Por más de 20 años, Felino se ha dedicado a retratar las estampas naturales y sociales de las zonas cafetaleras del país
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Yaniris López
Listín Diario
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Una cámara Kodak 110, regalo de su tía cuando era niño, prendió en Felino Bueno el gusto por la fotografía, un arte al que se dedica ininterrumpidamente a partir de los 14 años.
Cómo llegó a convertirse en el fotógrafo dominicano que más retratado las estampas naturales y sociales del café es una historia que ya pasa los 20 años.
Con 16, Felino se trasladó de su natal Partido, en Dajabón, a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) para estudiar Artes Publicitarias.
De lo poquito que sus padres le enviaban para ayudarlo con los estudios Felino apartaba “algo” para esa cámara Pentax que le guiñaba el ojo desde la vitrina de una compraventa. Corría el año 1985.
“Duré como un año ahorrando. Pasaba casi todos los días y decía: Esa es la cámara que yo quiero”, cuenta Felino a LISTÍN DIARIO.
Y la compró. Le costó 600 pesos. Al tener la cámara en las manos Felino se puso nervioso. Se fue directamente a su casa, puso la cámara encima de la cama y con ansiedad empezó a desarmarla. Así como lee.
“Le quité el lente, la abrí y le saqué todas las cosas que traía. Empecé a mirarla y se me quitó el miedo. Después la armé nuevamente. Luego, en la universidad me dieron un folleto sobre fotografía y por ahí seguí. Dañé muchos rollos”, afirma.
Por pasión
En una época en la que había pocos fotógrafos y estudios fotógrafos porque ser artista del lente era un arte destinado a unos cuantos (no todo el mundo entendía mucho de “luz”, “ASA”, “apertura de diafragma” y “tiempo de obturación”), Felino confiesa que tomaba fotos por gusto, porque nació para eso.
Se iba por los mercados y calles de la ciudad a fotografiar manos, rostros... Nunca pensó dedicarse a la fotografía comercial. Nunca pensó, de hecho, que pudiera vivir de la fotografía.
Una amiga le asesoró y comenzó a tomar fotos en bodas y otras actividades sociales y finalmente Felino comprendió que sí, que podía hacer fotografía por pasión y, al mismo tiempo, ganar dinero con ella.
Para 1984 trabajaba como mensajero en la entonces Secretaría de Agricultura. Luego pasó a ser fotógrafo del departamento de Relaciones Públicas de esta institución y más tarde, en 1992, se unió al equipo que se encargaba de los asuntos del café, hoy convertido en el Consejo Dominicano del Café (Codocafé).
Desde entonces Felino, que también estudió locución en la escuela del profesor Otto Rivera y Comunicación Agrícola en el Instituto Interamericano para el Desarrollo y la Agricultura (IICA), es conocido como el “fotógrafo del café”.
Su trabajo ha sido elogiado por instituciones y medios de comunicación para los que ha colaborado.
En 2006, cuenta Felino, una periodista de la reconocida revista Roast Magazine que se encontraba en el país realizando un trabajo sobre la caracterización del café se enamoró de una foto suya que mostraba una finca de café.
“Le gustó la foto y se la llevó, pero jamás pensé que era para utilizarla en la portada de la revista, como ocurrió”.
“Sorbos de la montaña”
Tomando fotos de café creció en Felino Bueno la sensibilidad por los temas sociales. Sus fotografías muestran más que las flores, las hojas, los frutos o las fincas del rubro agrícola del que se consumen en el país 500,000 quintales anualmente: muestran cómo se desarrolla la vida en las comunidades cafetaleras del país, desde las lomas de Restauración hasta las montañas de Mencía, en Pedernales. Algunas de estas comunidades las ha visitado en más de 20 ocasiones.
Veintisiete de estas fotografías formaron parte de la primera exposición individual del artista, “Sorbos de la montaña”, presentada recientemente en el Centro de Artes de Santiago.
Para esta actividad, Felino contó con el apoyo de Josefina Camilo y demás compañeros del Codocafé.
“Estaba pensada para que durara una semana y permaneció un mes. Yo creía que por tratarse de un único tema no tendría tanto éxito pero fue mucha gente a verla”, dice Felino.
Como se trata de una exposición didáctica, Felino aspira llevarla a otras instituciones culturales que deseen mostrar todos los aspectos de la producción del café en República Dominicana.
“Ver una mata de café es una sensación muy agradable y en el cafetal encuentras mucha diversidad: ríos, animales, flores y plantas, mujeres que recogen el café, hombres que salen de las fincas cargados con racimos de plátanos…”.
Cambio: de cámaras
análogas a digitales
Felino ya no tiene aquella Pentax, sino su tercera digital de la marca Nikon.
Admite que la llegada de la fotografía digital afectó a los fotógrafos de las décadas de los 80 y 90, porque muchos estudios cerraron, pero también entiende que ser un buen fotógrafo sigue siendo un privilegio.
“Cualquier persona con un celular te dice que toma mejores fotos que tú y no es verdad. Si no sientes palpitar tu corazón no has hecho una buena foto”, considera.
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22/5/13
10/5/13
Como el interior de algunas bromelias...
Linda lección de vida la que dan algunas bromelias.
A menos que te acerques lo suficiente para ver su interior, nunca disfrutarías de sus delicadas y diminutas flores; de la salsa pegajosa que deja el agua entre sus hojas; de las formas que, sólo para ellas, diseñó la naturaleza.
Por fuera, incluso de cerca, parecen simplemente plantas de duras hojas.
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Ocurre así, tantas veces, con las personas...
A menos que te acerques lo suficiente para ver su interior, nunca disfrutarías de sus delicadas y diminutas flores; de la salsa pegajosa que deja el agua entre sus hojas; de las formas que, sólo para ellas, diseñó la naturaleza.
Por fuera, incluso de cerca, parecen simplemente plantas de duras hojas.
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Ocurre así, tantas veces, con las personas...
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