…hay un trozo de mar de 14 kilómetros en línea recta que conecta (no separa) el muro verde de la loma con la playa de piedras del centro urbano de la Perla del Sur.
Ese vínculo etéreo entre la silueta casi siempre oscura de El Curro y la línea costera del malecón de Barahona; esas aguas tranquilas que invitan a la contemplación más que al baño; ese paisaje multicolor acentuado por el arte pictórico de los botes pesqueros y el parque infantil, producen en el viajero una sensación de nostalgia y felicidad parecida -José Luis Perales lo diría mejor- a esa “sensación de libertad” que dejan las tardes de domingo.
¿El cuadro fotográfico? Al fondo, en tercer plano, la loma que alcanza los 1,300 metros sobre el nivel mar y que forma parte del parque nacional Sierra Martín García. Al frente, en segundo plano: el plato llano de las aguas de la bahía de Neiba. Y la primera línea, en primer plano: una franja blanca de 200 metros enclavada entre la desembocadura del río Birán y el mirador de El Curro. Loma y playa. Tierra y mar. Un paisaje completo.






