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27/6/07

¿Cuánto pagarías por ir al baño?

El pasado domingo, cerca de las 7:00 de la noche, luego de "disfrutar" del sol de la una y las dos de la tarde en Bahía de las Aguilas y luego de un almuerzo riquísimo en Pedernales, hicimos una parada en el balneario San Rafael, en Barahona, porque algunos de los chicos que viajaban con los amigos de Desde el Medio Tours se les metió entre ropa y piel que ese chapuzón se lo darían, no importaba la hora.
Fue entonces cuando, a pocos minutos de volver al autobús, a alguien se le ocurrió que quería ir al baño para no tener inconvenientes fisiológicos antes de llegar a la próxima parada, en el parador Cruce de Ocoa. Como no se veían baños por parte, le preguntamos a un moreno bien moreno que descansaba en un tronco de cemento:
- Oye, ¿sabes dónde hay un baño por aquí?
Y él respondió, con su mejor español, por lo que dedujimos que no era dominicano:
- Mira, yo sé dónde hay baños. Yo soy el administrador. Pero, mira, hay que pagar para usar los baños.
- No hay problema, corazón, ¿cuánto debemos pagarte?
- Cien pesos.

26/6/07

Bahía de las Aguilas (Monumento al ego 1)

¡Bahía es Bahía! Por algo todos se pelean por un pedacito aquí. Vamos, diviértete, Yalo.
Llegará el día (¿dos meses, tres, un año o dos?) cuando ya no podrás hacerlo, a menos que pagues 15,000 pesos a uno de los hoteles que construirán muy pronto en la zona. Eso dicen.
Entonces juega, báñate, respira profundo, soporta a María, toma fotos.
¿No dizque te gusta tomar fotos? Pues ¡venga! Aprevecha y toma todas las que quieras. Disfruta el Sur. ¿No dizque eres una de sus más fervientes defensoras? ¡Demuéstralo! Llegarán esos tiempos en los que soñarás que una vez estuviste aquí...

1/6/07

¿Buscas el paraíso? ¡Está en Punta Rucia!

¿Sabes nadar? Practica snorkelling en los arrecifes coralinos de cayo Arena: una experiencia memorable

Yaniris López

El viaje es largo, pesado. Las paradas te obligan a pensar si vale la pena recorrer casi 270 kilómetros desde la capital para sólo disfrutar de unas pocas horas de diversión. Pues sí, lo vale. Visitar Punta Rucia y sus alrededores, que incluyen el pequeño montículo coralino Cayo Arena y parte del Parque Nacional de Montecristi, frente al Atlántico, vale todos los sinsabores que dejan los caminos en mal estado que llevan al "abandonado" pueblito pesquero, el que, muy lejos de inspirar evocadoras estampas, parece sumido en el letargo odioso de los parajes resignados al tiempo.
El sinsabor, sin embargo, dura poco. Al llegar al hotel ecoturístico Cayo Arena Tours, nuestro anfitrión por dos días, los atentos empleados te aseguran que estarás a punto de avistar el más hermoso de los atardeceres y disfrutar de aguas tibias y suaves olas.
Y es cierto. Bajita, enorme, salpicada de botecitos de colores por un extremo y una acuarela de casitas en el otro, la playa de Punta Rucia (hay quienes prefieren Punta Rusia) es ideal para que toda la familia se divierta y olvide el trote citadino. No importa la hora. Es, realmente, un oasis de paz que llega a alcanzar la plenitud cuando, luego de una cena típica, el sueño reparador a orillas del mar, bajo el cobijo de las casas de campañas, nos augura un penco día de emociones.

Y si la playa es bonita, mucho más lo es Cayo Arena, el verdadero motivo de los viajes a este paraje ubicado a 70 kilómetros de la ciudad de Puerto Plata. Muy pocos touroperadores de la capital se animan a hacer el viaje, pero a los turistas que visitan la costa norte les viene incluido como un paquete adicional de los hoteles. Por eso, el grupo que viajaba con los amigos de Brechero.com disfrutó al máximo la aventura.

Solitos en medio del océano
Cayo Arena forma parte del Parque Nacional de Montecristi y es difícil determinar cuántos metros posee, porque las mareas lo hacen muy "visible" o casi "invisible" dependiendo del tiempo. Tony Giacon, guía de Cayo Arena Tours, nos dice que las visitas también dependen del humor de las olas y la marea y que algunas veces hay que suspender los viajes porque simplemente ¡no hay nada que ver!, salvo las siluetas de las seis casetas de palos y cana dispuestas para servir de hospedaje momentáneo.
Pero si el islote está despejado y disponible, al cabo de 20 minutos de navegar a velocidad moderada desde Punta Rusia se adivinan unas horas de pura diversión. ¡Qué inmensa sensación de libertad inspira el islote desde lejos! ¡Cuántas ganas de vivir explotan al saltar del bote y mirar alrededor! La arena es blanca y los tonos del mar entre verdes y azules. Las aguas son tan claras que con buena vista no hace falta usar escafandra para dar de comer a los miles de peces de colores que rodean a los nadadores. Si sabes nadar, el tour incluye sesiones muy completas de snorkelling en los arrecifes coralinos que bordean el cayo: una experiencia memorable que Giacon invita a conocer.

Como se trata de un área protegida, está prohibido dejar desperdicios en el islote. Los touroperadores que llegan hasta aquí recuerdan a los visitantes la importancia de mantener el entorno limpio, cuidar los corales y no tocarlos ni tomarlos como "souvenir".
Casi siempre el tour es completado con un recorrido por un canal de mangles en el Parque Nacional Montecristi, aunque no es posible ver los manatíes que allí habitan porque les temen a los ruidos de los motores de las lanchas. (Ver el show fotográfico)

¿Cuánto cuesta? ¿Cómo llegar?
Los hoteles de la zona ofrecen paquetes que incluyen hospedaje, almuerzo y transporte ida y vuelta a Cayo Arena, distribuidos a solicitud del cliente. Para llegar a Punta Rucia, toma la autopista Duarte. Al llegar al cruce Navarrete-Puerto Plata dobla a la derecha y continúa hasta Imbert, antes de entrar a Imbert doblas a la izquierda en el letrero que indica: “Punta Rusia”. También se puede hacer el viaje desde Montecristi.
La ruta ideal es la siguiente: antes de llegar a Punta Rucia visiten el Parque Histórico La Isabela, la primera ciudad del Nuevo Mundo, allí donde Cristóbal Colón inició la conquista de América por el año 1493. Es mucho más grande y atractiva de lo que muestran las fotografías turísticas. Un chapuzón en la playa La Isabela es el preámbulo perfecto para seguir hasta Punta Rucia. Como las imágenes, a veces, “explican” más que las palabras, les dejo con el show fotográfico del viaje.