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30/7/07
Cuando la ciudad se tiñe de rojo...
Todos esperamos algo cada año. Hay quienes se pasan los meses planificando un cumpleaños. Hay quienes se pasan la vida esperando a su media naranja (¡anímate, Manny!). Hay quienes esperan, ansiosos, un concierto, una boda, diciembre, Navidad, Año Nuevo, Semana Santa. Y hay quienes no esperan nada, porque no les gusta esperar. Pero yo digo que también esos esperan algo. Yo me paso todos los días de mi vida esperando que llegue abril y que la ciudad se llene de framboyanes. Abril no sé por qué. A lo mejor porque mi canción favorita es Acuérdate de abril, de Amaury Pérez (te amo, Perales, no vayas a llorar), o porque es el mes más evocador. Y los framboyanes, en los meses de junio, julio y agosto, porque el simple hecho de contemplarlos me llena de dicha. Cuando se acerca el verano, acecho las matas de la avenida San Martín, porque son las primeras en florecer, a veces a finales de mayo. Si tienen flores, me pongo contenta. Significa que pronto toda la ciudad se teñirá de rojo y habrá que voltear para ver cómo refrescan el ambiente. En esos casos, una desearía ser peatón. Sólo en esos casos; y detenerse a tomar fotos y recrear estampas, así como hacen los estadounidenses y los japoneses con sus cerezos en flor.
Los framboyanes más bonitos de la ciudad son los de la cabeza del puente Juan Bosch, algunos del parque Mirador y los de la avenida Las Américas (acepto quejas). Este año descubrí que los framboyanes del Sur son muy coloridos, con pétalos enormes y hojas verdes, y que los de La Vega ya se están poniendo viejos (¡a trabajar, Fausto!). Los he visto rojos, mamey y amarillos. Los amarillos son difíciles de encontrar, pero el más hermoso de todos está en San Pedro de Macorís, en una calle perpendicular al Malecón, varias cuadras antes de llegar a éste; cuando lo ves, te quedas pasmado. El de la foto está ubicado en Puerto Plata.
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4 comentarios:
Comparto tu alucinación por ese despliegue de belleza de la naturaleza.
A mi también me encanta esta época donde florecen. Imagínate, como paso por el Botánico a diario me deleito con estos flamboyanes, que a veces están agrupaditos.Yaniris, por el parquecito del Botánico hay uno hermoso amarillo también y en una casa. Enjoy it.
Ahhh, Liss, entonces me daré mi paseíto para ver el amarillo. Es cierto, los framboyanes del Botánico deberán figurar entre los más lindos de la ciudad. Otro muuuuy bonito es el que está frente al Olímpico, al lado de Teleofertas, en la Máximo Gómez: ¡ofrézcome, qué grande es y cuántas flores tiene! Y.
Cuando podfemos ver la divinidad en una Flor, es por que estamos creciendo.
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