semana antes porque cuando comenzó a hablar, al referirse a la chica aquella dijo, mirando su brazo desnudo y acercándolo al mío.
“Ah, ella es una muchacha de... (un sitio que no recuerdo) así, como de tu color”.

12/3/12

Joaquín, el que vive en una cueva

Dice que se baña algunas veces, si encuentra agua, algo que no ocurre hace tres años.

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Yaniris López
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Constanza, La Vega. La única advertencia tenía que ver con la hora: si quieren encontrarlo deben ir antes de las ocho de la mañana, porque cuando Joaquín deja la cueva se va a andar y no regresa hasta la tardecita.
La gruta se encuentra a unos 60 metros de la carretera, en la ladera de una loma de poca altura, y forma parte del conjunto de cuevas de Constanza, ubicado próximo a la entrada del pueblo.
Cuando el punto exacto de la caverna fue encontrado, ya pasaban de las ocho y media. ¿Se habrá marchado ya?
Hubo que vocearle varias veces desde la carretera. Y justo cuando el encuentro y el viaje desde la capital parecían irse al traste apareció el rostro de Joaquín entre los arbustos, como el cuadro de una película. Con su barba blanca y ropa oscura y descuidada, parecía exactamente lo que es: un típico ermitaño.
Tras pedirle permiso para conversar con él, acepta que el grupo suba. El empinado camino, cubierto de yerba mojada y rodeado de maleza, casi no se ve. Dos de los cinco curiosos que ese día decidieron conocer a Joaquín se cayeron y por poco ruedan colina abajo.
La vista desde lo alto es una de las más hermosas del país: el verde valle de Constanza. Lo que se ve en el saliente pedregoso de la ladera, en cambio, causa lástima.

Casi leyenda
Cuando alguien pregunta por Joaquín, aquí todos responden: “¿El que vive en una cueva?”. El señor es casi una leyenda. Por eso merecía una visita. Muchos dicen que tiene problemas mentales, él actúa como si no los tuviera. Es afable y habla claro.
Dice que se llama Joaquín Delgado, que nació en el Centenario, en 1944, y que en su juventud se dedicó a echar días en tierras ajenas. Dice que hace 40 años vive en la cueva; luego dice que son 30. Nunca aprendió a leer ni escribir. Tampoco se casó. Se levanta temprano y cuando el sol comienza a calentar baja y deambula por el pueblo, donde recoge botellas para vender y “vela bocaítos”. Al caer la tarde sube de nuevo hasta la gruta y no baja hasta el día siguiente.

¿Cueva?
No es precisamente una cueva la morada de Joaquín. Para refugiarse solamente tiene dos huecos entre las piedras: uno lo usa para guardar las botellas y el otro para dormir. La cama es un colchón húmedo tirado sobre el suelo. Si llueve, se protege del agua con una hoja de zinc.
El hedor inunda el lugar. Joaquín dice que se baña algunas veces, si encuentra agua, y que hace tres años no lo hace. Con el dinero que le regalan o que consigue con la venta de las botellas se prepara rústicos cigarros y compra cervezas de malta.
¿Por qué vive en una cueva, Joaquín? ¿No le gusta la gente? “Adio’ ―responde―, con la gente es que se vive. Vine aquí porque no tengo una casa, y un día deambulando por el pueblo un hombre me dijo que viniera a vivir a estas tierras. Yo me mantenía en banda y cogí para acá”. Joaquín no tiene contacto con su familia (“ellos están por allá y yo aquí”), pero asegura que tiene un hermano que vive en Azua y una hermana que vive en Constanza.

Doña Benza aclara algunas cosas
El colchón donde duerme Joaquín se lo regaló Benza Gutiérrez, una señora de 77 años que vive cerca de la cueva y es muy querida en la comunidad por sus acciones filantrópicas. Es Benza quien aclara algunos detalles acerca de la vida de Joaquín. Aclara, por ejemplo, que no es cierto que él tenga tantos años viviendo en la cueva, conocida como “La Peña de los Indios”, sino unos diez. Señala que la madre de Joaquín murió, que no se sabe si su padre sigue vivo y que sí tiene una hermana en Constanza, pero esta tiene problemas mentales. También dice que ella (Benza) y otros constanceros le han ofrecido ayuda, y que él prefiere quedarse en la loma.

Una opción de vida que pasa factura
Vivir en la loma y prácticamente a la intemperie en uno de los lugares más fríos del país le está pasando factura a los 68 años de Joaquín Delgado.
“Estoy todo achacoso, la gente me da trapos pero el frío me tiene ‘acoquina’o’”, se queja. Aunque se siente enfermo, prefiere no visitar al médico.
“Yo no voy a hospitales de aquí, son unos charlatanes. Estoy a las buenas de Dios. El día lo paso andando, voy velando ‘bocaítos’, si hallo. El agua la pido en los bohíos. Cuando me dan chelitos compro cerveza de la negrita”.
Es cierto que no le gusta ir al médico. Cuentan en Constanza que hace unos años sufrió una trombosis y se quedó solo en la gruta, enfermo, hasta que pudo caminar y salir de nuevo.
“Yo le llevaba comida y le ofrecí un rinconcito aquí, al lado de esta casa, pero él prefirió quedarse allá; el otro día hasta lo chocaron y lo dejaron tirado en la carretera”, explica su bienhechora, Benza Gutiérrez.
“Joaquín no tiene cédula y no quiere bañarse. Yo le ruego que se bañe, que le voy a dar ropa; la gente no le da nada porque hiede. El que vive así es porque algún problema tiene, él se ve lúcido pero no está bien, y yo digo ¿dónde está la autoridad de este pueblo, que lo deja así?”, se pregunta la señora.

Sí quieren que lo ayuden
Pese a los achaques y a la edad, Joaquín sube y baja con mucha agilidad el camino de la cueva. A Benza le preocupa ser de las pocas personas que lo atienden y que le guarda su comida porque ella ya tiene 77 años y sabe que llegará el día en que no podrá hacerlo.
“Era gente muy pobrecita. La mamá murió hace mucho y el papá es como si no lo conociera. A la gente así hay que ayudarla, para eso somos humanos”, indica Benza.
La señora, vendedora de dulces y arepa, está interesada en que las autoridades de Constanza le faciliten al hombre aunque sea una habitación.
Y parece que vivir en un lugar más seguro y menos frío es también el interés de Joaquín, quien, contrario a lo que dicen en el pueblo, sí quisiera que lo ayudaran a dejar la cueva. ¿Qué tipo de ayuda pide para hacerlo?
“Yo quisiera conseguir cuartos para hacer una casita”, dice mirando hacia el pueblo desde lo alto de la gruta.

9/3/12

Manabao, ¡el mejor balneario de agua dulce!

Con récord de votos y todo, Manabao ganó nuestra última encuesta y se alzó, según los usuarios del blog, como el mejor balneario de agua dulce del país. El lugar obtuvo 136 de 502 votos. En un segundo honroso lugar quedó San Rafael, en Barahona, con 124 votos. Y el tercero fue para Masipedro, en Bonao, con 90 votos. Siguieron La Toma, en San Cristóbal; La Descubierta, en Independencia; y el Cachón de la Rubia, en Santo Domingo Este.
Cualquier cosa que se diga de Manabao, en Jarabacoa, resultará insulsa y posiblemente le quede corta. Sus pozas se van formando en las –a esa altura– frías aguas del río Yaque del Norte. Uno de los puntos más usados es el de La Ciénaga, el pueblito desde donde parten los viajes al pico Duarte. Los paisajes que rodean el río son impresionantes. Realmente impresionantes.
Ah, y atendiendo a algunas quejas, el balneario de Comate, en Monte Plata, no fue incluido en la encuesta porque no llenaba los requisitos.
Gracias por votar, chicos. Recuerden que después del 95% de su gente, lo más hermoso que tiene República Dominicana es su geografía, así que, ¡a disfrutarla!

8/3/12

Doña Benza: “Tengo 60 años guayando coco”

Por estar mucho tiempo frente al fuego quedó ciega por un año.

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Yaniris López
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La vida de María Mercedes Gutiérrez, conocida aquí en Constanza como Benza, transcurre entre olores. El olor de la arepa recién hecha y el de los dulces de leche, coco, naranja y lechosa que le enseñó a hacer su madre desde jovencita.
“Tengo 60 años guayando coco”, dice mostrando sus manos, deformadas de tanto guayar. Por suerte, hace poco su hijo le prestó una máquina industrial que ahora hace ese trabajo.
Benza, que el pasado 28 de febrero cumplió 77 años, quedó viuda muy joven. Su esposo, soldado en tiempos de la dictadura, murió durante la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en 1959. Y Benza no volvió a casarse. Dos hijos le quedaron de la relación, y un futuro que labrar a fuerza de mucho trabajo.
“Mi marido ganaba 30 pesos cuando murió. Me pusieron una pensioncita pero me la quitaron con los cambios de gobierno”, cuenta esta campeona de la vida que apenas alcanzó un tercer grado de primaria.
En su casa, ubicada en la entrada del centro del municipio, Benza muestra con orgullo fotos viejas y recientes de sus hijos, nietos y biznietos; los reconocimientos locales que ha recibido y una fotografía donde se la ve al lado del actor Guy Ecker, que visitó la zona a mediados de los 90 mientras se filmaba en el país un anuncio de una marca de café para promover la telenovela colombiana “Café con aroma de mujer”.
Turistas y locales se acercan para dejar encargadas las delicias gastronómicas que le han hecho famosa en la zona: panes, marquetas y potes de dulces y arepa dulce y salada.
Benza explica que las arepas las hace de tres tamaños y al carbón. De tanto estar frente al carbón y el fuego quedó ciega durante un año.

El fuego me afectó los ojos -dice-, porque cuando empiezas a menear la arepa no puedes parar. Le dije a uno de los nietos que le iba a enseñar a guayar coco porque pensé que nunca volvería a ver”. Pero lo hizo. En 2001 la operaron y continuó con su trabajo.
También tiene una hernia discal que le produce mucho dolor en las piernas. Aunque cuenta con la ayuda de Graciela en la cocina, igual Benza se levanta todos los días a las seis de la mañana y se tira su balde de agua fría (¡en Contanza!, donde las temperaturas suelen bajar a 8 y 10 grados en las madrugadas) y se pone a rezar.
Es muy devota.
He pasado mucho trabajo en esta vida, pero estoy contenta con Dios. Mi papá nos dejó una tierrita, la tuve que vender y quedarme con esta esquinita. Me quedé pidiéndole a Dios”.

Su labor social
Pero en nada de esto piensa Benza cuando habla de su debilidad: los niños. Este amor por los pequeños lo siente desde los 11 años, indica. Con los más pobres de Constanza hace cada diciembre una labor que va para 30 años: les prepara una enorme cena de Navidad y les regala juguetes. Su patio se convierte en una gran fiesta. Dos meses antes se los pasa pidiendo, “porque no tengo de dónde sacar para darles”.
“Aquí se cosecha mucho, pero el que tiene su queso no lo quiere ‘flojar’. Después de Dios, el amor a los demás es lo más grande”.
En Cuaresma, Benza prepara té para la comunidad, especialmente el Viernes Dolores. Muchos de los que recibieron su apoyo son hoy hombres y mujeres que agradecen sus atenciones.
Al lado de la casa Benza tiene un negocito donde vende “cositas”. Si tuviera que pedir ayuda para ella, su petición sería, dice, que le ayudaran a terminar el negocito y los estantes. Un asador de pollos también le vendría bien, asegura, porque le gusta prepararlos para la venta, lo mismo que longanizas, pastelitos y chicharrón.
“Y quiero continuar haciendo mi obra con los niños, porque quiero que Dios los bendiga mucho”.
Qué linda.

4/3/12

Pintaos de Barahona: ingenio en la piel

Una de las comparsas más admiradas y esperadas del carnaval dominicano

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Los Pintaos de Barahona nacieron en 1997 gracias al ingenio de Francisco Antonio Suero (Gato). Desde que debutaron en 2000 en el Desfile Nacional de Carnaval, año en que se llevaron el premio a la mejor comparsa provincial, no han dejado de recibir galardones en todos los carnavales nacionales, incluyendo el más importante: el Felipe Abreu (2009).
Basta con que aparezcan en la calle o en una tarima para que el ambiente se llene de fiesta. Liderados por Gato, Nano, Faustino y Felipe, los niños, mujeres y hombres que integran la comparsa que ya pasa de 100 miembros nunca paran de reír y de bailar. Se nota que gozan sus personajes tanto o más que el público. Faustino, por ejemplo, sabe que la gente se burla de su abultada barriga, así que aprovecha para mostrarla y moverla con gracia al ritmo de la música.

El arte
Cubiertas las partes íntimas con prendas de tela, Los Pintaos sólo llevan por disfraces pintura acrílica sobre el cuerpo. Gato y otros miembros suelen colgarse grandes collares hechos con huesos de perro. Pintarse unos a otros usando brochas anchas les toma apenas unos minutos. Sobre una primera base generalmente de un color o dos, y usando también brochas anchas, salpican pintura o dibujan trazos de otros colores por todo el cuerpo, creando los espectaculares diseños que el público observa con fascinación en los desfiles y presentaciones.
En los últimos años, Los Pintaos se han convertido en una referencia no sólo del carnaval de la provincia de Barahona, sino nacional. En 2005, el New York Times seleccionó como foto del año una instantánea donde figuraba un pintao y otras reconocidas publicaciones locales e internacionales le han cedido espacios donde resaltan su trabajo.

2/3/12

Lucas: tiznao y negro del saoco

Los collares del tiznao se elaboran con dientes de vaca o perro que Lucas y su grupo buscan en montes y mataderos

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Son inconfundibles. Con sus cuerpos negros pintados con carbón y aceite quemado, los tiznaos figuran entre los personajes más populares del carnaval dominicano.
Hace años participaban en los desfiles como cerca humana, para que el público mantuviera el orden en las calles “en vista de que nadie quería que lo ensuciaran”, indica Xiomarita Pérez, directora nacional de Folklore. Hoy se ‘exhiben’ en comparsas y pasarelas.
Con qué se pintan, cómo consiguen los materiales del disfraz y qué simbolismos africanos le imprimen al personaje lo explica Lucas Hernández Guzmán, líder del grupo “Los tiznaos de la bandera dominicana” y un verdadero “negro del saoco”, como él mismo se define.
¿Su historia? Luego de disfrazarse toda la vida de diablo cojuelo, Alí Babá y Califé, Lucas decide en 2007 armar su propio grupo y lo hace de tiznaos, personajes que siempre le habían atraído porque es un gran admirador de la cultura africana. Ese mismo año su comparsa ganó el Desfile Nacional de Carnaval en la categoría “Tradiciones”, el Desfile del Distrito Nacional y muchos otros premios.
Cuando Lucas, de 37 años, decidió disfrazarse de tiznao, sus padres le dijeron que estaba loco, bien loco. La inspiración la tomó de la famosa serie de televisión que narra la historia del jefe tribal africano Shaka Zulu. Lucas creció en Villa Consuelo, vive en Villa Juana y tiene 8 hijos. Su fan número 1 es Betania, su esposa.

¿Cuánto sabes de los tiznaos?
1. Los tiznaos pintan sus cuerpos con el aceite quemado que bota la transmisión de los vehículos diesel, mezclado con crema de payaso y pasta negras. El aceite es hervido y colado dos veces para que suelte las pelusas que maltratan la piel. Según Lucas, dos pintas de esta mezcla son suficientes para pintar el cuerpo. Sólo se 'tiznan' de la cintura hacia arriba y la pintura no se seca, por lo que no es necesario retocarla. Las partes inferiores las cubren con hojas de pencas de coco y debajo llevan licras y un 'pantalón de guardia' hasta la rodilla.
2. Disfrazarse les toma entre 15 y 20 minutos. Lucas dice que puede permanecer más de 10 horas con el maquillaje y que esto no representa riesgos para la salud. Al principio sí: los ojos le picaban y el cuerpo le ardía, pero al mejorar de manera artesanal la mezcla que usan los síntomas desaparecieron. El tiznao puede pintarse la parte delantera del cuerpo con sus manos, pero necesita ayuda para la trasera. Para quitarse el maquillaje usan una toalla o trapo viejo y se frotan la piel de abajo hacia arriba. Luego se bañan varias veces con champú.
3. Los tiznaos usan zapatillas cubiertas con lentejuelas y se echan escarcha sobre la pintura para que el cuerpo brille. “Antes la gente tenía miedo. Me decían váyase de ahí, sucio. Ahora se acercan", dice Lucas. Sus tiznaos, además, no son de los que piden dinero so pena de ensuciar a quien se rehúse hacerlo. Lo que hacen es cobrar 100 pesos a los que, para llevarse un souvenir, les solicitan una instantánea.
4. Los collares del tiznao se elaboran con dientes de vaca o perro que Lucas y su grupo buscan en montes y mataderos. Curar los dientes de vaca les lleva cuatro meses porque estos tienen dentro unos gusanitos que hieden mucho, así que los colocan por varias semanas al sol (en los techos de zinc de las casas), para que los murciélagos se coman los gusanos. Luego los hierven cada ocho días en agua con formol y amoniaco. Una vez listos, y para que el maquillaje no los ensucie, los collares se cubren con barniz. Al finalizar los desfiles se lavan con cloro, detergente y trementina.
5. El cuerpo es pintado de la cintura hacia arriba. La parte de abajo se cubre con las pencas de coco y debajo de éstas con ‘mediapanties’, licra y un pantalón de guardia hasta la rodilla.
6. Además de tiznao, Lucas se disfraza de Negro del saoco, el africano que más se destaca en las tribus por bailar con gracia frente al jefe. El Negro del saoco también se pinta de la cintura hacia arriba pero en lugar de hojas de coco lleva una licra. Al igual que el tiznao, usa argollas en las manos y se rapa la cabeza. El baile de ambos es rápido, encendío y “a toa”, explica Lucas, es decir, moviendo todo el cuerpo.