Richard, Alicia, Gaston, Ileana, Peter, Kari y Javan en Samaná. |
Santa Bárbara
de Samaná
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San Vicente y
Las Granadinas (SVG) es el único país del Caribe donde está permitida la caza
de ballenas, una actividad a la que se oponen países que, como República
Dominicana, promueven el uso no letal de los mamíferos marinos y apoyan la
observación de cetáceos con fines turísticos.
La caza en
estas islas ubicadas en el arco de las Antillas Menores, al norte de Venezuela,
se realiza de manera exclusiva en la isla granadina de Bequia, donde, además de
jorobadas, reciben la visita anual de cachalotes y delfines.
En Bequia, la
caza es realizada por unos 14 pescadores que utilizan dos botes a vela y es
apoyada por unas 1,000 personas de las casi 6,000 que habitan el territorio
insular de 18 kilómetros cuadrados.
En 2012,
durante la reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) celebrada en
Panamá, la directora de la organización conservacionista St. Vincent and the
Grenadines National Trust, Louise Mitchell Joseph, le comunicó al comisionado
alterno de República Dominicana ante la CBI y administrador del Santuario de
Mamíferos Marinos Bancos de La Plata y de La Navidad, Peter Sánchez, su interés
en que ambos países intercambiaran experiencias, especialmente en lo
relacionado con la industria de la observación de ballenas. Sánchez les indicó
que, si visitaban el país, con gusto les entrenaban.
El
intercambio se concretó y con el patrocinio de SVG National Trust, que costeó
el viaje, una delegación de SVG estuvo de visita en Samaná del 12 al 19 de
marzo.
La delegación
estuvo conformada por Kari Da Silva, del Ministerio de Agricultura, Foresta,
Pesca, Transformación Rural e Industria de San Vicente y Las Granadinas y
directora del departamento encargado de conectar el turismo con la pesca en
SVG; Gaston Bess, excazador de ballenas (arponero) y responsable de la caza de
unas ocho ballenas en los últimos años; Javan Stowe, nativo de Bequia e hijo de
un capitán de uno de los botes cazadores de ballenas actuales; y Alicia Lavia y
Richard Olivierre, miembros activos de la Academia de Navegación a Vela Tradicional,
la cual utiliza veleros que anteriormente fueron empleados para la caza de
ballenas.
La agenda de
los invitados incluyó tres observaciones de ballenas en diferentes tipos de
embarcaciones: a bordo de un barco grande con guía especializada, en una yola
de 23 pies saliendo desde el muelle de Carenero, y a bordo de un catamarán de
60 pasajeros con almuerzo en Cayo Levantado.
La delegación
sostuvo una reunión con los guías locales Wilfredo Benjamín y Carlos Ramírez en
la que aprendieron cómo se organiza un día de excursión para observar ballenas;
visitaron el Museo de la Ballena del Centro para la Conservación y
Ecodesarrollo de la Bahía de Samaná y su Entorno (Cebse) y se reunieron con los
dueños de barcos de Samaná, quienes les expusieron sobre los inicios de la
observación de ballenas en el país y el mercadeo de esta actividad.
Sánchez, como
administrador del Santuario, les habló sobre la valoración económica de estos
animales y del valor de la industria de observación de ballenas a nivel
nacional.
Impresionados
El pasado
lunes, la delegación de SVG compartió con LISTÍN DIARIO sus impresiones del
viaje y los resultados fueron más que halagüeños para el futuro de las ballenas
jorobadas en Bequia. Los chicos contaron lo emocionante que fue para ellos
vivir por primera vez la experiencia de observar ballenas con un fin
ecoturístico y alabaron la receptividad con que los recibieron los dominicanos.
Kari Da Silva
afirmó que lo mejor del viaje es que todo cuanto vieron y aprendieron en Samaná
les servirá de guía para comenzar en San Vicente y Las Granadinas iniciativas
de conservación y observación con propósitos turísticos.
Gastón no
sólo expresó su alegría por todo lo aprendido en Samaná sino “que nos comunicó
su asombro por el nivel de organización de la industria de observación de
ballenas”, expresa Peter Sánchez.
Javan Stowe,
cuyo padre de 60 años se mantiene activo en la caza de ballenas, dijo que en el
momento en que Bequia decida no cazarlas y, en cambio, opte por la observación,
él participará en la nueva industria porque confirmó que resulta muy lucrativa.
Sánchez
considera que la visita fue todo un éxito gracias también a la colaboración de
Ileana González, veterinaria local
involucrada en la industria de observación de ballenas y quien fungió
como edecán de la delegación; de Kim Beddall, Nadim Peguero y Augusto González,
que brindaron parte de su tiempo para
conversar y exponer ante la delegación; del apoyo del Cebse y del Moto Marina
Yacht Club.
Una actividad no sostenible
Peter Sánchez
explica que actualmente Bequia tiene autorización de cazar cuatro ballenas
jorobadas por año por los próximos 6 años bajo los lineamientos de caza
aborigen de la CBI.
“Estos
lineamientos impiden la comercialización de la carne de ballena y sus derivados
como también la utilización de equipos modernos, debido a que sólo debería ser
autorizada a poblaciones autóctonas, las cuales necesitan de la carne de
ballena para cumplir con los requerimientos nutricionales de sus poblaciones”.
En Bequia,
además, sigue el biólogo marino, se ha comprobado la caza de crías de ballenas
jorobadas, “en total infracción a las normativas de la CBI”.
Más beneficios para SVG
Peter Sánchez
señala que las islas de San Vicente y Las Granadinas reciben alrededor de 200
cruceros al año. “Como el turismo de cruceros tiene menos intermediarios y allí
la temporada de ballenas es más larga que en República Dominicana, ellos
pudieran sacarle muchísima ventaja a la observación y parar la caza de ballenas
en sus aguas”.
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