Buscar en el blog

29/12/17

Dos pesos de nada (Novela de una chica ilusa, cap. 17)

La cajera de La Sirena me dice:
―Mira, mami, te voy a deber dos pesos.
 ¿Qué son dos pesos, ah, qué son dos pesos? Claro, cómo no. Qué se le va a hacer. Pero no podía quedarme callada. Eso no. Eso nunca.
―Ya ―le respondo―, ¿y cómo te harás cuando al cuadrar la caja tus superiores vean que te sobraron dos pesos?
―No sobran ―dice ella―. Hago rejuego con los demás clientes, sobre todo si les redondeo algunos centavos al devolverles.
Qué inteligente, pensó la bruta de Yalo. Y hasta simpática, ella. Hubiese preferido que me dé mentas, pero creo que no tenía. Me cayó bien. Por sincera. Me cayó bien hasta que el angelito del lado izquierdo de la cabeza quiso hacer una prueba pero no se atrevió. Cobarde, Yalo.
Pensé entrar de nuevo, comprar otra cosa y, una vez en la caja decirle, con desgarradora voz:
 ―Anda, cielo. Mira, te voy a deber dos pesos.
 Y aquí estoy, sufriendo, imaginando su respuesta…

6/12/17

La orilla detrás de la playa


No hay forma de perderse, pero, por si las moscas, pídale a un lugareño que le acompañe a dar una vuelta por la parte trasera de Mano Juan, en la isla Saona, si se encuentra de paseo por el pintoresco pueblo pesquero del este dominicano, en el Parque Nacional Cotubanamá.
 Es otra opción al obligatorio y placentero baño en la playa si le gusta el senderismo, y otra alternativa menos fatigosa al camino largo de casi nueve kilómetros que une los pueblitos de Mano Juan y Catuano si se estrena en las caminatas.


Entonces tomen el estrecho camino blanco y de casi dos kilómetros que corre paralelo a la playa y la laguna de Los Flamencos y que invita a disfrutar de cerca de las diferentes especies de mangles, uvas de playa, palmeras, yerba cimarrona, cangrejos solitarios, aves y el paisaje a ras de agua de la laguna, bajo un cielo azul intenso salpicado a veces por nubes blancas o por los puntos negros de los cuervos que sobrevuelan los matorrales en busca de comida.
Como el abrasante sol pondrá a prueba el humor y el esfuerzo pese a que se trata de un sendero plano, paren en el cementerio y retornen por la orilla de la playa, respirando hondo, pisando guijarros y refrescando el cuerpo en el paradisíaco paisaje de la isla adyacente más grande de República Dominicana. Un paseo corto dentro de otro paseo. Otra forma de explorar y divertirse...