¿Me estás ofreciendo trabajo?, le pregunté.
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Dejé atrás un tapón de apaga y vámonos y me preparé para cruzar la avenida. Como la Yalo vive en limbolandia, no reparó en una chica que, frente a ella, a bordo de un auto azul turquesa claro le tocaba bocina en el carril del medio. No entendí por qué me tocaba bocina desde allí si yo estaba en la acera derecha, parada. ¿Será más volá que yo? Comenzó a formarse otro tapón y al parecer cogió juicio, porque manejó hasta el carril derecho y me voceó:
―¡Un favorcito, una preguntita!
―Sí, dígame. Atrás iba alguien, me parece que un niño. Veo que la chica, rubia, mal peinada pero despampanante, toma un talonario de facturas y se dispone a escribir mi respuesta. “Encuestas de mierda”, pensé. Pero no.
―Es sobre un trabajo, un licor store que abriremos en esta misma avenida ―me dijo. Sólo eso. Y sonríe, esperando mi reacción.
―¿Te refieres a que si quiero trabajar allá, me estás ofreciendo trabajo? ―le pregunté.
―¡Sí! ―dice ella, entusiasmada.
En el instante infinito que dura un segundo la Yalo pensó tantas cosas. Guao, se dijo, tomando en cuenta que en los anuncios de los periódicos solicitan que las chicas destinadas a estos trabajos deben tener entre 18 y 25 años, es un piropo que, a tus 30 y pico, te soliciten algo así. Debes verte muy bien. Y yo, que sueño con hacer una pasantía como mesera en algún hotel de esos que lucen abarrotados en las horas de desayuno, almuerzo y cena, sólo para ver cómo lo haría sin volverme loca, me vi con unos pantaloncitos licra negros apretaditos, maquilladita, con una cola de caballo casi en la frente o una extensión de pelo casi en las nalgas, maniobrando una bandeja gris y ofreciéndoles tragos a un reguero de hombres y parejas que buscan en el alcohol y los cócteles algún alivio existencial.
Justo el cambio radical que cualquier psiquiatra le recomendaría a una jíbara, porque no tiene nada de malo trabajar en un licor store.
Sí, eso pensó el angelito del lado izquierdo de la cabeza. El de la derecha, el angelito de la derecha, tomó aire, se le puso la cara roja y se preguntó por qué en este país que se cree cosmopolita, vanguardista y exclusivo, una chica con pelo rizado no puede salir a la calle usando jeans apretados, porque, ¿qué otra cosa le pudo haber insinuado que yo daba para ese trabajo? ¡Ni siquiera usaba maquillaje! ¿Por qué no puso un anuncio en el periódico? Ah, no le pares, Yalo, exagerada, pensó otra vez el angelito de la izquierda, con tantos desempleados que andan por ahí, y vestida así…
―No, gracias, es que yo tengo trabajo ―le respondí―. Yo trabajo.
―¿Dónde trabajas? ―preguntó ella rápidamente.
Yo creo que no pensó la pregunta. Que lo dijo por preguntar.
La miré sin reírme, pero con los ojos llenos de risa, y ladeé la cabeza un centímetro hacia la derecha, como diciéndole: “Sí, claro, porque te lo voy a decir…”
Sonrío de nuevo, se despidió y arrancó.
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P.D. Ay, ¿y si acaso ella se refería, en realidad, a trabajar en una verdadera tienda de licores (no en el licor store que todos nos imaginamos)? ¿Y si me ofrecía mejor salario, le hubiese dicho que sí? ¿Y si me ofrecía cómodos horarios, le hubiese dicho que sí? ¿Y si…?
6 comentarios:
Jejeje aquí hay un licor store que le llaman "la bomba de manocó" ahí si hay mujeres de 30 y pico, y no importa mientras muchas más mucho mejor, aaah, y tienen una como esa con una libreta anotando todas las que quieran, no importa si pelo rubio, riso, negro, o como sea, lo importante es el servicio que ofrecen... tu sabes muy bien que eso fue un piropo!!! :) como dice tu amigo: Te quiero!!! (Pero no me compares)"Ilusa" :-0
Ay manita, toy en coma de la risa imaginandome ese espectaculo y como dices todas las preguntas que te llegaron a la cabeza. Que decir! Y si era pa atracarte, jaja! Y si es una caza talentos??? Rayos Amiga, nos quedaremos con la duda! Pero como dice Timoteo, vamos a tomarlo por el lado amable. Joven, bella y aplaudida, ah y requerida en plena calle de la ciudad! Vaya!
P.d. un placer verte el otro dia!
Yo como padre de una muchacha, que gracias a Dios no es ilusa, me da coraje. Uno lee historias de muchachas que son llevadas al extrangero donde son obligadas a trabajar en el negocio de la prostitucion, y uno se pregunta como fueron tan ilusas. La repuesta esta en la historia de Yalo. Mi jivarita es mas agresiva que Yalo; le hubiese dicho a las dos "busca talentos" que contraten a sus madres, a sus hermanas, a sus tias, y hasta sus madrinas.
Quizás debas perdonarla, Yalo. Es que luces muy pero muy alegre.
Timo una noche yo pase un susto con una de esas mujeres de la bomba de manoco. Resulta que iva para mi casita en piña vieja y como siempre en ese sector de mi pueblo nunca havia luz. Cuando iva llegando al puente de cuaya Fuwa se fue la luz en fantino y yo quede como en el medio de la boca del lobo de tan oscura que estava la noche. En ese tiempo mucha gente de Jima arriba le hacian mucha maldad a la gente que ivan caminando hacia piña vieja le tiravan piedras or si no agarravan un ramo y le davan a uno mientra pasavan en los motores, so yo siempre caminava con dos piedras en la mano por si alguien un dia se le ocurriera hacerme algo. Volviendo al cuento cuando iva crusando el puente escucho yo unos pasos que se asercan hacia mi, yo me paro con piedra en la mano y empieso a mirar en la oscuridad y no veo nada solo escucho los pasos asercandose mas. Ya cuando muerto del miedo iva a soltar un strike a lo juan Marichal con unas de las piedras pude distinguir en la oscuridad que era una de las mujeres de Manoco que siempre se vestia de negro y regresava a su casa.
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