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19/5/16

Adiós, pedacito de sombra y paz

Si uno de tus rincones favoritos de la Plaza de la Cultura es/era esa área verde ubicada en el costado derecho del Teatro Nacional, detrás de la estación del Metro… Si te gustaba caminar por el lugar y sentarte en la grama o en los bancos del fondo bajo la sombra acogedora de los flamboyanes, las acacias, las caobas, el avellano criollo y otras especies que no recuerdo…
Espero que tengas guardada alguna foto que te sirva para recordarlo porque así están dejando la antigua frondosa área (fotos tomadas de ahorita mismo).
¿Llorar por la sombra que se fue? ¿Por los árboles cortados? Nooooo (incluir gesto de desdén con la mano). Pero, pero, ¿por qué no hicieron algo más lindo, con adoquines claros y tipo plaza? ¿Por qué llenar todo el espacio de negro asfalto? ¿Por qué? En fin…

Antes. Junio 23 del 2008.




27/2/14

¿Y si llenamos la ciudad de robles amarillos?

Es un amarillo tan lindo que la ciudad se vería hermosa si su color engalanara muchos de sus parques, plazas, isletas y aceras.
El roble amarillo (Tabebuia aurea) es una especie introducida, ornamental, idónea para ser plantada en la ciudad: no crece tanto (alcanza entre 6 y 8 metros de altura, así que no interfiere con el cableado urbano), sus raíces no dañan las aceras y sus hojas, pequeñas y alargadas, no obstruyen el alcantarillado. 
Si llenamos con ella la ciudad, con el tiempo celebraríamos el Festival del Roble Amarillo. Para la primavera, cuando florecen, los citadinos caminaríamos bajo su follaje y les tomaríamos fotos embobados. En las provincias organizarían giras para verlos. Sus flores aparecerían en los folletos turísticos como un atractivo a tomar en cuenta y no habría un dominicano que no supiera, al dedillo, todos los detalles de su taxonomía.
Cuando los japoneses se refieran, orgullosos, a sus cerezos en flor, nosotros sonreiríamos disimuladamente y pensaremos en nuestras hileras y poblaciones de robles amarillos que recuerdan, con su fuste irregular, una alocada colmena de diminutos y radiantes soles.

14/6/10

Los árboles de la Plaza Colón

Colocan tarjas con el nombre común, nombre científico y la procedencia de las plantas del parque más visitado de la Ciudad Colonial
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Además de la estatua de Cristóbal Colón señalando al infinito, de la fachada lateral de la Catedral de Santo Domingo y de las palomas que revolotean por todos lados buscando quién les ofrezca un poco de maíz, los árboles de la Plaza Colón, en la Ciudad Colonial, también forman parte de la estampa más fotografiada de Santo Domingo. Ellos le dan ese aire bohemio al paisaje urbano y cosmopolita de La Zona y, según la época del año, dejan que sus ramas verdes se llenen de trocitos rosados, rojos y amarillos. Sí, pero, ¿cómo se llaman? ¿Cómo deben registrar sus nombres los viajeros en sus diarios o los nacionales en la memoria? Era una misión imposible hasta hace unos meses.
Por iniciativa del Clúster Turístico de Santo Domingo y sus miembros, con la cooperación de la Agencia del pueblo de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) y la Agencia Internacional de Cooperación Española (AECID), los árboles de la Plaza Colón fueron identificados. Las tarjas colocadas a un lado de sus troncos indican su nombre común, nombre científico y procedencia.

Con nombres y apellidos

Los cuatro gigantes que vigilan las esquinas de la plaza, que dan una sombra tan copiosa que invita a leer, a dormir o soñar y que los lugareños llaman álamo, es el higuillo o Ficus religiosa. Y le llaman higuillo, comenta el guía turístico Rodolfo del Orbe, porque la frutilla es similar a la del higo, pero mucho más pequeña. 
Frente al Palacio de Borgellá está el higo cimarrón, de hojas anchas. Hay dos ejemplares de flores rojas: el flamboyán y el avellano criollo o capacito, y dos ejemplares de roblillo o aceituno de flores rosado pálido, casi blanco. El de las flores rosado intenso es el roble rosado (Tabebuia rosea), y el árbol que combina hojas verdes y amarillas es el caucho.

Una historia curiosa

Los visitantes más fieles de la Plaza Colón notan que los cuatro higuillos de la plaza no están perfectamente alineados, aunque de lejos lo parezca. El árbol ubicado frente al edificio de la antigua Cárcel Real, en el punto donde se colocan los guías turísticos (calle Isabel La Católica), está fuera de línea. Y eso, como cada espacio y detalle de la Ciudad Colonial, también tiene su historia. Los guías cuentan que el higuillo original, el que sí estaba alineado al resto, fue destruido por el huracán George en 1998. Para no perder el ejemplar, un pedazo del tronco del higuillo fue replantado unos dos metros más al centro de la plaza. Cuando a los guías les preguntan si los cuatro árboles son centenarios, suelen responder que sí, pero que el higuillo en cuestión es más joven, y proceden a contar la historia. Y tienen razón: el huracán George se llevó parte de sus años.

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P.D.: Lo que es el bombo y la publicidad, ¿vieron cuántas instituciones participaron en poner unas míseras tarjas?