132 de las obras más emblemáticas de una de las pinacotecas más importantes de Europa engalanan las verjas del parque Independencia
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Yaniris López
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Es temprano en la mañana y los transeúntes ya comienzan a aglomerarse frente a las verjas del parque Independencia.
Desde el pasado viernes y hasta octubre, unas 132 obras maestras de las diferentes escuelas pictóricas del Museo Nacional del Prado y siete paneles explicativos engalanan la mayor galería al aire libre del país, en el kilómetro cero de la ciudad.
De la escuela española, que se toma la avenida Bolívar y parte de la rotonda, llama la atención de los caminantes el Descendimiento de la cruz, de Pedro Machuca; La última cena, de Juan de Juanes, los óleos sobre lienzo de El Greco y una pintura que muchos de los paseantes reconocen haber visto en algún lugar: Las Meninas, de Diego Velázquez.
El recorrido sigue con la escuela italiana y obras de Rafael, Veronés, Tiziano o Caravaggio.
Ya en la Independencia y como parte de la escuela flamenca, algunos se detienen para contemplar el Jardín de las Delicias, de El Bosco. Es la que más tiempo les ‘roba’. Cuando voltean para irse, no pueden disimular una ligera sonrisa. Frente a una de las últimas pinturas, Adán/Eva (de Alberto Durero), los más atrevidos comentan entre risas que las poses de los nudistas “son medio raras”. Y así se van sucediendo las primeras impresiones de la primera exposición itinerante del Museo Nacional del Prado en suelo dominicano, tras aceptar con mucho interés una invitación del Centro Cultural de España en Santo Domingo (CCE).
Y aunque no se trata de la primera exposición itinerante del museo español más famoso, sí es la primera vez que se muestra con reproducciones fotográficas a escala 1-1 parte de la colección que guardan los muros centenarios de una de las pinacotecas más importantes de Europa.
Seleccionar obras y autores ha sido una ardua labor, aseguran los comisionarios de la exposición, Esther de Frutos y Fernando Pérez Suescun.
“Hemos tratado de escoger lo más representativo de cada escuela, obras que reflejen el origen de nuestras colecciones, obras procedentes de las colecciones de los reyes, obras que llegan de otros museos como regalos y nuevas adquisiciones. El público va a ver muchas obras religiosas, pero también mitológicas y desnudos”, señala Fernando.
Como si estuvieran en la sala del Museo
Con el tamaño a escala de las imágenes, Fernando indica que buscan que el público sienta que está frente al cuadro real. “Hay mucha tecnología para acceder a las imágenes. Tenemos una página web estupenda donde se pueden consultar 4 mil obras y una aplicación en Google Earth que permite ver las obras maestras del Prado, pero siempre desde un ordenador. Si Velázquez, en su obra más importante, Las Meninas, se autorretrata y aparece a tamaño real, queremos que el visitante vea su cabeza de tú a tú, queremos mantener esa idea de estar en la sala”, dice. De las obras que, por su tamaño original, no pueden mostrarse completas, los curadores han elegido el fragmento que consideran más interesante para el espectador con una reproducción del cuadro completo. Una cartela ofrece detalles de la pieza: autor, génesis y datos de interés.
1 comentario:
Pasaré un día por esos lados!
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