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Rodeado
de palos, gubias, formones y otros instrumentos usados en carpintería, Pedro
Suero se concentra en la copa de caoba que en ese momento va tomando forma en
su torno, esa máquina usada para labrar en redondo piezas de madera y otros
materiales. Y una máquina que él conoce muy bien, porque la maneja con destreza
desde 1992, cuando decidió dejar la soldadura y dedicarse a trabajar la
madera.
En pocos minutos tiene en sus manos una pieza de pulcro y refinado acabado que confirma su prestigio como uno de los mejores torneros del país.
Esa terminación fina y delicada es su carta de presentación. Aquí, en su modesto taller de Nigua, a unos 22 kilómetros de Santo Domingo, da rienda suelta a su talento. Se le oye hablar de punto al aire y punto mariposa, de pinchos, de formón plano y punta gorda, de gubia de canal y de la función de cada utensilio al tallar o esculpir. Terminología del oficio.
“Los objetos con más demanda son las copas y los pilones de majar sazón, pero yo con el torno hago cualquier cosa en madera ñdice Pedroñ: platos, ollas, tazas, bates, portabotellas, terminaciones de patas para sillas y mesas y hasta trompos. La gente trae revistas para que les haga algunas cosas y yo se las hago”.
Miguelina de la Rosa, su esposa, defiende estas habilidades.
“Hay buenos torneros, pero Pedro es el único que se enfrenta a palos grandes”, exclama.
De lejos se nota que para manejar el torno hace falta mucha concentración, pericia y paciencia.
“Sí, hay que tener mucha paciencia, pero cuando a uno le gusta algo y dedica su
tiempo a eso uno aprende, estamos en que le guste”, dice Pedro.En pocos minutos tiene en sus manos una pieza de pulcro y refinado acabado que confirma su prestigio como uno de los mejores torneros del país.
Esa terminación fina y delicada es su carta de presentación. Aquí, en su modesto taller de Nigua, a unos 22 kilómetros de Santo Domingo, da rienda suelta a su talento. Se le oye hablar de punto al aire y punto mariposa, de pinchos, de formón plano y punta gorda, de gubia de canal y de la función de cada utensilio al tallar o esculpir. Terminología del oficio.
“Los objetos con más demanda son las copas y los pilones de majar sazón, pero yo con el torno hago cualquier cosa en madera ñdice Pedroñ: platos, ollas, tazas, bates, portabotellas, terminaciones de patas para sillas y mesas y hasta trompos. La gente trae revistas para que les haga algunas cosas y yo se las hago”.
Miguelina de la Rosa, su esposa, defiende estas habilidades.
“Hay buenos torneros, pero Pedro es el único que se enfrenta a palos grandes”, exclama.
De lejos se nota que para manejar el torno hace falta mucha concentración, pericia y paciencia.
De aprender por voluntad él sabe mucho. Pedro creció recogiendo hojas y cocos que vendía en la ciudad. Nunca le compraron una mascota.
“A los 17 años no sabía leer ni escribir y no le contaba a usted hasta 10”, confiesa. Entonces empezó a enamorarse y le dio apuros ser analfabeto.
Como le gustaban los estudios, Pedro decidió formarse. Motivado por un hermano, se inscribió en la Escuela Vocacional de las Fuerzas Armadas, donde se hizo soldador (lo dejó porque le provocó problemas en la vista) y luego tornero.
El tornero de la Feria
Pedro, de 53 años, es instructor en las Escuelas Vocacionales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. De Nigua se desplaza todos los lunes y miércoles hasta San Isidro, en Santo Domingo Este, para impartir clases de artesanía en madera. Muchos de sus alumnos son hoy profesores de este oficio. También se le ve cada año en algún punto de la Plaza de la Cultura, durante la celebración de la Feria del Libro, concentrado en su torno, rodeado de curiosos.
“El trabajo que hacemos en la Feria es para motivar a los jóvenes a estudiar artesanía. Es bueno, porque al ver el trabajo, algunos toman los cursos”, explica.
El arte de labrar la madera con pasión
Las callosidades en sus manos hablan de lo duro que puede ser el trabajo de Pedro.
Peligroso a veces, dice el artesano, porque se trabaja con corriente y el manejo de la polea requiere de mucha precisión, pero un trabajo que le ha permitido sacar adelante a su familia.
Pedro tiene seis hijos, cuatro con Miguelina de la Rosa, su compañera desde hace 22 años. Y si se toma en cuenta el ambiente de armonía y respeto que reina en el hogar, Pedro, Miguelina y sus hijos conforman lo que los psicólogos llamarían una familia ejemplar.
El artesano enfoca todo su esfuerzo en los estudios de los muchachos porque quiere darles la oportunidad que de pequeño él no tuvo.
Como Pedro casi siempre trabaja por encargo, a veces hay mucho que hacer y otras, no.
Miguelina cuenta que en una ocasión tuvieron que empeñar la estufa y el tanque del gas para mandar a los chicos a la escuela.
“Hemos llevado esta familia pero no ha sido fácil. Nos mudamos aquí sin piso y sin nada. Hay ocasiones en las que a Pedro le dan las 3:00 de la madrugada trabajando, haciendo copas. Si la situación esta difícil y hay mercancía salgo a la calle y la vendo”, afirma Miguelina.
Los hijos compensan tanta dedicación.
La más pequeña, Yahaira (14 años), ya sabe manejar el torno y le va muy bien en la escuela. A Yan Carlos, de 18 años, que sueña con ser piloto y pronto ingresará a la Academia Militar, un accidente frustró sus planes de convertirse en un jugador de las Grandes Ligas.
Es, pese a esta experiencia, un joven modelo tanto en la casa como en la escuela, por lo que a nadie sorprendió que le exoneraran todos los exámenes en el último año de bachillerato.
“Cuando veo el esfuerzo que hace mi papá no puedo ir a relajar a la escuela. Tengo que trabajar duro para que él vea que ese esfuerzo no es en vano”, expresa Yan Carlos.
Pedro
nació en la comunidad de Nigua y allí vive con su familia en una parcela de
tres tareas que le regaló su mamá. Es feliz criando gallinas y sembrando. “Me
gusta esto aquí por la tranquilidad, porque esto no tiene precio. Me pueden dar
lo que sea para salir de aquí y no salgo”, comenta.
Él mismo construyó su casita “buscando piedritas en el río Nigua”, que pasa detrás de la casa. Al ver la morada de Pedro, algunos de los curiosos que ese día lo visitaban comentaron que alguien con tanto talento merecería vivir en mejores condiciones.
Él sueña con que sea así. Hace poco marcó las zanjas de una casita de cemento que espera construir cuando tenga ‘fuerza’ (dinero). Si desea cooperar con este sueño de Pedro, llámelo al 829.531.5679 o al 809.634.8841.
Él mismo construyó su casita “buscando piedritas en el río Nigua”, que pasa detrás de la casa. Al ver la morada de Pedro, algunos de los curiosos que ese día lo visitaban comentaron que alguien con tanto talento merecería vivir en mejores condiciones.
Él sueña con que sea así. Hace poco marcó las zanjas de una casita de cemento que espera construir cuando tenga ‘fuerza’ (dinero). Si desea cooperar con este sueño de Pedro, llámelo al 829.531.5679 o al 809.634.8841.
2 comentarios:
Hola, estaba en un congreso de Jóvenes cooperativistas en casa Club de Bayacanes, La Vega. Timoteo Estévez nos dio un taller sobre blogger y redes sociales, mencionó este blog como uno de sus preferidos, y desde hace unos días es el mio también, Que buen blog, gracias por compartir todo esto. Felicidades!
:) Qué bueno que te guste, Maribel. ¡Bienvenida!
Un abrazo,
Y.
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