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8/7/09

Transformación


Al framboyán (Delonix regia) le concedieron la virtud de pasar, en apenas semanas, de un gris triste a un rojo felicidad. De no tener hojas a ser dueño de brillantes y coloridas flores. De pasar desapercibido a ser el centro de miradas de admiración. A veces, cuando llegan los problemas, las angustias y los sinsabores de esta cosa que llaman vida, una quisiera, así sea por los meses que duran las flores del framboyán, bloquear los grises y los aguaceros, sellar las quejas y los pesares y ponerle alas al fastidio y a la pasividad… y luego abrir las puertas y las ventanas del alma y permitirle sólo el paso a la dicha y a la prosperidad...

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P.D.
: Es posible que vuelvan los grises, pero es más seguro que cada año retornen los rojos felicidad.

3 comentarios:

El canto de la ciguapa dijo...

Bonitas palabras, a mí como a ti me encantan los framboyanes, por ese desbordamiento de luz, de belleza.

un saludo

José Gómez dijo...

Realmente el framboyán es un árbol que desde que uno lo mira y admira su belleza se nos quitan muchos pensamientos negativos.

Está muy bonita la comparación pero cuando renace de nuevo podemos ver la vida del árbol con ese color tan intenso en sus flores.


El blog está muy chulo, me deleito viendo tantos paisajes tan bonitos y que uno lo puede disfrutar en familia aqui en nuestro país.

Orlando Muñoz dijo...

Hermosos en verdad. Los he estado disfrutando en el Mirador y en la Plaza de la Cultura... Un abrazo para ti.