Es un
amarillo tan lindo que la ciudad se vería hermosa si su color engalanara muchos
de sus parques, plazas, isletas y aceras.
El roble amarillo (Tabebuia aurea) es una especie introducida, ornamental, idónea para ser plantada en la ciudad: no crece tanto (alcanza entre 6 y 8 metros de altura, así que no interfiere con el cableado urbano), sus raíces no dañan las aceras y sus hojas, pequeñas y alargadas, no obstruyen el alcantarillado.
Si llenamos con ella la ciudad, con el tiempo celebraríamos el Festival del Roble Amarillo. Para la primavera, cuando florecen, los citadinos caminaríamos bajo su follaje y les tomaríamos fotos embobados. En las provincias organizarían giras para verlos. Sus flores aparecerían en los folletos turísticos como un atractivo a tomar en cuenta y no habría un dominicano que no supiera, al dedillo, todos los detalles de su taxonomía.
Cuando los japoneses se refieran, orgullosos, a sus cerezos en flor, nosotros sonreiríamos disimuladamente y pensaremos en nuestras hileras y poblaciones de robles amarillos que recuerdan, con su fuste irregular, una alocada colmena de diminutos y radiantes soles.
El roble amarillo (Tabebuia aurea) es una especie introducida, ornamental, idónea para ser plantada en la ciudad: no crece tanto (alcanza entre 6 y 8 metros de altura, así que no interfiere con el cableado urbano), sus raíces no dañan las aceras y sus hojas, pequeñas y alargadas, no obstruyen el alcantarillado.
Si llenamos con ella la ciudad, con el tiempo celebraríamos el Festival del Roble Amarillo. Para la primavera, cuando florecen, los citadinos caminaríamos bajo su follaje y les tomaríamos fotos embobados. En las provincias organizarían giras para verlos. Sus flores aparecerían en los folletos turísticos como un atractivo a tomar en cuenta y no habría un dominicano que no supiera, al dedillo, todos los detalles de su taxonomía.
Cuando los japoneses se refieran, orgullosos, a sus cerezos en flor, nosotros sonreiríamos disimuladamente y pensaremos en nuestras hileras y poblaciones de robles amarillos que recuerdan, con su fuste irregular, una alocada colmena de diminutos y radiantes soles.
6 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo. Con quién tenemos que hablar?
Frody
Me gusta mucho tu blog...así se hace patria.
Salu2 desde San Juan de la Maguana, donde podemos disfrutar de varios robles amarillos.
Tengo entendido que las especies que mejor soportan los huracanes y las más fáciles de mantener son las especies nativas, que ya están adaptadas a nuestro entorno. Esta es introducida. La Caoba (nativa) tiene hojas pequeñas, mas o menos la misma altura de este Roble y si se cuida el lugar dónde se siembra no tendrá inconvenientes. Gracias
Buenas tardes Yalo
me gusta ese albor
donde puedo conseguir uno
Hola, chicos. Gracias por entrar y comentar. El Ayuntamiento del Distrito Nacional ha plantado robles amarillos (y tiene en carpeta plantar más) en varias avenidas de la ciudad. Hay muchos en el parque de la Leopoldo Navarro llegando a la San Martín y en la Doctor Delgado. Ellos, y seguro Medio Ambiente, deben de tener ejemplares en sus viveros. No estaría mal preguntar, también, en el vivero del Jardín Botánico.
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Hola, Ernesto. Tienes razón, pero así como el café y el cacao (introducidos) son idóneos para ser plantados en las montañas (ya sabemos de sus beneficios para el medio ambiente), el roble amarillo es uno de los árboles recomendados para ser plantado en la ciudad ("Árboles de Santo Domingo", de Mariana Szabo).
Aquí entre nos, es más bonito que la caoba, pero sí, tienes razón.
Abrazos,
Y.
Tremenda idea. Ojala que alguien con poder de tomar decisiones lea tu propuesta. Saludos.
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