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30/5/08

El Coco Boutique (Hoteles de La Zona)

Próximo a la esquina donde comienza la calle Arzobispo Portes, entre la Isabel La Católíca y Las Damas y frente a la plaza Pellerano Castro -uno de los refugios mejor guardados de la Zona Colonial-, se encuentra el Coco Boutique. De apenas cuatro habitaciones, no tiene nada que envidiarle a un gran hotel. Cada rincón del casón de dos plantas invita al descanso, a sentarse en los sillones a leer o ver el mar desde un ventanal. Es el más acogedor de todos los hoteles de La Zona porque esa familiaridad que irradia sólo se encuentra en casa. De hecho, esas son las pretensiones de sus administradores, Eduardo y Elizabeth: ser un pequeño hotel familiar donde tomarse un trago o preparar una parrillada en la más romántica de las azoteas sirva para calmar el espíritu y llenar el alma a plenitud. Aunque abrió hace apenas tres meses y medio, de los 63 hoteles de Santo Domingo registrados en la famosa página TripAdvisor, el Coco Boutique ocupa el puesto número dos en la preferencia de los usuarios votantes. Aquí algunas fotos:

27/5/08

Una boda y "Pico"


En lugar de una iglesia, la montaña; en lugar de un techo de cemento, la bóveda azul del cielo; en vez de un coche esperando, una burra con latas en su cola y, en vez de cortinas de tela, el paisaje que corona el punto más alto del Caribe. Así son las bodas de altura

Yaniris López

Los astros se alinearon y convencieron al Altísimo para que las vidas de Catherine Kelner y Carlos Abreu chocaran y se enredaran. Él, amante de los deportes extremos; ella, con alma aventurera. La mamá de ella y la tía de él figuran entre las primeras mujeres que subieron el pico más alto de las Antillas, en los 70. Catherine, dicen sus padres, fue concebida en el pico Duarte; Carlos ha alcanzado su cima en 28 ocasiones. Allí se conocieron en 1994. Era la primera vez de ella y la veinte y tantas de él. El encuentro pasó sin pena ni gloria. Seis años más tarde se encontraron de nuevo, subiendo la Loma del Arrepentimiento, camino al pico Duarte. Esa vez la ley de la atracción hizo su trabajo.

Así que no es de extrañar que años más tarde, siendo novios, ambos decidieran celebrar su boda civil allá arriba, donde todo comenzó. El grito inicial de “¡muchacha, te estás volviendo loca!” no espantó a nadie. Al contrario, ilusionó a los invitados. La llamaron “Una boda y pico”, los bultos del viaje fueron los souvenirs, “uniformaron” a los guías y prepararon un menú especial en el que no faltarían el sancocho y los puercos en puya.

Los torrenciales aguaceros caídos en el país, sin embargo, amenazaban con arruinar el enlace.

“Después de meses de lluvia, seguía cayendo agua en el Cibao. Nos fuimos lloviendo y ya teníamos un plan B en caso de que no se diera la boda”, nos cuentan entre risas. Se ríen porque esos días, 17, 18, 19 y 20 de noviembre de 2005, no cayó una gota de lluvia. “El agua paró, salió el sol y no hubo nubes en el cielo hasta el día después que bajamos, que siguieron las lluvias”, recuerdan.

Algunos en mulos, cinco en helicópteros y el resto a pie, los invitados llegaron a una boda que tuvo lugar 3,087 metros sobre el nivel del mar. Porque la boda de Catherine y Carlos fue planificada como una gran excursión en la que participaron 47 personas y los guías de La Ciénaga de Manabao, en Jarabacoa. Llegar al valle de Lilís, en la falta del Pico, y ver cómo se cambiaban la ropa por prendas blancas, se maquillaban las mujeres y afeitaban los hombres, fue uno de los momentos más emocionantes para los novios.

Todos fueron cómplices, incluyendo el sacerdote que subió con ellos y dos semanas después los casaba por la iglesia en Santiago. Muchos detalles, además, surgieron de la manera más espontánea: el bouquet de florecillas silvestres que preparó la tía Ana en lo que llegaba “el de verdad”, que venía en el helicóptero; la marcha nupcial que improvisó Johan con la armónica de Carlos, porque la violinista en agenda no pudo asistir; los pétalos de rosas, el arroz, las burbujas y los cheles que sirvieron de arras.

“Lo planeamos todo pero nunca pensamos que se daría de esa forma. La jueza manejó todo con tanta delicadeza que no pareció una simple boda civil. El Padre nos bendijo y muchos renovaron sus votos. Después la gente comenzó a llorar, yo no me aguanté, Carlos tampoco, y ya sabes, al rato todos llorando”.

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Publicado en Listín Diario
Agosto 5, 2007

15/5/08

República Dominicana al extremo

Yaniris López

El tamaño no importa. Con apenas 48,442 kilómetros cuadrados, República Dominicana tiene terreno y agua suficientes para ofrecer experiencias turísticas extremas que elevan el espíritu explorador y le dan, muchas veces, sentido a la vida. Bajo tierra, en el aire, en el mar, en cualquier rincón aparece el espacio adecuado que provoca darle un respiro a la vida citadina, al sedentarismo y a la inanición: caminatas, escaladas, buceo, rafting, montañismo, rappel, jeeping, parapente, canyoning o kiteboarding. Hoy ubicamos esos lugares de ensueño que nos obligarán a sacarle partido a un país repleto de opciones riesgosas y atrevidas.

Retando la naturaleza
Si subir los tres mil 87 metros del pico Duarte o alcanzar el valle del Tetero resulta demasiado para los menos arriesgados, hay otras opciones parecidas que hacen del montañismo y el senderismo experiencias únicas de las que los exploradores regresan siendo mejores personas; o con pique, siempre depende. La montaña la 80, en Constanza, la Loma Quita Espuela, en la provincia Duarte, Las Laderas del Hoyo de Pelempito en la Sierra de Bahoruco y la espalda de El Morro, en Montecristi, cansan a cualquiera y retan el cuerpo a subir hasta el cielo.

Para el senderismo o caminata, los expertos en ecoturismo recomiendan los caminos de Jarabacoa y San José de Ocoa para quienes los prefieren un poco empinados y los de la isla Saona para los que sólo quieran caminar y caminar rectamente entre verdes arbustos, cangrejos rojos y negras lauras que vigilan la isla del Parque Nacional del Este. En los últimos años, los paisajes casi inexplorados del centro de la región este atraen cada vez más visitantes de a pie, especialmente hacia la provincia de El Seibo.

PARA RETAR LA GRAVEDAD
La escalada sobre roca dejó de ser una moda. Es el pasatiempo deportivo de muchos jóvenes que consideran que retar la gravedad les llena de vida. Las mejores rutas para escalar, sugieren, son las escarpadas montañas de playa Frontón, en Samaná; un lugar conocido como Conde de Mana en San Cristóbal y el parque Mirador Sur en Santo Domingo, ideal para los que se inician en esta aventura.El rappel, el descenso de montañas o paredes verticales usando cables, cascos y arnés, tiene en los alrededores de Rancho Baiguate, en Jarabacoa, sus mejores escenarios. Los más valientes retan el agua y las paredes resbaladizas de los Saltos del Limón y Jimenoa, cosa no recomendada para los principiantes.

El canyoning entre riscos con desniveles también se practica en la zona de Jarabacoa, donde Rancho Baiguate ha construido una especie de santuario para la práctica de casi todos los deportes extremos de montaña y otros menos riesgosos.

BAJO TIERRA
Más de 400 cuevas exploradas con arte rupestre, formaciones rocosas e invitados especiales (culebras, murciélagos y otros animales) repartidas por todo el territorio nacional indican que la vida, bajo tierra, no es tan callada o aburrida. Para explorar, los turistas sienten cierta fascinación por las cuevas del Parque Nacional de Los Haitises, de impresionante belleza y legado cultural, y por la cueva de Las Maravillas. Pero si de extremos se trata, la aventura recomendada es una visita a la cueva de Fun-Fun, en Hato Mayor, porque su exploración incluye un entrenamiento especial para descender 20 metros hasta su interior haciendo rappel hasta sumergirse en un río subterráneo. Menos arriesgado pero igual de fascinante es caminar y chapotear en las aguas del río Damajagua, en Puerto Plata, aguas que se reparten 27 charcos en una gigantesca caverna que se formó en el lugar debido a una falla geológica.


SOBRE EL AGUA
El parapente se practica en zonas tan disímiles como los desérticos parajes del valle de Neiba (aquí se celebró la pre-copa del mundo en el 2004), y otros puntos verdes de la margen sur de la cordillera Central, entre ellos Constanza, Jarabacoa y San Juan de la Maguana.

El kiteboarding,
el último de los deportes acuáticos que se practican en el país, ha devuelto a Cabarete, en Puerto Plata, parte del esplendor que había perdido el primer polo turístico del país. De hecho, Cabarete está considerado como el mejor del mundo para practicar esta técnica que combina el vuelo de los cometas y el deslizamiento en el mar sobre una tabla con increíbles piruetas en el aire.

Los kitesurfers dominicanos, figuras estelares del deporte, practican en la playa de Kitebeach. La misma emoción acuática, pero en un río, la ofrece el rafting, en la cordillera Central, a bordo de balsas que sortean, por unos ocho kilómetros, las todavía embravecidas aguas del Yaque del Norte.

BAJO EL AGUA
El buceo deportivo y el snorkelling se practican en muchos puntos de la costa dominicana. La Caleta en Santo Domingo, las playas cercanas al Morro, en Montecristi, la terraza marina del Parque Mirador del Este por los lados de la Saona, Samaná y los alrededores del montículo coralino de Cayo Arena son las mejores zonas para los que todavía no aspiran a conquistar las profundidades del mar.

MÁS
- Samaná ofrece uno de los mejores circuitos de cabalgata del país en el área de Las Terrenas y sus alrededores: 20 kilómetros a caballo recorriendo playas exóticas, caminos montañosos y pintorescos campitos para acabar con un chapuzón bajo los 45 metros del Salto del Limón.

- Más abajo, en el este, uno de los lugares de moda para hacer piruetas y coger lodo en vehículos 4 x 4 es la comunidad de Benerito, en La Romana, y los cientos de kilómetros de playa y bosques de Miches, al norte de la provincia de El Seibo.

- El jeeping se puede practicar en cualquier lado, pero las agencias de viaje que los organizan prefieren el centro del país y Samaná.

10/5/08

Yo vivo en la capital

¿Que el interior de mi casa es una guagua de Onatrate en un barrio tan pobre y apartado que no aparece en el mapa de la ciudad? ¿Que no tiene baño y las divisiones están hechas de cartones y "playwood"? ¿Que las ventanas no se abren y el piso es de metal? ¿Que hay un matadero cerca y la calle es tan estrecha que los carros se turnan al pasar? ¿Que se filtra el agua cuando llueve y está tan destartalada que apenas se sostiene en pie? ¡Eso qué importa, mano! ¡Pero vivo en la capital!

PD: Francisco trajo la guagua hace más de 20 años a un área cerca de Los Tres Brazos cuando la zona estaba deshabitada. Quería convertirla en un taller de repuestos y así lo hizo pero al principio tuvo que hospedarse allí. Ahora habla con orgullo de su oficina. Incluso cuando vivía dentro dice que se sentía más seguro que en una casa de madera. El nos permitió fotografiar su interior.