Pescados en el muelle de Samaná. |
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yaniris.lopez@listindiario.com
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Turismo y gastronomía son dos palabras que se disfrutan juntas. Algunos platos están tan arraigados en la cultura local o regional que si viajas al lugar de su procedencia o donde le ponen un toque único a su elaboración y no los comes, sabes que a tu visita le ha faltado algo. Y, para los viajeros más auténticos, es como si nunca hubieras ido.
Nunca has visitado de verdad Santiago si no has comido yaroa en los alrededores del Monumento, dicen; o no es posible que hayas regresado de Villa Mella sin haber probado su famoso chicharrón. Platos ricos a base de pescado se preparan en todas las zonas costeras, pero visitar Sabana de la Mar y no probar su minuta frita, o el pescado con coco en Samaná, es una decisión que lamentar hasta la próxima visita.
¿Y qué decir del mabí seibano, las galletitas de jengibre de Moca y el casabe con coco de Monción?
No es posible imaginar una Semana Santa en el suroeste sin comer chacá o chenchén, o subir hasta Jarabacoa y a la ida o la vuelta no parar a orillas de la carretera para comer o comprar las arepas de maíz que se cuecen a orillas del Yaque del Norte.
Muchos viajan a Quijá Quieta (Peravia) solo para probar su delicioso majarete; a San José de las Matas en busca de los panecicos; a Baní para saborear las “arepitas de mano” y a Montecristi y Dajabón para confirmar el fuerte sabor del chivo liniero.
“La gastronomía es el principal aliado del turismo, y los dominicanos debemos sentirnos orgullosos de la nuestra”, dice a LISTÍN DIARIO Rosa María Gómez, autora del libro “La nueva cocina dominicana de La Chefa” (2014).
Ese orgullo implica no mantenerla dentro de la casa, sino sacarla, darla a conocer, sostiene.
“No decimos que el dominicano no la consume, sí lo hace; pero si le visita un extranjero prefiere llevarlo a un restaurante italiano o de comida rápida en lugar de llevarlo a consumir sus platos tradicionales”.
Por eso, dice La Chefa, cuando aparece un político o un personaje famoso consumiendo platos que se consideran muy emblemáticos de un lugar, las reacciones, a veces despectivas, no se hacen esperar. “Debemos sentirnos orgullosos porque es parte de nuestras raíces, de nuestras costumbres. La gastronomía dominicana es una de las más sabrosas del mundo, por su diversidad”, expresa.
Si vas, no olvides probarlos…
Xiomarita Pérez (primera directora nacional de Folklore) y La Chefa promueven la recuperación y difusión de los platos típicos dominicanos regionales no solo para consumo local, sino como atracción turística.
Aunque adecuarlos al turismo dependerá de los medios con que cuenten las diferentes comunidades, La Chefa recomienda simplemente mejorar la presentación para hacerlos atractivos al comensal y al visitante.
“Hay que hacerlos atractivos, pero lo primero es sentirnos orgullosos de lo que estamos ofreciendo”, dice.
Muchas frutas no se consumen y muchos platos tradicionales están quedando en el olvido precisamente por falta de difusión, indican La Chefa y Xiomarita. El turismo sostenible puede ayudar en su promoción.
Platos regionales que atraen visitantes
PASTELES EN HOJA. Sí, los encuentras en cualquier lado, pero no te vayas sin probar los pasteles en hojas de Amable en San Pedro de Macorís ni los pasteles en hoja de Chichita en San Cristóbal si estás de visitas por sus predios.
YANIQUEQUES. Vas a Boca Chica y lo primero que ves en las bandejas de los puestos de comida es el color inconfundible de los grandes y redondos yaniqueques que, elaborados con harina de trigo, provocan el paladar. Si no lo pruebas, al menos tienes que tomarles una foto.
CHENCHÉN. Es un plato de harina gruesa de maíz, salado, consumido en toda la región sur del país, sobre todo en San Juan, Azua, Pedernales, Bahoruco y Elías Piña. Su consistencia firme sirve para diferenciarlo fácilmente del chacá.
AREPITAS DE MANO. Asadas, elaboradas de manera artesanal con harina de maíz y envueltas en hojas de plátano, las arepitas de mano o de burén sólo las encuentras en Baní, municipio cabecera de la provincia Peravia. “Un toque de leche de coco les da su agradable sapidez”, apuntan Marcio Veloz Maggiolo y Hugo Tolentino Dipp en “Gastronomía Dominicana: historia del sabor criollo” (2007).
CHICHARRÓN. Villa Mella (Santo Domingo Norte) se jacta de ofrecer por todos lados el chicharrón más buscado -y crujiente- de República Dominicana.
DOMPLINES. La masa de trigo hervida no tiene mucho sabor, pero el relleno o la salsa que lo acompaña (generalmente guiso de bacalao con salsa roja) hacen del domplín uno de los platos de ascendencia cocola más demandados en San Pedro de Macorís.
PANECICOS. ¿Visitas San José de Las Matas (Sajoma)? Es un delito no parar en las enramadas donde se hacen los tradicionales panecicos elaborados con yuca y chicharrón. Para muchos, este es el verdadero pan criollo dominicano. En el Sur los elaboran con harina de guáyiga y coco.
CHIVO GUISADO. El particular sabor a orégano que según muchos sólo tiene el chivo “liniero” atrae visitantes a Montecristi, Dajabón y otras provincias fronterizas.
YAROA. Esta cama de papitas fritas o plátano maduro, con carne triturada, salsa de tomate y mayonesa, cobijada con queso, es un plato típico muy en boga en Santiago.
AREPA. Muchos viajeros solicitan la arepa criolla de Polo, en Barahona, y la arepa salada y dulce de Jarabacoa, a un costado de la carretera que lleva al centro del municipio vegano.
CASABE. Si quieres probar el casabe más famoso de República Dominicana tienes que llegar hasta el municipio de Monción, en Santiago Rodríguez. Si los quieres con sabores (anís, almendras, albahaca, etcétera), la cita es en la entrada de Santiago, en la enramada de Casabe Gourmet San José. Y si te gusta con coco, procúralos en el cruce de Los Quemados en Mao (Valverde).
MABÍ. El verdadero mabí, el de bejuco de indio fermentado, se degusta de manera especial en Hato Mayor y en El Seibo. En esta última provincia también los preparan de tayota.
CHACÁ. El maíz 'caquiao’ dulce elaborado con leche es el postre más consumido en el Suroeste, especialmente durante la Semana Santa.
La boruga de Puerto Plata. El morirsoñando de Mao.
El hojaldre de almidón de yuca en la zona Norte. Los roquetes del Santo Cerro (La Vega). Las semillas de cajuil en la carretera de Yamasá y Villa Altagracia. El guarapo de caña en las zonas cañeras. El dulce de higo de San José de Ocoa. La longaniza de Monte Plata. Los helados caseros Yvone en Jarabacoa. El pan de nata de Sabana de la Mar. Y seguro que muchos, muchos más que les invitamos a compartir...
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Así quedó el mapa de la gastronomía dominicana en la edición impresa de LD. 17/03/2015