Hace unas semanas aprendí (gracias a Robert) que las guineas no “empollan” sus huevos porque se ponen broncas y delicadas, algo así, cuando están poniendo. Que ponen muchos huevos y todas juntas, eso sí, pero ¡ay de aquel que le ponga las manos a los huevos!
Si eso ocurre, no ponen jamás en ese nido y se van, abandonan los huevos.
¿Qué hacen los campesinos, entonces?
Fácil –y cruel, qué se le va a hacer–: les quitan los huevos con un cucharón y se los ponen a una gallina para que los empolle, los saque y se quede con los “polluelos” los primeros días.
Lo que ocurre, también me dice Robert, es que las guineas no saben criar. O no quieren...
Nada, ¿ven la foto? Son “guineítas” escarbando junto a la gallina que les tocó de mamá. Una de las estampas campesinas que nos llevamos del patio de Pedro Suero, el tornero de Nigua (San Cristóbal).
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