Los surfistas suelen lanzar un fuerte “kowabonga” cuando logran dominar una gran ola. Indica júbilo, goce, pasarla bien... Cabarete es ese grito, eterno.
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Yaniris López
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Sin auto, a menos que te hospedes en un hotel del centro debes tomar un motoconcho para llegar a la ciudad. Turistas, trabajadores y residentes lo usan sin rechistar. Te cuesta 10 pesos de día y 20 de noche. Cada motoconchista usa un chaleco rojo numerado, medida establecida por las autoridades para organizar el transporte y proteger a los turistas.
Al salir, nuevamente los letreros neón van apareciendo casi inmediatamente y llega un punto en que todos se juntan. Hemos llegado a Cabarete, ciudad de una calle principal famosa por ser la favorita de románticos, amantes de deportes acuáticos, bohemios y hippies de unos 30 países. Aunque esa noche también descubrimos otra cosa: intelectuales, genios en computación y grandes negociantes también se refugian aquí de vez en cuando.
“Es que aquí todo el mundo se lleva bien. Nadie te conoce y el único objetivo común es pasarla bien”, responden los turistas. Para los negociantes, la actividad turística deja buenas ganancias en la zona.
Y, pequeño o grande, cada lugar de Cabarete tiene su público. Los bonches nocturnos no tienen horario pero todos aconsejan los que empiezan a partir de las 10:00 y 11:00. En estos días están de moda los bares Onno’s, Holala, Opa’s y Kiti Bar, donde se reúnen los kiboarders.
Los ritmos se mezclan, el baile invita, los “sanky” se portan bien esa noche y llega un punto en que nadie les hace caso a las voces de U-Brown, Shakira y a un lejano “I jumping, jumping”. Si prefieres algo más calmado, a orillas de la calle está el acogedor restaurant Exenkessel, donde probará las mejores pizzas y comida internacional.
Cuando vence el cansancio termina la noche en Cabarete. Nada del otro mundo y, sin embargo, ese ambiente irresistible hace el viaje inolvidable.
Y si la noche es para el bonche, el día en Cabaerete es para la playa, los deportes acuáticos y la aventura. Las mañanas son para el surf y las tardes para el windsurf y el kite.
Algo interesante sobre el surf nos lo reveló Julia, una chica belga radicada en Cabarete desde hace dos años: nadie se pelea por las olas, como parece que ocurre en otros sitios mucho más famosos como Hawai. Además, ¡no hay tiburones!
Si, en cambio, no te gusta la playa, ni el surf, ni el kite, Cabarete es ciudad de muchas alternativas. Puedes disfrutar de las excursiones a Boca de Yásica o al Parque Nacional El Choco, con sus cuevas y las lagunas “Cabarete” y “Punta Goleta”; o puedes montar a caballo, bucear, hacer “hiking”, montañismo, ciclismo, jugar golf o simplemente explorar los alrededores.
La ciudad
Hace apenas unos 15 años que Cabarete se ha dejado descubrir “a gran escala”. Está ubicado a sólo 20 kilómetros de la ciudad de Puerto Plata y su historia está ligada a la de su municipio cabecera, Sosúa, que en 1940 era una pequeña aldea de refugiados poblada originalmente por inmigrantes europeos (alemanes y austriacos) que huían de la Segunda Guerra Mundial.
Con 14.000 habitantes, hay unos 54 hoteles activos que entre villas, cabañas y edificios ofertan unas 2,500 habitaciones. Hay más de 100 negocios incluyendo restaurantes, bares, tiendas de ropas y de regalos, rent-car, supermercados, bancos de cambio, farmacias, centros médicos, estación de radio y estaciones de gasolina y 7 escuelas de surf y windsurf.
En esta zona se celebra cada año algunos eventos nacionales e internacionales como el Cabarete Race Week, la Copa Mundial de la Asociación de Windsurfing, la Copa Mundial de Kiteboarding y diferentes festivales de jazz.
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Una expedición "kowabonga" a Cabarete (1)
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Publicado en La Generación,
Listín Diario, en enero de 2003
Fotos: Yalo y Cabareteonline
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15/8/08
11/8/08
8/8/08
Una expedición “kowabonga” a Cabarete (1)
Los surfistas suelen lanzar un fuerte “kowabonga” cuando logran dominar una gran ola. Indica júbilo, goce, pasarla bien... Cabarete es ese grito, eterno.
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Yaniris López
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Esta vez viajaremos a Cabarete y, aunque no lo creas, “enmochilarse” hasta allá no cuesta tanto. Sólo necesitas llevar ropa cómoda, trajes de baño, bronceador (todo lo demás lo alquilan y muy barato) y separar un boleto en Caribe Tours, único transporte que nos llevará hasta Sosúa, la parada más próxima a nuestro destino.
Siempre alerta a la bocina, los pasajeros con rumbo a Sosúa son los últimos en abordar -primero lo hacen los que van a Santiago y a la ciudad de Puerto Plata-, así que no hay muchas esperanzas de que nos toque la ventanilla. Si tienes esa suerte, disfrutar de los verdes arrozales y otros paisajes del norte del país te sale gratis.
Después de cinco horas, 235 kilómetros y cuatro paradas, estaremos llegando a Sosúa. Y la adrenalina comienza a subir. ¿Será la ciudad tan pintoresca como la pintan en las revistas? ¿Se verá el mar desde la carretera? Pronto lo sabremos.
Sí, el mar se puede ver a intervalos y la ciudad, desde la calle principal, no es tan preciosa como la pintan. Pero vista desde el mar o tomando una de las calles que se esconden tras las montañas, luce poderosamente atractiva. Pero nuestro destino es Cabarete.
La parada en Sosúa es pequeña y el autobús se queda en la carretera. La tarde se apaga. ¿Será fácil encontrar un taxi? Justo al frente de la parada, un letrero pegado a un árbol nos indica que la central era la sombra de la mata y una pizarra el control de las tarifas. Es mejor no mirar los precios. Se supone que en el interior del país los servicios son más baratos.
- Oiga, señor, ¿cuánto me cobra por llevarme a Kite Beach? Está a unos 10 minutos de aquí, antes de llegar al centro de Cabarete.
- Son 200 pesos.(Después de varias “muelas” terminó en cien, pero aún así me parecía muy caro llevarme a un lugar que se encontraba a 10 minutos).
- Y dígame, ¿de qué otra forma puedo llegar?
- Por aquí pasan carros públicos y guaguas que la llevan por cinco pesos.
¡Haber preguntado antes! Hasta barato está el precio. Tomé “la voladora”, pregunté si alguien sabía dónde estaba el hotel y en menos de 10 minutos allí estaba, frente al Kite Beach, que también lucía mucho más pequeño aunque más acogedor que en su página web.
El hotel está a dos minutos de Cabarete y toma el nombre de la playa donde está ubicado, escenario de las prácticas de kiteboarding, deporte acuático que ha colocado a Cabarete en la mirilla mundial en los últimos tres años. Tan normales y simpáticos que da “grima”, es fácil toparse en cualquier playa con estrellas mundiales del kite como Luciano González, “Bobby” o Eric Hertsens.
La mayoría de los hoteles de Cabarete no ofrecen el servicio todo incluido y sus administradores siempre suponen que los huéspedes almorzarán y cenarán en la ciudad. Y Cabarete, de noche, era una tentación. ¿Sería tan activa como dicen?
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Una expedición "kowabonga" a Cabarete (2)
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Publicado en La Generación,
Listín Diario, en enero de 2003
Fotos: Yalo
4/8/08
¡Qué vergüenza! (Novela de una chica ilusa, cap. 2)
En uno de los parques de Baní, el busto de Juan Pablo Duarte comparte primacía con el de Marcos A. Cabral. El de Cabral está ubicado frente a la catedral, y el de Duarte en el otro extremo.
Ayer, cuando paseando con los amigos de Párate Ahí Tours Yalo le preguntó a un señor muy mayor que estaba sentado en un banco quién era Marcos A. Cabral, él hizo señas con las manos, bajando y subiendo el índice en dirección al suelo, como indicando, pensó ella, que tenía algo que ver con el parque o con la ciudad.
Qué bien, pensó la Yalo. En los pueblos suelen ponerles los nombres de personas importantes de la comunidad a los parques.
―Ahhh, ya entiendo ―dice Yalo―, él les ayudó a construir el parque, ¿verdad?
―Pero mi hija ―respondió el señor, entre asombrado y decepcionado―. Marcos A. Cabral fue presidente de este país.
¡Ups! ¡Ups! ¡Ups!
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P.D.: Marcos Antonio Cabral nació en Baní en 1846 y fue presidente de la República del 10 de diciembre de 1876 al 26 de diciembre de 1876. Dieciséis días, pero lo fue. También se destacó en la Guerra de la Restauración. Murió en 1912. Les juro que Yalo jamás lo olvidará.
Ayer, cuando paseando con los amigos de Párate Ahí Tours Yalo le preguntó a un señor muy mayor que estaba sentado en un banco quién era Marcos A. Cabral, él hizo señas con las manos, bajando y subiendo el índice en dirección al suelo, como indicando, pensó ella, que tenía algo que ver con el parque o con la ciudad.
Qué bien, pensó la Yalo. En los pueblos suelen ponerles los nombres de personas importantes de la comunidad a los parques.
―Ahhh, ya entiendo ―dice Yalo―, él les ayudó a construir el parque, ¿verdad?
―Pero mi hija ―respondió el señor, entre asombrado y decepcionado―. Marcos A. Cabral fue presidente de este país.
¡Ups! ¡Ups! ¡Ups!
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P.D.: Marcos Antonio Cabral nació en Baní en 1846 y fue presidente de la República del 10 de diciembre de 1876 al 26 de diciembre de 1876. Dieciséis días, pero lo fue. También se destacó en la Guerra de la Restauración. Murió en 1912. Les juro que Yalo jamás lo olvidará.
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