Vaya, no sólo es uno de los parques más lindo y mejor conservado de provincias, como les mostramos una vez. Sospecho que el parque Duarte de Padre las Casas, en Azua, busca romper algún récord de sostenibilidad. Todo lo relacionado con él es digno de escribirse. Luis Piña nos cuenta algo de su historia, que comenzó cuando, tiempos ha, una señora que vivía frente a un pedazo baldío tomó un trocito y lo convirtió en “su” parquecito, y lo mismo hicieron otros hasta formar el enorme trozo que es hoy la plaza. También entiendo por qué se mantiene tan cuidado y conservado, con matas de plátanos que todos respetan y gallinas que pasean a sus anchas. Resulta que cada negocio que lo bordea está encargado de una pequeña parcela, la que debe proteger y vigilar.
Una vez, dice Piña, un grupo que gustaba de jugar voleibol decidió tomar como cancha de prácticas el pedazo de una calle que se ensancha un poco frente al parque y las familias y dueños de negocios los obligaron a irse, porque “ahí en el parque no iba a caer una bola”. Todos en Padre las Casas están orgullosos de su espeso jardín.
Hace unos cinco meses colocaron bombillas (para evitar las típicas vagabunderías, ¿sabe?) y, qué creen, no se preocupen si pasean de noche por sus aceras y se va la luz: ¡el parque cuenta con dos inversores de cuatro baterías cada uno que lo mantienen iluminado! Ah, y para vigilar las bombillas y la buena conducta en el lugar está Franklin, el sereno pagado por el Ayuntamiento que trabaja de 6 a 6, es decir, de 6:00 p.m. a 6:00 a.m., todos los días de la semana. Lindo y digno de imitar, ¿no?
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30/4/11
24/4/11
Sobre la espalda del dromedario dormido
La autopista, la más larga del país, atraviesa el cuello del animal y termina en una playa que sirve de límite a su cabeza, frente a una roca con forma de zapato que parece flotar sobre las aguas. A la derecha, escalones de madera sortean pequeños abismos y llevan al viajero hasta su vientre o hasta su espalda, según lo quieran ver los ojos, en un recorrido de 45 minutos que se alarga infinitamente porque el cuerpo se resiste a abandonar uno de los paisajes más inspiradores del Atlántico dominicano.
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Yaniris López
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En el extremo noroeste dominicano, San Fernando de Montecristi recibe con un abrasante sol a los que llegan de lejos a contemplar la imagen que identifica a la ciudad: un largo reloj de cuerdas fabricado en Francia y traído al país en 1895 que nunca ha dejado de marcar las horas. Está ubicado en el centro del parque Duarte, con las patas haciendo de glorieta.
La gente también se acerca a ver las casas centenarias que quedan por ahí, vestigio de tiempos mejores cuando el puerto de la provincia era el más importante del país y la gloria de la lucha por la Independencia y la Guerra de Restauración perseguía a sus valientes ciudadanos.
De paso visitan su enorme salina, se bañan en sus playas de arenas rojas y amarillas, admiran sus mangles gigantes, pasean en yate entre los cayos Siete Hermanos, saborean “el mejor chivo guisado del mundo” y hacen una parada en la casa donde se firmó el Manifiesto de Montecristi, un comunicado escrito por el prócer cubano José Martí y también firmado por el dominicano Máximo Gómez que recoge los principios patrióticos que motivaron la independencia cubana.
Si la visita se realiza en tiempos de carnaval o Cuaresma, el sonido de los látigos durante los enfrentamientos entre toros y civiles en las calles sorprende gratamente a los viajeros.
Sin embargo, puede ocurrir que en una visita a Montecristi, a 270 kilómetros de Santo Domingo, algunos de estos atractivos se queden en carpeta.
Cualquiera menos uno: contemplar de cerca o de lejos el dromedario echado que vigila soñoliento –¿o estará dormido?– el paisaje de verdes claros, playas de arenas oscuras y aguas azules que rodea su enorme cuerpo.
Es El Morro, la mayor atracción no sólo de la más noroccidental de las provincias dominicanas sino del Parque Nacional de Montecristi, que entre tierra y agua abarca 550 kilómetros cuadrados del litoral norte.
De cerca
Contemplarlo. Eso es lo que hace un visitante normal. Un viajero de verdad no se conforma con la contemplación ni con las fotos. Necesita conquistar ese vientre –o espalda- que no alcanza los 300 metros y que llamó tanto la atención de Cristóbal Colón, el primer europeo en notar su existencia hacia 1503, según su diario de navegación.
Para subir no es necesario abrirse paso entre la maleza. Las autoridades de Medio Ambiente construyeron hace seis años una escalera de madera que lleva hasta la cima y, aunque parece muy inclinada y en algunos tramos las tablas desaparecen, el trayecto es fácil de recorrer.
Nadie, en todo caso, le da importancia a los peldaños artificiales. Las paradas se hacen obligatorias para observar esa línea del Atlántico que aparece rodeando el Morro de un azul intenso y quieto. La subida de 45 minutos, entonces, corre el riesgo de hacerse eterna. Debe ser que, como le ocurrió a la mujer de Lot, la tentación impide esperar llegar a la cima para contemplar el paisaje en todo su esplendor.
La primera –y tal vez única– sorpresa es que El Morro no es tan marrón como se ve de lejos, como si se tratara de una montaña pelada. La vegetación, compuesta mayormente de cambrones, aroma y salvia en las laderas, es tupida en la cima, albergando otras especies endémicas de la zona.
Explorar
Arriba no hay mucho que hacer, salvo explorar los alrededores y contemplar el océano. ¡Pero cuánto llena hacer lo que parece tan poquito! Eso y respirar hondo. Atrapar la humedad. Retar el viento. Dejarse llevar. Tomar fotos. Observar las plantas. Tocar un maguey. Vivir. Y luego bajar sintiendo que algo muy grande ocurrió allá arriba. Algo memorable, así no sepamos explicarlo.
Subir El Morro no es la mayor experiencia ecoturística ni la más excitante y, sin embargo, los paisajes que se suceden desde la mañana hasta el atardecer parecen exclusivos de su entorno. La luna que se deja ver en un costado a pleno día. La luz del sol llenando de amarillo todo. Los colores brillantes de los hoteles en la falda. El blanco de la sal que “se cosecha” en las salinas. Y un espectáculo final para coronar el día y bendecir la noche: el sol dejándose atravesar por delgadas nubes que parecen atajarlo para que no se vaya, para que alargue las horas. Suplicándole que no deje de brillar...
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Abril, 2008
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Yaniris López
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En el extremo noroeste dominicano, San Fernando de Montecristi recibe con un abrasante sol a los que llegan de lejos a contemplar la imagen que identifica a la ciudad: un largo reloj de cuerdas fabricado en Francia y traído al país en 1895 que nunca ha dejado de marcar las horas. Está ubicado en el centro del parque Duarte, con las patas haciendo de glorieta.
La gente también se acerca a ver las casas centenarias que quedan por ahí, vestigio de tiempos mejores cuando el puerto de la provincia era el más importante del país y la gloria de la lucha por la Independencia y la Guerra de Restauración perseguía a sus valientes ciudadanos.
De paso visitan su enorme salina, se bañan en sus playas de arenas rojas y amarillas, admiran sus mangles gigantes, pasean en yate entre los cayos Siete Hermanos, saborean “el mejor chivo guisado del mundo” y hacen una parada en la casa donde se firmó el Manifiesto de Montecristi, un comunicado escrito por el prócer cubano José Martí y también firmado por el dominicano Máximo Gómez que recoge los principios patrióticos que motivaron la independencia cubana.
Si la visita se realiza en tiempos de carnaval o Cuaresma, el sonido de los látigos durante los enfrentamientos entre toros y civiles en las calles sorprende gratamente a los viajeros.
Sin embargo, puede ocurrir que en una visita a Montecristi, a 270 kilómetros de Santo Domingo, algunos de estos atractivos se queden en carpeta.
Cualquiera menos uno: contemplar de cerca o de lejos el dromedario echado que vigila soñoliento –¿o estará dormido?– el paisaje de verdes claros, playas de arenas oscuras y aguas azules que rodea su enorme cuerpo.
Es El Morro, la mayor atracción no sólo de la más noroccidental de las provincias dominicanas sino del Parque Nacional de Montecristi, que entre tierra y agua abarca 550 kilómetros cuadrados del litoral norte.
De cerca
Contemplarlo. Eso es lo que hace un visitante normal. Un viajero de verdad no se conforma con la contemplación ni con las fotos. Necesita conquistar ese vientre –o espalda- que no alcanza los 300 metros y que llamó tanto la atención de Cristóbal Colón, el primer europeo en notar su existencia hacia 1503, según su diario de navegación.
Para subir no es necesario abrirse paso entre la maleza. Las autoridades de Medio Ambiente construyeron hace seis años una escalera de madera que lleva hasta la cima y, aunque parece muy inclinada y en algunos tramos las tablas desaparecen, el trayecto es fácil de recorrer.
Nadie, en todo caso, le da importancia a los peldaños artificiales. Las paradas se hacen obligatorias para observar esa línea del Atlántico que aparece rodeando el Morro de un azul intenso y quieto. La subida de 45 minutos, entonces, corre el riesgo de hacerse eterna. Debe ser que, como le ocurrió a la mujer de Lot, la tentación impide esperar llegar a la cima para contemplar el paisaje en todo su esplendor.
La primera –y tal vez única– sorpresa es que El Morro no es tan marrón como se ve de lejos, como si se tratara de una montaña pelada. La vegetación, compuesta mayormente de cambrones, aroma y salvia en las laderas, es tupida en la cima, albergando otras especies endémicas de la zona.
Explorar
Arriba no hay mucho que hacer, salvo explorar los alrededores y contemplar el océano. ¡Pero cuánto llena hacer lo que parece tan poquito! Eso y respirar hondo. Atrapar la humedad. Retar el viento. Dejarse llevar. Tomar fotos. Observar las plantas. Tocar un maguey. Vivir. Y luego bajar sintiendo que algo muy grande ocurrió allá arriba. Algo memorable, así no sepamos explicarlo.
Subir El Morro no es la mayor experiencia ecoturística ni la más excitante y, sin embargo, los paisajes que se suceden desde la mañana hasta el atardecer parecen exclusivos de su entorno. La luna que se deja ver en un costado a pleno día. La luz del sol llenando de amarillo todo. Los colores brillantes de los hoteles en la falda. El blanco de la sal que “se cosecha” en las salinas. Y un espectáculo final para coronar el día y bendecir la noche: el sol dejándose atravesar por delgadas nubes que parecen atajarlo para que no se vaya, para que alargue las horas. Suplicándole que no deje de brillar...
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Abril, 2008
21/4/11
La Bolita del Mundo
No es el patio trasero, es el frente de la mayoría de las oficinas gubernamentales en las que, se supone, se hace patria…
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De chica, cuando oía hablar de la Bolita del Mundo, la Yalo se imaginaba un lugar oscuro (siempre de noche), abandonado y sólo frecuentado por... ya saben. Era preferible no mencionar nunca que se había estado muy cerca de allí, so pena de que la gente pensara que se andaba en malos pasos. Cuando le tocó conocerlo, Yalo pensó que se trata de un monumento hermoso, bien ubicado (frente al mar) y con todo a favor para convertirse en una de las estampas más lindas de la ciudad.
Historia no le falta. El monumento forma parte del Centro de los Héroes. Leo al periodista y abogado Chichí De Jesús Reyes. Dice que este conjunto urbanístico (el original), inaugurado el 20 de diciembre de 1955, fue construido “para celebrar el 25 aniversario de la ascensión al poder de Rafael L Trujillo. María de Los Ángeles (Angelita), hija mimada del dictador, fue la reina del evento que se constituyó en el referente por excelencia para la transformación urbana de la ciudad de Santo Domingo.”
Inicialmente el proyecto se llamó Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre (la exposición internacional preparada para la ocasión), pero le fue cambiado al finalizar la dictadura por Centro de los Héroes de Maimón, Constanza y Estero Hondo.
Para ser una hermosa estampa citadina, sólo hace falta que le quiten lo cochino y le den mantenimiento. Sólo eso. ¿Cómo es que, con tantas instituciones públicas alrededor, a la Bolita del Mundo no se le ha dado la importancia que parece tener? No es el patio trasero, es el frente de la mayoría de las oficinas gubernamentales en las que, se supone, se hace patria…
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De chica, cuando oía hablar de la Bolita del Mundo, la Yalo se imaginaba un lugar oscuro (siempre de noche), abandonado y sólo frecuentado por... ya saben. Era preferible no mencionar nunca que se había estado muy cerca de allí, so pena de que la gente pensara que se andaba en malos pasos. Cuando le tocó conocerlo, Yalo pensó que se trata de un monumento hermoso, bien ubicado (frente al mar) y con todo a favor para convertirse en una de las estampas más lindas de la ciudad.
Historia no le falta. El monumento forma parte del Centro de los Héroes. Leo al periodista y abogado Chichí De Jesús Reyes. Dice que este conjunto urbanístico (el original), inaugurado el 20 de diciembre de 1955, fue construido “para celebrar el 25 aniversario de la ascensión al poder de Rafael L Trujillo. María de Los Ángeles (Angelita), hija mimada del dictador, fue la reina del evento que se constituyó en el referente por excelencia para la transformación urbana de la ciudad de Santo Domingo.”
Inicialmente el proyecto se llamó Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre (la exposición internacional preparada para la ocasión), pero le fue cambiado al finalizar la dictadura por Centro de los Héroes de Maimón, Constanza y Estero Hondo.
Para ser una hermosa estampa citadina, sólo hace falta que le quiten lo cochino y le den mantenimiento. Sólo eso. ¿Cómo es que, con tantas instituciones públicas alrededor, a la Bolita del Mundo no se le ha dado la importancia que parece tener? No es el patio trasero, es el frente de la mayoría de las oficinas gubernamentales en las que, se supone, se hace patria…
16/4/11
Niños colectan $ para que RD defienda a las ballenas
Greenpeace nos hace llegar esta linda información (editada):
Alumnos del colegio Carol Morgan realizaron una colecta para que el gobierno dominicano pueda estar presente en la reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), en junio de este año, defendiendo a las ballenas.
En una actividad en la que no faltaron los disfraces de ballenas, los alumnos hicieron entrega al representante del Ministerio de Medio Ambiente de un cheque por valor de 2,000 dólares. El Gobierno se comprometió a cancelar el resto de la deuda. “Nos comprometemos a pagar la cuota pendiente”, fueron las palabras del representante del gobierno. La cuota anual que se debe pagar a la CBI, de la que RD es miembro, asciende a 10,000 dólares.
“El hecho de que los niños hayan hecho una campaña para salvar a las ballenas es un ejemplo movilizador para nosotros los adultos”, manifestó Milko Schvartzman, coordinador de la campaña de Océanos en Latinoamérica, desde Santo Domingo.
“En Greenpeace somos optimistas que el mensaje ha llegado a los funcionarios y el anhelo de los niños será realidad”.
Como parte de sus asignaturas socio-ambientales, los alumnos del Carol Morgan se informaron sobre la situación de las ballenas a nivel global y local, y, al advertir, por medio de artículos periodísticos que su gobierno adeudaba la cuota que le permitiría la participación activa ante la CBI, iniciaron una campaña para concientizar y colaborar con su Gobierno.
En diciembre de 2010 Greenpeace visitó el país caribeño para hacer un llamado a las autoridades de la importancia de su participación en la CBI, por el bienestar de las ballenas en todo el mundo.
Alumnos del colegio Carol Morgan realizaron una colecta para que el gobierno dominicano pueda estar presente en la reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), en junio de este año, defendiendo a las ballenas.
En una actividad en la que no faltaron los disfraces de ballenas, los alumnos hicieron entrega al representante del Ministerio de Medio Ambiente de un cheque por valor de 2,000 dólares. El Gobierno se comprometió a cancelar el resto de la deuda. “Nos comprometemos a pagar la cuota pendiente”, fueron las palabras del representante del gobierno. La cuota anual que se debe pagar a la CBI, de la que RD es miembro, asciende a 10,000 dólares.
“El hecho de que los niños hayan hecho una campaña para salvar a las ballenas es un ejemplo movilizador para nosotros los adultos”, manifestó Milko Schvartzman, coordinador de la campaña de Océanos en Latinoamérica, desde Santo Domingo.
“En Greenpeace somos optimistas que el mensaje ha llegado a los funcionarios y el anhelo de los niños será realidad”.
Como parte de sus asignaturas socio-ambientales, los alumnos del Carol Morgan se informaron sobre la situación de las ballenas a nivel global y local, y, al advertir, por medio de artículos periodísticos que su gobierno adeudaba la cuota que le permitiría la participación activa ante la CBI, iniciaron una campaña para concientizar y colaborar con su Gobierno.
En diciembre de 2010 Greenpeace visitó el país caribeño para hacer un llamado a las autoridades de la importancia de su participación en la CBI, por el bienestar de las ballenas en todo el mundo.
13/4/11
Para perderse. Bahía de Luperón
Se trata, tal vez, de uno de los destinos dominicanos menos alcanzado y explotado por el turismo, con todo y su cercanía al Parque Histórico La Isabela y a Punta Rucia.
Al noroeste de la provincia de Puerto Plata, en el llano costero del Bajabonico, del lugar escribió hace 12 años el hoy viceministro de Medio Ambiente, Eleuterio Martínez, lo siguiente:
“Por su forma tan singular, por su estructura y su diversidad paisajística, la bahía de Luperón constituye un hito natural entre los accidentes costeros del litoral Norte del país. Hay quienes opinan, al ver su morfología en forma de bota orientada hacia el Este, que se trata de la huella profunda de una pisada firme del 'espítiru gigante del Atlántico' impresa sobre el lomo de La Hispaniola cuando hacía el diseño del litoral.” (Listín Diario, 1999).
Al noroeste de la provincia de Puerto Plata, en el llano costero del Bajabonico, del lugar escribió hace 12 años el hoy viceministro de Medio Ambiente, Eleuterio Martínez, lo siguiente:
“Por su forma tan singular, por su estructura y su diversidad paisajística, la bahía de Luperón constituye un hito natural entre los accidentes costeros del litoral Norte del país. Hay quienes opinan, al ver su morfología en forma de bota orientada hacia el Este, que se trata de la huella profunda de una pisada firme del 'espítiru gigante del Atlántico' impresa sobre el lomo de La Hispaniola cuando hacía el diseño del litoral.” (Listín Diario, 1999).
¡Soy una novela! Aaaggghh...
¡Nooooo! Qué horror. Hace unos segundos entré a ver las novedades de Alfaguara y me topé con que soy una novela de Elias Khoury. Ya me cae mal este escritor. Lo estoy investigando en estos momentos. Ah, bueno, esto dice Wiki sobre él: Elias Khoury (transcripción más habitual del árabe الياس خوري Ilyās Jūrī) es un escritor, dramaturgo y crítico literario libanés, nacido en Beirut en 1948. Es uno de los escritores árabes más conocidos, tanto dentro del mundo árabe como fuera de él.
El libro, publicado originalmente en 2009 (en 2011 por Alfaguara), ha sido traducido del árabe al español por Jaume Ferrer Carmona. Mierda, hasta la tipografía es la misma que uso para escribir mi nombre en algunas fotos. Comencé a leer los primeros párrafos, llenos de Yalo (el protagonista), y pensé que me desnudaban, que me violaban, qué sé yo. ¿No pudo escoger otro nombre, el tipo, más lindo, más bucólico? Nooo, tuvo que ser Yalo.
Sólo espero, Elías, que la historia tenga un lindo final...
El libro, publicado originalmente en 2009 (en 2011 por Alfaguara), ha sido traducido del árabe al español por Jaume Ferrer Carmona. Mierda, hasta la tipografía es la misma que uso para escribir mi nombre en algunas fotos. Comencé a leer los primeros párrafos, llenos de Yalo (el protagonista), y pensé que me desnudaban, que me violaban, qué sé yo. ¿No pudo escoger otro nombre, el tipo, más lindo, más bucólico? Nooo, tuvo que ser Yalo.
Sólo espero, Elías, que la historia tenga un lindo final...
12/4/11
Monumento Natural Cabo Francés Viejo
El parque nacional creado el 2 de mayo de 1974 es, desde 2009, el Monumento Natural Cabo Francés Viejo. Aunque pequeñito −mide apenas 1.5 kilómetros cuadrados−, es uno de los enclaves favoritos de fotógrafos y viajeros que encuentran en el lugar todos los paisajes del trópico: playas, acantilados, ensenadas, aves, flores, románticos caminos vecinales bordeados de flamboyanes y húmedos bosques.
Por Yaniris López
Ecoturismo en la Costa Verde
De cara al Atlántico, al norte de la provincia María Trinidad Sánchez, el promontorio de Cabrera constituye una de las principales regiones cársticas del país. Sus terrazas escalonadas, formadas por rocas calizas emergidas del fondo marino en la era terciaria, son de poca altura y de fácil exploración, pero un tanto peligrosas, debido a las rocas que se desprenden de los farallones y que, vistas desde lo alto, sobrecogen momentáneamente el corazón.
La playa El Bretón, el cabo Francés y las puntas costeras del promontorio, ubicadas al noroeste del centro del municipio de Cabrera, son los principales atractivos del Monumento Natural Cabo Francés Viejo. Todo junto conforma un destino que, por sus peculiares vistas panorámicas, bien merece anotarse en la ruta de todo viajero.
Miguel Gil, guardaparques del área protegida desde hace 10 años, es el encargado de contar a los visitantes el origen del nombre del cabo y de la playa. Francés fue un señor que vivió en la zona en el siglo XVII y francés era el barco que encalló en estas aguas en un año que Gil no recuerda. El nombre del barco, dicen, era Bretón, y por eso la playa y la comunidad adoptaron el mote.
Los faros y la playa
Una vez en la caseta de Medio Ambiente, se baja a la playa por un sendero de piedras; otro sendero, de tierra, comunica con los faros. Se supone que la entrada debe pagarse, pero qué va. Gil se conforma con lo que la gente pueda dar y con que mantengan limpio el lugar. Responde amablemente a las preguntas de los curiosos mientras señala los bosques de penda en flor, javillas, guásima y caoba recién sembradas que anteceden a la punta de los faros y a un mirador. Gil admite que sí, que el lugar estuvo mucho tiempo impresentable pero que las cosas han cambiado mucho.
Los tres faros, con todo y el abandono en que se encuentran, dan lucimiento al lugar. El primero, construido con hierro y granza, debe tener entre 100 y 150 años, explica Gil; el segundo, construido durante la era de Trujillo, anda por los 65. El tercero lo tumbó el salitre y en su lugar fue levantado otro de hierro, durante el gobierno de Hipólito Mejía, en cuya construcción participó Gil. Los faros no funcionan porque la fotocelda del único que alumbraba se dañó y nadie se atreve a subir a cambiarla. Y porque la Marina de Guerra tampoco le da mantenimiento, se queja Gil.
Y luego está la playa El Bretón. Dando por sentado que muchas veces la belleza de un paisaje es muy difícil de describir, nos quedamos con sus colores y los chorros de agua de un río subterráneo que desemboca en una de las terrazas que le sirven de límite.
Cómo llegar
Tomando la carretera Nagua-Cabrera-Río San Juan, Cabo Francés Viejo se encuentra a unos 3 kilómetros después del centro de Cabrera, en la comunidad El Bretón. Aunque conocer todo el parque se toma unas horas, el Ministerio de Medio Ambiente permite acampar en los alrededores de la caseta para visitantes. Detrás de la caseta hay una cueva poco explorada por donde pasa un arroyo de agua dulce y en la que, dijo Gil, abundan las culebras. Si desea visitar el monumento natural con un grupo organizado, la agencia ecoturística Explora Dominicana programa viajes regulares a la zona como parte de su excursión “Explora la Costa Verde”.
Por Yaniris López
Ecoturismo en la Costa Verde
De cara al Atlántico, al norte de la provincia María Trinidad Sánchez, el promontorio de Cabrera constituye una de las principales regiones cársticas del país. Sus terrazas escalonadas, formadas por rocas calizas emergidas del fondo marino en la era terciaria, son de poca altura y de fácil exploración, pero un tanto peligrosas, debido a las rocas que se desprenden de los farallones y que, vistas desde lo alto, sobrecogen momentáneamente el corazón.
La playa El Bretón, el cabo Francés y las puntas costeras del promontorio, ubicadas al noroeste del centro del municipio de Cabrera, son los principales atractivos del Monumento Natural Cabo Francés Viejo. Todo junto conforma un destino que, por sus peculiares vistas panorámicas, bien merece anotarse en la ruta de todo viajero.
Miguel Gil, guardaparques del área protegida desde hace 10 años, es el encargado de contar a los visitantes el origen del nombre del cabo y de la playa. Francés fue un señor que vivió en la zona en el siglo XVII y francés era el barco que encalló en estas aguas en un año que Gil no recuerda. El nombre del barco, dicen, era Bretón, y por eso la playa y la comunidad adoptaron el mote.
Los faros y la playa
Una vez en la caseta de Medio Ambiente, se baja a la playa por un sendero de piedras; otro sendero, de tierra, comunica con los faros. Se supone que la entrada debe pagarse, pero qué va. Gil se conforma con lo que la gente pueda dar y con que mantengan limpio el lugar. Responde amablemente a las preguntas de los curiosos mientras señala los bosques de penda en flor, javillas, guásima y caoba recién sembradas que anteceden a la punta de los faros y a un mirador. Gil admite que sí, que el lugar estuvo mucho tiempo impresentable pero que las cosas han cambiado mucho.
Los tres faros, con todo y el abandono en que se encuentran, dan lucimiento al lugar. El primero, construido con hierro y granza, debe tener entre 100 y 150 años, explica Gil; el segundo, construido durante la era de Trujillo, anda por los 65. El tercero lo tumbó el salitre y en su lugar fue levantado otro de hierro, durante el gobierno de Hipólito Mejía, en cuya construcción participó Gil. Los faros no funcionan porque la fotocelda del único que alumbraba se dañó y nadie se atreve a subir a cambiarla. Y porque la Marina de Guerra tampoco le da mantenimiento, se queja Gil.
Y luego está la playa El Bretón. Dando por sentado que muchas veces la belleza de un paisaje es muy difícil de describir, nos quedamos con sus colores y los chorros de agua de un río subterráneo que desemboca en una de las terrazas que le sirven de límite.
Cómo llegar
Tomando la carretera Nagua-Cabrera-Río San Juan, Cabo Francés Viejo se encuentra a unos 3 kilómetros después del centro de Cabrera, en la comunidad El Bretón. Aunque conocer todo el parque se toma unas horas, el Ministerio de Medio Ambiente permite acampar en los alrededores de la caseta para visitantes. Detrás de la caseta hay una cueva poco explorada por donde pasa un arroyo de agua dulce y en la que, dijo Gil, abundan las culebras. Si desea visitar el monumento natural con un grupo organizado, la agencia ecoturística Explora Dominicana programa viajes regulares a la zona como parte de su excursión “Explora la Costa Verde”.
9/4/11
¿Qué tienen los helicópteros?
No lo podía creer. Bueno, de los chiquitos de entre tres y diez años sí (seguro que todos le caímos atrás a uno), pero ¿de los adultos? Ese día, dondequiera que llegábamos y el helicóptero aterrizaba (incluso antes de que aterrizara) la gente se quedaba maravillada mirando el aparato. Las cabezas salían de ventanas y balcones y los que estaban en la calle medio se aglomeraban para verlo llegar sin perder detalles. No bien paraban los motores ¿se dice así?, sacaban cámaras y celulares para tomar fotos y grabar el aterrizaje y a la gente que salía. Si hubiese sabido que provocan tanta emoción y alboroto, me hubiese vestido y peinado mejor (smile). Luego los pequeños se acercaban entusiasmados, examinaban el helicóptero como si fuera un objeto extraño y saludaban a los militares y a los pilotos uniformados como si fueran verdaderos héroes. De algo, váyase a ver, pero héroes. ¿Qué es lo que tienen los helicópteros? ¿Por qué provocan tanta curiosidad? ¿Por qué si les pones cinco clases diferentes de vehículos de juguete a los niños para que elijan sólo uno casi siempre prefieren el helicóptero? Con tal de ser imparcial y encontrar la verdad en boca de los que no mienten, le pregunté a Joshua (de 5 años y también fanático de los helicópteros) por qué le gustaban tanto, y esto fue lo que respondió:
−Porque vuelan en el cielo. Así (y planeó con los brazos, como si fuera un helicóptero): tucutucutucutucutucu…
−Porque vuelan en el cielo. Así (y planeó con los brazos, como si fuera un helicóptero): tucutucutucutucutucu…
5/4/11
RD y su adaptación al cambio climático (2)
"Es necesario crear en el hogar la mente de cambio climático, la gente tiene que exigirle al Gobierno que le facilite programas para incentivar la adaptación a cualquier nivel, a escala país" (J. Rieger)
Por Yaniris López
Optimizar los recursos
Rieger sugiere a las autoridades gestionar mejor los recursos hidráulicos.
“El agua de la superficie viene de las montañas, pero estamos cortando los árboles para dedicarlas a la agricultura, en vez de extender los servicios de las cuencas y mejorar la agricultura con esa agua. Podemos hacer una comparación entre la demanda de agua y la capacidad de producir agua que tienen las montanas ahora y la que tendrán en 20 ó 50 años y planificar en base a ello, podemos trabajar para medir la eficiencia del uso del agua en la agricultura, en las casas, en la industria; podemos crear un sistema de aguas residuales y procesadas que, aunque no estén totalmente limpias, sirvan para reciclar y usarse en la agricultura y en los campos de golf. Tenemos mucha agua dulce perdida que va al mar y que podíamos usar, el Gobierno puede crear incentivos para este tipo de cosas”.
El biólogo recomienda tomar en cuenta el cambio climático incluso en los proyectos de reforestación, de manera que sean ejecutados en aquellos lugares factibles de cambios.
El importante granito de arena personal
Cada quien en su vida cotidiana puede empezar a adaptarse al cambio climático, dice Rieger. En la casa, en la oficina, en la calle.
“Podemos empezar con el uso del agua. Estamos mirando un futuro con menos agua, hay que ajustarnos a este futuro, podemos usar menos agua en las cosas que hacemos cada día; si cada persona lo hace, es un aspecto importante. Por otro lado es necesario crear en el hogar la mente de cambio climático, la gente tiene que exigirle al Gobierno que le facilite programas para incentivar la adaptación a cualquier nivel, a escala país: en el hogar, en la calle, en la agricultura, en los negocios”, señala Rieger.
Cualquier cosa que una persona pueda hacer en la casa para reducir el uso de agua y para reciclar es importante, opina.
Otras sugerencias : “No construyamos cerca del mar, pensemos en la elevación de las aguas, no destruyamos los manglares. Una cosa que los municipios pueden hacer es tomar parte de los subsidios para crear planes de planificación y sentirlo como una responsabilidad”, termina Rieger.
Un trabajo por la conservación
The Nature Conservancy (TNC) es una organización internacional que trabaja por la conservación de la naturaleza y los recursos naturales. Tiene su sede en EE.UU. y representación en 80 países.
Eddy Silva, ecuatoriano radicado en el país y especialista en ecoturismo de TNC para el Programa del Caribe Central, que incluye a Dominicana, Haití, Cuba y Puerto Rico, señala que este programa se especializa en la protección de áreas protegidas marinas y otras zonas sensibles e importantes para la conservación.
“Ofrecemos propuestas de mecanismos de sostenibilidad financiera para las áreas protegidas, el turismo, el cambio climático y la pesquería. Localmente trabajamos con socios y ONG de conservación como Fundemar, el Centro para la Conservación y Ecodesarrollo de la Bahía de Samaná y su Entorno (Cebse) y Pronatura. Cuando encontramos vacíos en las capacidades traemos expertos para fortalecer las capacidades locales”, dice.
Durante 10 años, TNC ha realizado investigaciones locales en las montañas de la cordillera Central, en Samaná y en los parques nacionales del Este y Valle Nuevo. Su estudio sobre áreas protegidas ayudó a las autoridades a identificar zonas vulnerables y a aumentar el sistema de áreas protegidas marinas del país.
La USAID dispondrá de fondos para trabajar en el país la adaptación al cambio climático. "Jim Rieger está preparando un programa de capacitación para tomadores de decisiones en el Gobierno sobre el tema", adelantó Eddy Silva.
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Por Yaniris López
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El biólogo recomienda tomar en cuenta el cambio climático incluso en los proyectos de reforestación, de manera que sean ejecutados en aquellos lugares factibles de cambios.
El importante granito de arena personal
Cada quien en su vida cotidiana puede empezar a adaptarse al cambio climático, dice Rieger. En la casa, en la oficina, en la calle.
“Podemos empezar con el uso del agua. Estamos mirando un futuro con menos agua, hay que ajustarnos a este futuro, podemos usar menos agua en las cosas que hacemos cada día; si cada persona lo hace, es un aspecto importante. Por otro lado es necesario crear en el hogar la mente de cambio climático, la gente tiene que exigirle al Gobierno que le facilite programas para incentivar la adaptación a cualquier nivel, a escala país: en el hogar, en la calle, en la agricultura, en los negocios”, señala Rieger.
Cualquier cosa que una persona pueda hacer en la casa para reducir el uso de agua y para reciclar es importante, opina.
Otras sugerencias : “No construyamos cerca del mar, pensemos en la elevación de las aguas, no destruyamos los manglares. Una cosa que los municipios pueden hacer es tomar parte de los subsidios para crear planes de planificación y sentirlo como una responsabilidad”, termina Rieger.
Un trabajo por la conservación
The Nature Conservancy (TNC) es una organización internacional que trabaja por la conservación de la naturaleza y los recursos naturales. Tiene su sede en EE.UU. y representación en 80 países.
Eddy Silva, ecuatoriano radicado en el país y especialista en ecoturismo de TNC para el Programa del Caribe Central, que incluye a Dominicana, Haití, Cuba y Puerto Rico, señala que este programa se especializa en la protección de áreas protegidas marinas y otras zonas sensibles e importantes para la conservación.
“Ofrecemos propuestas de mecanismos de sostenibilidad financiera para las áreas protegidas, el turismo, el cambio climático y la pesquería. Localmente trabajamos con socios y ONG de conservación como Fundemar, el Centro para la Conservación y Ecodesarrollo de la Bahía de Samaná y su Entorno (Cebse) y Pronatura. Cuando encontramos vacíos en las capacidades traemos expertos para fortalecer las capacidades locales”, dice.
Durante 10 años, TNC ha realizado investigaciones locales en las montañas de la cordillera Central, en Samaná y en los parques nacionales del Este y Valle Nuevo. Su estudio sobre áreas protegidas ayudó a las autoridades a identificar zonas vulnerables y a aumentar el sistema de áreas protegidas marinas del país.
La USAID dispondrá de fondos para trabajar en el país la adaptación al cambio climático. "Jim Rieger está preparando un programa de capacitación para tomadores de decisiones en el Gobierno sobre el tema", adelantó Eddy Silva.
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Advertencia de los expertos: “Tenemos que prepararnos para ver más desastres, huracanes, inundaciones, hambre y enfermedades”"
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Por Yaniris López
Jim Rieger, director de Adaptación al Cambio Climático para Latinoamérica de la organización The Nature Conservancy (TNC), y Eddy Silva, especialista en ecoturismo del Programa del Caribe Central de esa organización, alertaron sobre la importancia de que en el país se ponga énfasis en las inevitables consecuencias que tendrá para la sociedad dominicana el cambio climático y en la necesidad de crear programas de adaptación.
Ambos consideran que, pese a los esfuerzos que se hacen para interesar a la población, el tema se maneja de manera genérica y no a nivel de país. Los especialistas ponen énfasis en la diferencia entre mitigación y adaptación al cambio climático como dos términos imprescindibles para entender el tema.
Rieger explica que el cambio climático es el resultado de los gases invernadero en la atmósfera y el más común es el dióxido de carbono (CO2). En ese sentido, hay básicamente dos formas de enfrentarlo: la mitigación, que se logra al reducir las emisiones de CO2 y que involucra el secuestro de CO2 en los bosques y el uso de energía limpia; y la adaptación, es decir, reconocer que el clima va a cambiar, que impactará a la sociedad y que hay que habituarse a esos cambios.
“Hemos gastado mucho tiempo en negociaciones y proyectos de mitigación pero no en la adaptación. Nos enteramos que el clima va a cambiar pero como no estamos haciendo progresos rápidos en mitigación sólo queda adaptarse”, dice Rieger.
Adaptarse
Silva indica que el cambio climático es inevitable: va a subir el nivel del agua, va haber menos lluvias y la temperatura se elevará. ¿Qué podemos hacer al respecto?, se pregunta. “Desarrollar estrategias para adaptarnos a eso, aprender a vivir con menos lluvia, con menos agua potable. En vista de que el proceso de mitigación es un proceso costoso, de años, de que nadie quiere ceder, tenemos que prepararnos para los desastres, para ver más huracanes y tempestades, más inundaciones, más hambre y más enfermedades. Lo que tenemos es que crear estrategias para ver cómo nos adaptamos a ese mundo. Es una mala noticia pero hay que enfrentarla. Tenemos que despertar el interés de la gente y decirle que el cambio está aquí, que dentro de 10, 20 ó 50 años todo será diferente y tenemos que ir adaptándonos a esa nueva realidad”, responde.
Más y mejores informaciones
A las autoridades les está costando involucrar e interesar a la población en el tema del cambio climático. Tal vez se deba, indica el especialista en ecoturismo y coordinador de la Alianza Dominicana para el Desarrollo del Turismo Sostenible (DSTA/USAID), Eddy Silva, a que muchas personas creen que los recursos nunca se van a agotar.
“Pero ya no es un asunto de volver al verde porque es un tema bonito y está de moda, es que el tope verde va a desaparecer. Puede que ahora estés sembrando sobre futuros fondos marinos”, explica. Tanto Silva como el experto en adaptación climática Jim Rieger coinciden en que la principal amenaza para la isla es la elevación del nivel de las aguas del mar. “En proyecciones para el 2100, se elevarán aproximadamente un metro, por lo que se espera que desaparezca el 14% del área costera, y el 95% de nuestras estructuras hoteleras está en ese por ciento. Son predicciones, como pueden llegar a un metro pueden llegar a 50 centímetros, de todas formas nos va a afectar”, indican.
Otras amenazas, sigue Silva: “La temperatura subirá 3.5 grados centígrados para el 2100. Tendremos menos agua potable y menos condiciones para la agricultura y los huracanes serán más intensos”. Como muchos podrían pensar que el 2100 está muy lejos, Rieger advierte que, aunque no pueden proyectar con exactitud cifras y datos, los cambios ya se están viendo y serán irreversibles.
Recomendaciones
“Lo que tenemos que hacer es planificar por tantos años en esta dirección y ver qué podemos hacer”, señala Rieger. Para empezar, asegura que el país necesita mejorar sus programas de comunicación. “La gente tiene que entender qué es el cambio climático, necesita más información. Posiblemente hay una percepción de que ya tenemos la información pero no, necesitamos la información a nivel del país, tenemos mucha información a nivel del mundo, pero necesitamos información de aquí, conocer cuáles son los puntos más vulnerables de la isla”.
En República Dominicana, dice señalando un mapa, la zona Este es la más vulnerable si sube el nivel del mar, debido a que es un área poco montañosa y con ecosistemas costeros frágiles. “Las montañas peligran pero no cambiarán tanto como en el Este, donde es necesario hacer un programa para preservar y maximizar los beneficios de la naturaleza porque después de ciertos extremos de clima posiblemente vamos a perder mucho por aquí”.
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Por Yaniris López
Jim Rieger, director de Adaptación al Cambio Climático para Latinoamérica de la organización The Nature Conservancy (TNC), y Eddy Silva, especialista en ecoturismo del Programa del Caribe Central de esa organización, alertaron sobre la importancia de que en el país se ponga énfasis en las inevitables consecuencias que tendrá para la sociedad dominicana el cambio climático y en la necesidad de crear programas de adaptación.
Ambos consideran que, pese a los esfuerzos que se hacen para interesar a la población, el tema se maneja de manera genérica y no a nivel de país. Los especialistas ponen énfasis en la diferencia entre mitigación y adaptación al cambio climático como dos términos imprescindibles para entender el tema.
Rieger explica que el cambio climático es el resultado de los gases invernadero en la atmósfera y el más común es el dióxido de carbono (CO2). En ese sentido, hay básicamente dos formas de enfrentarlo: la mitigación, que se logra al reducir las emisiones de CO2 y que involucra el secuestro de CO2 en los bosques y el uso de energía limpia; y la adaptación, es decir, reconocer que el clima va a cambiar, que impactará a la sociedad y que hay que habituarse a esos cambios.
“Hemos gastado mucho tiempo en negociaciones y proyectos de mitigación pero no en la adaptación. Nos enteramos que el clima va a cambiar pero como no estamos haciendo progresos rápidos en mitigación sólo queda adaptarse”, dice Rieger.
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Silva indica que el cambio climático es inevitable: va a subir el nivel del agua, va haber menos lluvias y la temperatura se elevará. ¿Qué podemos hacer al respecto?, se pregunta. “Desarrollar estrategias para adaptarnos a eso, aprender a vivir con menos lluvia, con menos agua potable. En vista de que el proceso de mitigación es un proceso costoso, de años, de que nadie quiere ceder, tenemos que prepararnos para los desastres, para ver más huracanes y tempestades, más inundaciones, más hambre y más enfermedades. Lo que tenemos es que crear estrategias para ver cómo nos adaptamos a ese mundo. Es una mala noticia pero hay que enfrentarla. Tenemos que despertar el interés de la gente y decirle que el cambio está aquí, que dentro de 10, 20 ó 50 años todo será diferente y tenemos que ir adaptándonos a esa nueva realidad”, responde.
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A las autoridades les está costando involucrar e interesar a la población en el tema del cambio climático. Tal vez se deba, indica el especialista en ecoturismo y coordinador de la Alianza Dominicana para el Desarrollo del Turismo Sostenible (DSTA/USAID), Eddy Silva, a que muchas personas creen que los recursos nunca se van a agotar.
“Pero ya no es un asunto de volver al verde porque es un tema bonito y está de moda, es que el tope verde va a desaparecer. Puede que ahora estés sembrando sobre futuros fondos marinos”, explica. Tanto Silva como el experto en adaptación climática Jim Rieger coinciden en que la principal amenaza para la isla es la elevación del nivel de las aguas del mar. “En proyecciones para el 2100, se elevarán aproximadamente un metro, por lo que se espera que desaparezca el 14% del área costera, y el 95% de nuestras estructuras hoteleras está en ese por ciento. Son predicciones, como pueden llegar a un metro pueden llegar a 50 centímetros, de todas formas nos va a afectar”, indican.
Otras amenazas, sigue Silva: “La temperatura subirá 3.5 grados centígrados para el 2100. Tendremos menos agua potable y menos condiciones para la agricultura y los huracanes serán más intensos”. Como muchos podrían pensar que el 2100 está muy lejos, Rieger advierte que, aunque no pueden proyectar con exactitud cifras y datos, los cambios ya se están viendo y serán irreversibles.
Recomendaciones
“Lo que tenemos que hacer es planificar por tantos años en esta dirección y ver qué podemos hacer”, señala Rieger. Para empezar, asegura que el país necesita mejorar sus programas de comunicación. “La gente tiene que entender qué es el cambio climático, necesita más información. Posiblemente hay una percepción de que ya tenemos la información pero no, necesitamos la información a nivel del país, tenemos mucha información a nivel del mundo, pero necesitamos información de aquí, conocer cuáles son los puntos más vulnerables de la isla”.
En República Dominicana, dice señalando un mapa, la zona Este es la más vulnerable si sube el nivel del mar, debido a que es un área poco montañosa y con ecosistemas costeros frágiles. “Las montañas peligran pero no cambiarán tanto como en el Este, donde es necesario hacer un programa para preservar y maximizar los beneficios de la naturaleza porque después de ciertos extremos de clima posiblemente vamos a perder mucho por aquí”.
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1/4/11
Un concierto por la educación
Vistamos la Plaza España de negro y amarillo
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Este domingo 3 de abril a partir de las 4:00 p.m., en la Plaza España de la Ciudad Colonial, un grupo de artistas ofrecerán sus voces al concierto Voces Amarillas por una Educación Digna.
Toque Profundo, Vicente García, Xiomara Fortuna, Boca Tabú, Janio Lora, Cerobit, Pablo Cavalo, Tribu del Sol, Marte o Venus, Giordano Morel, Circuito Negro, Pochy Familia, Los Rosario, El Cata, el Poeta Callejero, Techy Fatule, Huellas Invisibles y Coby Quintana han confirmado su participación.
El concierto es organizado por la Coalición Educación Digna en reclamo de que se cumpla con la asignación del 4% del PIB para la educación. Según los organizadores, dos compañías de seguridad y más de 100 voluntarios trabajarán para garantizar el orden y la limpieza en el evento.
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Este domingo 3 de abril a partir de las 4:00 p.m., en la Plaza España de la Ciudad Colonial, un grupo de artistas ofrecerán sus voces al concierto Voces Amarillas por una Educación Digna.
Toque Profundo, Vicente García, Xiomara Fortuna, Boca Tabú, Janio Lora, Cerobit, Pablo Cavalo, Tribu del Sol, Marte o Venus, Giordano Morel, Circuito Negro, Pochy Familia, Los Rosario, El Cata, el Poeta Callejero, Techy Fatule, Huellas Invisibles y Coby Quintana han confirmado su participación.
El concierto es organizado por la Coalición Educación Digna en reclamo de que se cumpla con la asignación del 4% del PIB para la educación. Según los organizadores, dos compañías de seguridad y más de 100 voluntarios trabajarán para garantizar el orden y la limpieza en el evento.
"Voces Amarillas por una Educación Digna es una actividad donde los dominicanos y las dominicanas exigirán de forma pacífica más y mejor inversión en educación", indica la red.
¡Hola, abril!
¡Abril!, el primer albor
de la mañana en el cielo;
¡abril!, el primer anhelo;
¡abril!, la primera flor.
...
Abril es por maravilla
flor de eterna juventud;
abril es fuerza y salud;
abril sabe a manzanilla.
...
Abril ama, sueña, engríe
canta, bulle y alborota;
abril es clavel que brota,
abril es boca que ríe.
¡Abril! ¿A quién no has dejado
el recuerdo de un amor
y las hojas de una flor
en el libro más preciado?
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Abril, fragmento (Joaquín y Serafín Álvarez Quintero)
de la mañana en el cielo;
¡abril!, el primer anhelo;
¡abril!, la primera flor.
...
Abril es por maravilla
flor de eterna juventud;
abril es fuerza y salud;
abril sabe a manzanilla.
...
Abril ama, sueña, engríe
canta, bulle y alborota;
abril es clavel que brota,
abril es boca que ríe.
¡Abril! ¿A quién no has dejado
el recuerdo de un amor
y las hojas de una flor
en el libro más preciado?
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Abril, fragmento (Joaquín y Serafín Álvarez Quintero)
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