El permiso para la captura de 27 jorobadas en Groenlandia en los próximos tres años afectará el turismo de avistamiento de ballenas en Centroamérica
Yaniris López
Santo Domingo.- La Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA, por sus siglas en inglés) calificó el pasado 25 de junio como un día trágico para las ballenas jorobadas. Ese día, durante la 62 reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), celebrada del 21 al 25 de junio en Agadir, Marruecos, fue aprobada la propuesta de Dinamarca para la caza en Groenlandia de 27 ballenas jorobadas en los próximos tres años (nueve por año), aludiendo motivos de subsistencia o caza de cuota aborigen.
Se trata de una noticia terrible para países que, como República Dominicana, han hecho de la observación de ballenas una de sus principales actividades turísticas. De muy poco sirvieron las manifestaciones de la sociedad civil y de muchas organizaciones ecológicas internacionales que se oponen a la cacería de ballenas. Según un comunicado de la WSPA, el vice presidente de la CBI, Antony Liverpool, pidió a los países oponentes no bloquear la propuesta de Dinamarca.
Consecuencias para Centroamérica
“Las ballenas no pertenecen particularmente a un país, sino a todo el mundo. La caza de ballenas jorobadas que Groenlandia planea realizar en sus costas migran a las costas alrededor del Caribe y América Central donde se encuentra una floreciente industria de avistamiento de ballenas”, fue la respuesta de Marcela Vargas, encargada de este programa de la WSPA en Latinoamérica, a la decisión de la CBI.
Esta medida, dijo Vargas, afectará seriamente el sustento de las personas en el Caribe y América Central que dependen de las ballenas para el turismo de avistamiento. Una investigación de la WSPA realizada en 2008 demostró que el consumo de la caza que se realiza en Groenlandia es comercial.
Valen más vivas que muertas
Las disputas entre los países cazadores y los países protectores de ballenas matizan cada año las reuniones de la Comisión Ballenera Internacional (CIB), el organismo internacional creado en 1946 que regula la cacería de ballenas y que cuenta con 88 países miembros.
Los países protectores exigen a la CBI que mantenga la prohibición de la pesca comercial de ballenas, vigente desde 1986, mientras que los países cazadores (liderados por Japón, Noruega e Islandia) piden levantar esta medida. En la última asamblea, debido a la falta de consenso entre las partes, la reforma de la moratoria de caza de ballenas fue pospuesta para el 2011.
Para los defensores de los derechos de los animales, las ballenas valen más vivas que muertas y observarlas representa mayores beneficios económicos que cazarlas. Sólo en el año 2009, más de 13 millones de personas en 119 países avistaron ballenas y la actividad movió alrededor de 2,000 millones de dólares.
Los operadores turísticos
Durante la reunión de la CBI, 75 operadores turísticos de avistamiento de ballenas de América Latina y el Caribe, entre ellos 13 dominicanos, pidieron a la CIB que se mantenga la prohibición a la caza comercial de estos animales.
Los operadores turísticos destacaron en un documento el auge constante que ha tenido la observación de ballenas en Latinoamérica, registrando a la fecha 1.4 millones de observadores y generando más de 278 millones de dólares.
“El avistaje de ballenas conducido de manera responsable es una alternativa que demuestra que no es necesario infligir crueldad a estos bellos animales para generar beneficios”, afirmó Marcela Vargas, de la WSPA.
Desde Dominicana
En República Dominicana tiene lugar el mayor turismo de observación de ballenas de la región del Caribe, dijo, a través de la WSPA, Liliana Betancourt, investigadora científica del Centro para la Conservación de Ecodesarrollo de la Bahía de Samaná y su entorno (CEBSE). “En la Bahía de Samaná operan 43 embarcaciones y unos 10 operadores de turismo que ofrecen viajes a más de 25,000 turistas por año que llegan de diferentes partes del mundo durante la temporada. El impacto de la actividad de observación de ballenas es esencial en el país y ofrece importantes beneficios socioeconómicos para las comunidades costeras”, indicó.
Posición de la WSPA sobre la caza de ballena
"Las ballenas son criaturas extraordinarias e inteligentes con complejas redes sociales. Ellas comparten esta tierra desde hace 50 millones de años. En este sentido, el ser humano tiene la responsabilidad de velar por su conservación y bienestar. No existe ninguna justificación para matar a las ballenas. Y más aún, no existe una forma humanitaria de matar ballenas. Es por esto que la Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA) aboga por un cambio de timón en la Comisión Ballenera Internacional (CBI) para que esta se convierta en una instancia de conservación de cetáceos. Asimismo, la WSPA promueve el uso no letal de cetáceos a través de la industria de avistamiento de cetáceos. Esta actividad manejada de manera responsable brinda beneficios para las comunidades costeras alrededor del mundo y los cetáceos." (Marcela Vargas para Listín Diario)
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30/6/10
26/6/10
Babunuco, mucho más que un bar-restaurante
(c) Yaniris López
Cabrera, María Trinidad Sánchez.- Juan Alberto estaba destinado a la cocina y al campo. Por más saltos que dio, no pudo escapar de sus orígenes. Nació en el municipio de Cabrera, provincia María Trinidad Sánchez y, siendo un mozo, allá por el año 1988, estudió cocina en la Escuela Hotelera de Puerto Plata.
Luego se fue a la Capital y estudió contabilidad en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). A punto de terminar la tesis la dejó, se fue a trabajar a Santiago y después volvió a Cabrera.
“Yo no soporto mucho la ciudad -dice Juan Alberto como disculpándose-. Soy un campesino por naturaleza”. Pero se trata de una confesión que muchos, especialmente los que han probado su sazón, le agradecen.
En el 2003 Juan Alberto decide abrir un bar en un rancho ubicado en la carretera de El Saltadero, a un costado del camino estrecho y tupido que lleva a la famosa y visitada cascada del municipio de Cabrera. De vez en cuando le cocinaba a los invitados que pedían comer “algo más”, hasta que decidió agregarle al lugar, que se llama Babunuco, el apelativo de bar-restaurante. Y ahí está: lo conforman dos enramadas que sirven de comedores, una antesala y cocina que parecen un museo, una pequeña fábrica de cigarros y un patio verde y acogedor.
Campesino y gurmé
La especialidad de la casa son tres: mariscos, pastas y carnes. Todo fresco, señala Juan Alberto, porque la costa está cerquita y pueden darse el gusto de comer pescado de temporada (lambí, dorado, chillo). También prefiere utilizar ingredientes naturales y complacer los gustos de los clientes.
“Normalmente tengo un menú, pero es personal, trabajo con lo que tengo a mano, voy utilizando lo que más haya en el momento; como no puedo mantener un menú fijo trato de trabajar con lo más fresco”.
No es necesario que dé muchos detalles. Lo que sea que Juan Alberto le eche a las habichuelas, a las carnes o a las ensaladas, que le dan un sabor único, exquisito, es agradecido por los comensales. Debe ser que todo lo hace con pasión, humor y una energía que contagia a los que prueban su comida, pues siempre está contento, contando anécdotas y haciendo reír a los visitantes.
Mucho más que comida
Abierto de 12:00 del mediodía hasta las 12:00 de la medianoche(cerrado los martes), Babunuco (en honor al trapo enrollado que usan las mujeres de los campos en la cabeza para llevar cargas pesadas), es mucho más que un restaurante.
El lugar está lleno de utensilios viejos y huesos de animales.
“Son cosas viejas. Hay muchas cosas que perdemos a medida que nos modernizamos y he querido rescatarlas para el que no las conozca”, explica Juan Alberto. La colección incluye pilones, jaguaderas (aguaderas), andullos, calabazos, villoneras, placas, teléfonos, discos LP y una variedad de objetos que él llama del pasado reciente. De todos, llama mucho la atención los huesos de ballena y tiburón que adornan los pasillos. “Las ballenas pasan muy cerca y cuando algunas mueren los pescadores recogen los huesos, los adquirimos para tener de qué hablar con la gente”, sonríe Juan Alberto.
Y una pequeña fábrica de cigarros
Para entretenerse, y porque también es una de sus grandes pasiones, Juan Alberto fabrica cigarros. Son “hechos a mano para pedir”, es decir, mandados a hacer, de ediciones limitadas, porque el chef no los acumula. Puede hacer la cantidad que le pidan, en ocho variedades, pero no los guarda. “Es que todo aquí es fresco”, recuerda.
Tan frescos son también los cigarros que lo entregan en la puerta del solicitante en una caja original de madera de cedro, para que no pierdan la frescura y asegurar, de esta forma, una buena quemada y el máximo sabor.
24/6/10
Isla de la Esperanza
No sé, pero al ver la foto de la Isla de la Esperanza desde arriba y al observar de cerca las dos grandes ceibas ubicadas en uno de los extremos del islote (y al notar que los pies ceden un poco a cada paso que una da en su interior), se me ocurre pensar que la parte verde del suelo de la isla es una lámina de fieltro, finita, y que si la levantamos un poco, o si buceamos, veremos las raíces de las ceibas solas y largas, allí abajo, moviéndose al compás de la corriente del Ozama, apenas sostenidas por las aguas, por nada, como si de un dibujo animado se tratara.
21/6/10
Los humedales del río Ozama
El paisaje suburbano del Gran Santo Domingo es un verde refugio de aves endémicas y migratorias
(c) Yaniris López
A Timo
El remanso del río Ozama a su entrada a la provincia Santo Domingo y hasta su desembocadura en el Distrito Nacional conforma el segundo sistema de humedales más grande e importante del país. Casi en su totalidad, estos ecosistemas forman parte del Parque Nacional Humedales del Ozama (creado mediante decreto207-02) y del Cinturón Verde de Santo Domingo y desde hace un año están siendo habilitados para el turismo y el uso familiar por el Ministerio de Medio Ambiente. La gracia de un humedal, dice el viceministro de Áreas Protegidas, Eleuterio Martínez, es el racimo de lagunas de todos los tamaños que bordean el río que invitan a realizar todo tipo de actividades de recreación. Es una oportunidad cercana y económica para conocer patos, garzas de ríos y grises, yaguazas, zaramagullones y carraos; reposar bajo una ceiba centenaria, respirar aire puro a pocos kilómetros del centro urbano, realizar reuniones familiares, caminar, montar bicicleta, pasear en botes, hacer investigación científica o simplemente tirarse sobre la grama y no hacer nada. Hay espacio para mucho: el Parque Nacional Humedales del Ozama mide 47.42 kilómetros cuadrados, con un sendero de 27 kilómetros de largo que conecta Laguna Manatí, en LaVictoria, con el Cachón de la Rubia, en Santo Domingo Este. A su entorno se suman el Parque Ecológico Las Malvinas y la Islita de la Esperanza, en la confluencia de los ríos Ozama e Isabela.
Laguna Manatí
Ubicada al norte de la comunidad de La Victoria y con 1.2 km navegables, es la segunda más grande de una docena de lagunas localizadas en ambas márgenes del río Ozama. Le llaman así, explica Eleuterio Martínez, “porque en tiempos ‘ha’, cuando el Ozama hacía sus grandes avenidas, los manatíes podían recalar y llegar hasta esta zona”.
El Cachón de la Rubia
Es el balnerario más visitado del municipio Santo Domingo Este. En su demarcación fue creado el Bosque de la Mujer en marzo pasado, con la peculiaridad de que todos los árboles sembrados allí llevan nombre de mujer (mara, ceiba o anacahuita). La administradora del parque es la puertorriqueña radicada en el país Ada Wiscovitch. En el lugar funciona una ciclo-ruta.
La islita de la Esperanza
En el centro de la confluencia de los ríos Ozama e Isabela, la Islita de la Esperanza, que no alcanza el kilómetro de largo, ya se perfila como un atractivo turístico de la ciudad. Allí, con competencias acuáticas, una procesión, una caravana de yoleros, palos y cantos, celebró el Ministerio de Medio Ambiente el Día Mundial de la Biodiversidad, que se conmemora cada 22 de mayo.
Las Malvinas
En Villa Mella, en la margen occidental del río Isabela y casi frente a la Islita de la Esperanza, se encuentra el Parque Ecológico Las Malvinas. Sus senderos, paisajes y copiosa vegetación invitan a la exploración y a pasarla bien, siempre y cuando los ríos Ozama e Isabela no estén revueltos y el hedor no obligue al visitante a devolverse.
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Relacionado:
Los humedales de Nigua
(c) Yaniris López
A Timo
El remanso del río Ozama a su entrada a la provincia Santo Domingo y hasta su desembocadura en el Distrito Nacional conforma el segundo sistema de humedales más grande e importante del país. Casi en su totalidad, estos ecosistemas forman parte del Parque Nacional Humedales del Ozama (creado mediante decreto207-02) y del Cinturón Verde de Santo Domingo y desde hace un año están siendo habilitados para el turismo y el uso familiar por el Ministerio de Medio Ambiente. La gracia de un humedal, dice el viceministro de Áreas Protegidas, Eleuterio Martínez, es el racimo de lagunas de todos los tamaños que bordean el río que invitan a realizar todo tipo de actividades de recreación. Es una oportunidad cercana y económica para conocer patos, garzas de ríos y grises, yaguazas, zaramagullones y carraos; reposar bajo una ceiba centenaria, respirar aire puro a pocos kilómetros del centro urbano, realizar reuniones familiares, caminar, montar bicicleta, pasear en botes, hacer investigación científica o simplemente tirarse sobre la grama y no hacer nada. Hay espacio para mucho: el Parque Nacional Humedales del Ozama mide 47.42 kilómetros cuadrados, con un sendero de 27 kilómetros de largo que conecta Laguna Manatí, en LaVictoria, con el Cachón de la Rubia, en Santo Domingo Este. A su entorno se suman el Parque Ecológico Las Malvinas y la Islita de la Esperanza, en la confluencia de los ríos Ozama e Isabela.
Laguna Manatí
Ubicada al norte de la comunidad de La Victoria y con 1.2 km navegables, es la segunda más grande de una docena de lagunas localizadas en ambas márgenes del río Ozama. Le llaman así, explica Eleuterio Martínez, “porque en tiempos ‘ha’, cuando el Ozama hacía sus grandes avenidas, los manatíes podían recalar y llegar hasta esta zona”.
El Cachón de la Rubia
Es el balnerario más visitado del municipio Santo Domingo Este. En su demarcación fue creado el Bosque de la Mujer en marzo pasado, con la peculiaridad de que todos los árboles sembrados allí llevan nombre de mujer (mara, ceiba o anacahuita). La administradora del parque es la puertorriqueña radicada en el país Ada Wiscovitch. En el lugar funciona una ciclo-ruta.
La islita de la Esperanza
En el centro de la confluencia de los ríos Ozama e Isabela, la Islita de la Esperanza, que no alcanza el kilómetro de largo, ya se perfila como un atractivo turístico de la ciudad. Allí, con competencias acuáticas, una procesión, una caravana de yoleros, palos y cantos, celebró el Ministerio de Medio Ambiente el Día Mundial de la Biodiversidad, que se conmemora cada 22 de mayo.
Las Malvinas
En Villa Mella, en la margen occidental del río Isabela y casi frente a la Islita de la Esperanza, se encuentra el Parque Ecológico Las Malvinas. Sus senderos, paisajes y copiosa vegetación invitan a la exploración y a pasarla bien, siempre y cuando los ríos Ozama e Isabela no estén revueltos y el hedor no obligue al visitante a devolverse.
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16/6/10
14/6/10
Los árboles de la Plaza Colón
Colocan tarjas con el nombre común, nombre científico y la procedencia de las plantas del parque más visitado de la Ciudad Colonial
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Además de la estatua de Cristóbal Colón señalando al infinito, de la fachada lateral de la Catedral de Santo Domingo y de las palomas que revolotean por todos lados buscando quién les ofrezca un poco de maíz, los árboles de la Plaza Colón, en la Ciudad Colonial, también forman parte de la estampa más fotografiada de Santo Domingo. Ellos le dan ese aire bohemio al paisaje urbano y cosmopolita de La Zona y, según la época del año, dejan que sus ramas verdes se llenen de trocitos rosados, rojos y amarillos. Sí, pero, ¿cómo se llaman? ¿Cómo deben registrar sus nombres los viajeros en sus diarios o los nacionales en la memoria? Era una misión imposible hasta hace unos meses.
Por iniciativa del Clúster Turístico de Santo Domingo y sus miembros, con la cooperación de la Agencia del pueblo de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) y la Agencia Internacional de Cooperación Española (AECID), los árboles de la Plaza Colón fueron identificados. Las tarjas colocadas a un lado de sus troncos indican su nombre común, nombre científico y procedencia.
Con nombres y apellidos
Los cuatro gigantes que vigilan las esquinas de la plaza, que dan una sombra tan copiosa que invita a leer, a dormir o soñar y que los lugareños llaman álamo, es el higuillo o Ficus religiosa. Y le llaman higuillo, comenta el guía turístico Rodolfo del Orbe, porque la frutilla es similar a la del higo, pero mucho más pequeña.
Frente al Palacio de Borgellá está el higo cimarrón, de hojas anchas. Hay dos ejemplares de flores rojas: el flamboyán y el avellano criollo o capacito, y dos ejemplares de roblillo o aceituno de flores rosado pálido, casi blanco. El de las flores rosado intenso es el roble rosado (Tabebuia rosea), y el árbol que combina hojas verdes y amarillas es el caucho.
Una historia curiosa
Los visitantes más fieles de la Plaza Colón notan que los cuatro higuillos de la plaza no están perfectamente alineados, aunque de lejos lo parezca. El árbol ubicado frente al edificio de la antigua Cárcel Real, en el punto donde se colocan los guías turísticos (calle Isabel La Católica), está fuera de línea. Y eso, como cada espacio y detalle de la Ciudad Colonial, también tiene su historia. Los guías cuentan que el higuillo original, el que sí estaba alineado al resto, fue destruido por el huracán George en 1998. Para no perder el ejemplar, un pedazo del tronco del higuillo fue replantado unos dos metros más al centro de la plaza. Cuando a los guías les preguntan si los cuatro árboles son centenarios, suelen responder que sí, pero que el higuillo en cuestión es más joven, y proceden a contar la historia. Y tienen razón: el huracán George se llevó parte de sus años.
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P.D.: Lo que es el bombo y la publicidad, ¿vieron cuántas instituciones participaron en poner unas míseras tarjas?
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Además de la estatua de Cristóbal Colón señalando al infinito, de la fachada lateral de la Catedral de Santo Domingo y de las palomas que revolotean por todos lados buscando quién les ofrezca un poco de maíz, los árboles de la Plaza Colón, en la Ciudad Colonial, también forman parte de la estampa más fotografiada de Santo Domingo. Ellos le dan ese aire bohemio al paisaje urbano y cosmopolita de La Zona y, según la época del año, dejan que sus ramas verdes se llenen de trocitos rosados, rojos y amarillos. Sí, pero, ¿cómo se llaman? ¿Cómo deben registrar sus nombres los viajeros en sus diarios o los nacionales en la memoria? Era una misión imposible hasta hace unos meses.
Por iniciativa del Clúster Turístico de Santo Domingo y sus miembros, con la cooperación de la Agencia del pueblo de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) y la Agencia Internacional de Cooperación Española (AECID), los árboles de la Plaza Colón fueron identificados. Las tarjas colocadas a un lado de sus troncos indican su nombre común, nombre científico y procedencia.
Con nombres y apellidos
Los cuatro gigantes que vigilan las esquinas de la plaza, que dan una sombra tan copiosa que invita a leer, a dormir o soñar y que los lugareños llaman álamo, es el higuillo o Ficus religiosa. Y le llaman higuillo, comenta el guía turístico Rodolfo del Orbe, porque la frutilla es similar a la del higo, pero mucho más pequeña.
Frente al Palacio de Borgellá está el higo cimarrón, de hojas anchas. Hay dos ejemplares de flores rojas: el flamboyán y el avellano criollo o capacito, y dos ejemplares de roblillo o aceituno de flores rosado pálido, casi blanco. El de las flores rosado intenso es el roble rosado (Tabebuia rosea), y el árbol que combina hojas verdes y amarillas es el caucho.
Una historia curiosa
Los visitantes más fieles de la Plaza Colón notan que los cuatro higuillos de la plaza no están perfectamente alineados, aunque de lejos lo parezca. El árbol ubicado frente al edificio de la antigua Cárcel Real, en el punto donde se colocan los guías turísticos (calle Isabel La Católica), está fuera de línea. Y eso, como cada espacio y detalle de la Ciudad Colonial, también tiene su historia. Los guías cuentan que el higuillo original, el que sí estaba alineado al resto, fue destruido por el huracán George en 1998. Para no perder el ejemplar, un pedazo del tronco del higuillo fue replantado unos dos metros más al centro de la plaza. Cuando a los guías les preguntan si los cuatro árboles son centenarios, suelen responder que sí, pero que el higuillo en cuestión es más joven, y proceden a contar la historia. Y tienen razón: el huracán George se llevó parte de sus años.
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P.D.: Lo que es el bombo y la publicidad, ¿vieron cuántas instituciones participaron en poner unas míseras tarjas?
11/6/10
Medio Ambiente en RD. Dos preguntas a Jaime David Fernández
"En nuestros países, el río es el camión de la basura más grande. Es más grande que una volqueta, porque todo el mundo tira la basura para el río, en funditas o como sea, y tiran no solo la basura que se ve, toda pipí y la caca, todo se va por ahí"
"La segunda amenaza es la inexistencia del funcionamiento de las plantas de tratamiento de aguas residuales, especialmente del Estado. Espero que ese no sea el titular, pero dígalo."
Yaniris López
Listín Diario
Fragmento de la entrevista publicada el sábado 5 de junio
Con motivo de celebrarse este sábado 5 de junio el Día del Medio Ambiente, Jaime David Fernández Mirabal, ministro dominicano de Medio Ambiente, conversa con LISTÍN DIARIO sobre los principales retos ecológicos que enfrenta el país en materia ecológica, entre ellos la necesidad de una ley de ordenamiento territorial, el manejo de las aguas residuales y de los desechos sólidos y la debilidad de la organización social para reclamar acciones que afectan el ambiente.
¿CUÁLES SON LOS MAYORES RETOS ECOLÓGICOS DEL GOBIERNO EN MATERIA DE MEDIO AMBIENTE?
La mayor amenaza es la inexistencia de una ley de ordenamiento territorial. Como no existe esa ley, aquí los asentamientos humanos se hacen donde quiera, es una amenaza para los humedades. Todo el mundo quiere rellenar un humedal, ricos y pobres. Quiero que usted vaya a ver el humedal de la Laguna de los Guaricanos, cómo está amenazada por un lado por los pobres y amenazada por el otro lado por los grandes ricos constructores de urbanizaciones, porque no hay una ley de ordenamiento. Pero qué resulta: una fábrica se instala en un lugar que es correcto, pero al otro día se le instalan cinco familias al lado en un área que es totalmente industrial y entonces hay una lucha entre lo residencial y lo industrial por esa inexistencia. La segunda amenaza es la inexistencia del funcionamiento de las plantas de tratamiento de aguas residuales, especialmente del Estado. Espero que ese no sea el titular, pero dígalo. Porque el vertido de aguas químicas y de aguas residuales que tienen todos esos componentes está yendo al subsuelo, al mar, y por eso usted ve que la barrera coralina del lado de Juan Dolio y Guayacanes se ha muerto, porque el agua que viene desde el Higüamo, por los vientos corre de Este hacia Oeste y el agua que viene desde La Romana corre desde La Romana hacia San Pedro y entonces el agua que corre desde el Ozama va hacia Güibia y hacia Haina; y el agua que sale del río Haina sigue más allá. Por eso es el que el Malecón sufre tanto, porque la barrera coralina de esa área prácticamente se ha muerto, y todo eso no es por las aguas residuales caseras, es por las aguas residuales de las industrias.
¿Y QUÉ HACE MEDIO AMBIENTE AL RESPECTO?
Lo que estamos haciendo es que tenemos proyectos en el río Haina, otro en el río Ozama, tratando de tener más control de la calidad del agua, pero si el principal violador es el propio Estado, que tiene las plantas de tratamiento... Vaya a ver la planta de Los tres Brazos, vaya a ver la planta de Villa Liberación, es más, si usted encuentra una sola planta que no sea la de Santiago, del sector público, que esté funcionando, yo le pagaría a usted.
No temo encontrar personas que lo refuten porque en el fondo esa es la realidad, pero ¿usted sabe por qué es esa realidad?, porque la clase política no le damos importancia a eso, porque la sociedad no nos reclama eso, porque la sociedad vive de espaldas a los desechos.
La sociedad es como cuando usted se sienta en el inodoro, que lo que tira para allá atrás usted no lo quiere mirar. Le da a la palanquita y adiós, a usted no le importa dónde va a ir a parar. En el fondo, así vive la sociedad. En los países avanzados, las aguas alrededor del río son las que más cuestan dinero. En nuestros países, el río es el camión de la basura más grande. Es más grande que una volqueta, porque todo el mundo tira la basura para el río, en funditas o como sea, y tiran no solo la basura que se ve, toda pipí y la caca, todo se va por ahí. En el fondo, ese es el reto que tenemos como sociedad, que la sociedad nos reclame, a la clase política, que tenemos que saber dónde estamos depositando los residuos, porque usted ve el sector turístico, puede ser una torre de Babel mañana. Si el sector turístico no se preocupa por lo que hacen con las aguas residuales, todo eso se nos puede ir abajo. Esas son las dos grandes amenazas: la inexistencia de una ley de ordenamiento territorial y el manejo de las aguas residuales y de los desechos sólidos y la debilidad de la organización social para reclamar el cumplimiento de eso.
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Fotos: (c) Yalo
"La segunda amenaza es la inexistencia del funcionamiento de las plantas de tratamiento de aguas residuales, especialmente del Estado. Espero que ese no sea el titular, pero dígalo."
Yaniris López
Listín Diario
Fragmento de la entrevista publicada el sábado 5 de junio
Con motivo de celebrarse este sábado 5 de junio el Día del Medio Ambiente, Jaime David Fernández Mirabal, ministro dominicano de Medio Ambiente, conversa con LISTÍN DIARIO sobre los principales retos ecológicos que enfrenta el país en materia ecológica, entre ellos la necesidad de una ley de ordenamiento territorial, el manejo de las aguas residuales y de los desechos sólidos y la debilidad de la organización social para reclamar acciones que afectan el ambiente.
¿CUÁLES SON LOS MAYORES RETOS ECOLÓGICOS DEL GOBIERNO EN MATERIA DE MEDIO AMBIENTE?
La mayor amenaza es la inexistencia de una ley de ordenamiento territorial. Como no existe esa ley, aquí los asentamientos humanos se hacen donde quiera, es una amenaza para los humedades. Todo el mundo quiere rellenar un humedal, ricos y pobres. Quiero que usted vaya a ver el humedal de la Laguna de los Guaricanos, cómo está amenazada por un lado por los pobres y amenazada por el otro lado por los grandes ricos constructores de urbanizaciones, porque no hay una ley de ordenamiento. Pero qué resulta: una fábrica se instala en un lugar que es correcto, pero al otro día se le instalan cinco familias al lado en un área que es totalmente industrial y entonces hay una lucha entre lo residencial y lo industrial por esa inexistencia. La segunda amenaza es la inexistencia del funcionamiento de las plantas de tratamiento de aguas residuales, especialmente del Estado. Espero que ese no sea el titular, pero dígalo. Porque el vertido de aguas químicas y de aguas residuales que tienen todos esos componentes está yendo al subsuelo, al mar, y por eso usted ve que la barrera coralina del lado de Juan Dolio y Guayacanes se ha muerto, porque el agua que viene desde el Higüamo, por los vientos corre de Este hacia Oeste y el agua que viene desde La Romana corre desde La Romana hacia San Pedro y entonces el agua que corre desde el Ozama va hacia Güibia y hacia Haina; y el agua que sale del río Haina sigue más allá. Por eso es el que el Malecón sufre tanto, porque la barrera coralina de esa área prácticamente se ha muerto, y todo eso no es por las aguas residuales caseras, es por las aguas residuales de las industrias.
¿Y QUÉ HACE MEDIO AMBIENTE AL RESPECTO?
Lo que estamos haciendo es que tenemos proyectos en el río Haina, otro en el río Ozama, tratando de tener más control de la calidad del agua, pero si el principal violador es el propio Estado, que tiene las plantas de tratamiento... Vaya a ver la planta de Los tres Brazos, vaya a ver la planta de Villa Liberación, es más, si usted encuentra una sola planta que no sea la de Santiago, del sector público, que esté funcionando, yo le pagaría a usted.
No temo encontrar personas que lo refuten porque en el fondo esa es la realidad, pero ¿usted sabe por qué es esa realidad?, porque la clase política no le damos importancia a eso, porque la sociedad no nos reclama eso, porque la sociedad vive de espaldas a los desechos.
La sociedad es como cuando usted se sienta en el inodoro, que lo que tira para allá atrás usted no lo quiere mirar. Le da a la palanquita y adiós, a usted no le importa dónde va a ir a parar. En el fondo, así vive la sociedad. En los países avanzados, las aguas alrededor del río son las que más cuestan dinero. En nuestros países, el río es el camión de la basura más grande. Es más grande que una volqueta, porque todo el mundo tira la basura para el río, en funditas o como sea, y tiran no solo la basura que se ve, toda pipí y la caca, todo se va por ahí. En el fondo, ese es el reto que tenemos como sociedad, que la sociedad nos reclame, a la clase política, que tenemos que saber dónde estamos depositando los residuos, porque usted ve el sector turístico, puede ser una torre de Babel mañana. Si el sector turístico no se preocupa por lo que hacen con las aguas residuales, todo eso se nos puede ir abajo. Esas son las dos grandes amenazas: la inexistencia de una ley de ordenamiento territorial y el manejo de las aguas residuales y de los desechos sólidos y la debilidad de la organización social para reclamar el cumplimiento de eso.
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Fotos: (c) Yalo
8/6/10
¡No me digas!
Hace unos meses, Denís sembró dos plantas de flores “todoelaño” enanas en una maceta (primera foto, la más grande) que alegraron la galería de casa y provocaban la “envidia” de los vecinos. Una es de color morado intenso y otra rosado intenso también. Echaron tantas semillas y tantos hijitos las matas que pronto hubo que trasplantar muchísimas matitas a otros tarros y a la jardinera. Crecieron rapidísimo y pronto afloraron los primeros capullitos pero, ¡venga sorpresa!, las primeras flores que vieron la luz ¡eran blancas con el centro amarillito! Y las siguientes blancas también, completitas, y luego nacieron flores rosadito pálido de pétalos finitos, y flores moradito pálido de pétalos anchos y centro rojo, y luego blancas con el centro rojo, y algunas que al principio son todos los colores a la vez y con los días se vuelven uno. Y cada semana salen variantes de todos los colores. Y muchas (por eso le dicen "todoelaño"). Ahhh, dijimos, eso quiere decir que las originales eran blancas y algo le inyectaron en el vivero para ponerlas de colores. ¿Qué otra explicación había?
Entonces, el pasado sábado, en la I Feria Agroforestal y Ecoturística de Jarabacoa, me acerqué a un vivero que tenía en exhibición y venta cientos de “Todoelaño” enanas (muchas de colores rosado y morado), e ingenuamente le pregunté al chico que atendía (un joven haitiano de lo más simpático) cómo es que le ponen esos colores tan lindos e intensos, que cuál era el truco. Y él me respondió que no, que no había truco, que venían así de lindas, así con esos colores. ¿Seguro?, le dije. Y el asentía con la cabeza. Le tomé muchas fotos a la mesa y al suelo llenos de flores y me fui. No le dije lo que yo sabía (bueno, sospechaba). Prefiero pensar que no entendió la pregunta…
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Relacionado:
Cómo las flores fabrican su color (y de cómo el chico del vivero tenía razón)
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3/6/10
Las Caritas de los Indios
Un lugar donde dejaron su impronta artística los primeros habitantes de la isla
© Yaniris López
Al dejar atrás Postrer Río y antes de llegar a La Descubierta, al norte de la provincia Independencia, los cerros de Las Caritas, frente al lago Enriquillo, conforman la tercera parada de una ruta que lleva al viajero a emocionarse con los encantos del Parque Nacional Lago Enriquillo e Isla Cabritos. Si el vehículo va muy deprisa es posible que tenga que devolverse, porque los farallones, desde la carretera, no se ven tan grandes ni majestuosos como el visitante se imagina o como muestran las fotografías. El sendero que lleva hasta la cumbre, además, no es tan complaciente con los aventureros haraganes. Pero ya cerca, sí es verdad que el paisaje impresiona.
Al llegar, y por las formas de las piedras, la primera impresión es que se trata de la escultura de un gigantesco intestino perforado. Como los agujeros del intestino no se ven sino desde dentro de la cavidad del farallón, descubrirlos provoca una retahíla de exclamaciones espontáneas, porque el cielo azul intenso que aparece entre las “tripas” perfora, a su vez, los ojos de los visitantes.
El suelo de la “cueva” es resbaladizo (de tanto que lo pisan) y sólo cuando los pies logran acomodarse o el cuerpo estabilizarse es que los ojos comienzan a posarse en los petroglifos. Aparecen por doquier: docenas de caritas que sonríen y cuerpos que bailan. Líneas simples que comunican más que cientos de palabras.
Por más que se intente, es imposible contar las caritas, porque se suceden a lo largo del cerro y el acceso por el monte está limitado. La escasez de información sobre el origen de estas representaciones gráficas lleva siempre a la misma teoría: que fueron realizadas por los indígenas, los primeros habitantes de la isla, hará cientos o miles de años. Punto.
Luego, alguien asegura que para los tiempos de los indígenas las aguas del lago Enriquillo llegaban hasta las piedras, y entonces la mente vaga y se pregunta cómo es que lograron esculpirlas. Y las imágenes de muchas canoas alrededor del farallón, y las manos trabajadoras de los indígenas esculpiendo las piedras, sabrá Dios con qué materiales, llegan y se quedan en la cabeza.
Una parada en la Ruta del Lago
Siguiendo la ya famosa ruta norte del lago Enriquillo, se llega a Las Caritas tomando la carretera Neiba-Jimaní, luego de dos paradas de rigor: una en el balneario Las Marías, en Neiba, y otra en el Museo Rural de Los Ríos.
La sobrecogedora imagen del lago Enriquillo que se contempla desde lo alto quedará eternizada no sólo en las cámaras fotográficas: es una de esas imágenes que nunca se borran de la memoria.
© Yaniris López
Al dejar atrás Postrer Río y antes de llegar a La Descubierta, al norte de la provincia Independencia, los cerros de Las Caritas, frente al lago Enriquillo, conforman la tercera parada de una ruta que lleva al viajero a emocionarse con los encantos del Parque Nacional Lago Enriquillo e Isla Cabritos. Si el vehículo va muy deprisa es posible que tenga que devolverse, porque los farallones, desde la carretera, no se ven tan grandes ni majestuosos como el visitante se imagina o como muestran las fotografías. El sendero que lleva hasta la cumbre, además, no es tan complaciente con los aventureros haraganes. Pero ya cerca, sí es verdad que el paisaje impresiona.
Al llegar, y por las formas de las piedras, la primera impresión es que se trata de la escultura de un gigantesco intestino perforado. Como los agujeros del intestino no se ven sino desde dentro de la cavidad del farallón, descubrirlos provoca una retahíla de exclamaciones espontáneas, porque el cielo azul intenso que aparece entre las “tripas” perfora, a su vez, los ojos de los visitantes.
El suelo de la “cueva” es resbaladizo (de tanto que lo pisan) y sólo cuando los pies logran acomodarse o el cuerpo estabilizarse es que los ojos comienzan a posarse en los petroglifos. Aparecen por doquier: docenas de caritas que sonríen y cuerpos que bailan. Líneas simples que comunican más que cientos de palabras.
Por más que se intente, es imposible contar las caritas, porque se suceden a lo largo del cerro y el acceso por el monte está limitado. La escasez de información sobre el origen de estas representaciones gráficas lleva siempre a la misma teoría: que fueron realizadas por los indígenas, los primeros habitantes de la isla, hará cientos o miles de años. Punto.
Luego, alguien asegura que para los tiempos de los indígenas las aguas del lago Enriquillo llegaban hasta las piedras, y entonces la mente vaga y se pregunta cómo es que lograron esculpirlas. Y las imágenes de muchas canoas alrededor del farallón, y las manos trabajadoras de los indígenas esculpiendo las piedras, sabrá Dios con qué materiales, llegan y se quedan en la cabeza.
Una parada en la Ruta del Lago
Siguiendo la ya famosa ruta norte del lago Enriquillo, se llega a Las Caritas tomando la carretera Neiba-Jimaní, luego de dos paradas de rigor: una en el balneario Las Marías, en Neiba, y otra en el Museo Rural de Los Ríos.
La sobrecogedora imagen del lago Enriquillo que se contempla desde lo alto quedará eternizada no sólo en las cámaras fotográficas: es una de esas imágenes que nunca se borran de la memoria.
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