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5/7/13

El placer de montear...

Un grupo de amigos decidió 
hace seis años recorrer en motores  los rincones de Constanza. Hoy, sobre vehículos todoterreno, “Los racing del monte” llevan la experiencia a un nivel extremo.

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Ellos montean por gusto. Porque les fascina el reto de domar la naturaleza, de enfrentarse a caminos empedrados y lodazales, a las zanjas pantanosas que dejan las riadas tras varios días de lluvia, a los ríos que por tiempo se ponen bravos y amenazan con arrastrar sus vehículos, a la maleza que les corta el paso...
Y porque montear les permite, también, disfrutar del verde de los campos dominicanos, ver paisajes a los que pocos tienen acceso, respirar aire limpio y ayudar a los menos favorecidos.


‘Monteo’sobre ruedas
“Los racing del monte” llevan el monteo al extremo.  El pasado 5 de mayo cumplieron seis años de monteadera. Aunque el grupo nació en Constanza, municipio vegano que acogió sus primeras salidas, hoy recorren la geografía nacional sobre vehículos todoterreno.
Los veinte amigos de edad mediana, como ellos dicen, se pierden por horas en valles y lomas y viven experiencias que, de emocionantes, les cuesta explicar.
Situaciones que pudieran asustar a los citadinos o a los menos arriesgados les sube la adrenalina y acrecienta una pasión que tiene mucho de deporte, es verdad, pero también de compromiso social.

Se decidieron por los vehículos todoterreno porque recorren más distancia, abarcan muchos sitios en poco tiempo “y porque nosotros para montañismo y senderismo ya estamos medio gorditos”, dice Anselmo Quéliz, vicepresidente del grupo.
“Comenzamos en motores y seguimos con jeeps y ‘four wheels’ pero monteamos hasta en burro, si hay que montear”, agrega.
Cada quince días (o cada dos meses) realizan monteos de tres y ocho horas y hasta de un día. Alcanzar la meta muchas veces dependerá del clima y del camino.
¿Se han perdido? ¿Qué es lo peor que les ha pasado monteando?, quiso saber LISTÍN DIARIO.
“Se han perdido algunos de otros grupos, pero no nosotros. Es difícil que nos perdamos. Pasamos mucho trabajo a veces, eso sí. Una vez hicimos un monteo de 24 horas. Salimos de Guayabal hacia Padre Las Casas, en Azua, pero los ríos crecieron y tuvimos que dejar los jeeps y volver a Constanza por la capital”, cuenta Quéliz.
Son tan buenos los chicos que aseguran que “el grupo está por encima de las expectativas”.
El vehículo de Quéliz, odontólogo de profesión, es un Suzuki modificado (por él mismo) al que llama “La amenaza”.

Con este jeep ganó el primer lugar del Primer Monteo Ecológico Constanza 2013 en la categoría cuatro cilindros, una actividad en la que hubo velocidad, obstáculos, saltos y mucho, mucho lodo.
Claro, es que si hay algo a lo que los chicos no le temen es al lodo.
Mientras más malo el terreno y más lodo hay, mejor se montea. Cuando el camino está más terrible ahí es que uno se pone bien, la adrenalina sube”, dice Quéliz.
Habrá quien piense, sin embargo, que tantos vehículos atravesando los campos pudieran dañar el medio ambiente.
“Nosotros cuidamos el medio ambiente más que todo el mundo, porque cualquier cosa rara que vemos por ahí (tala, deforestación o incendio) le avisamos de una vez al Ministerio de Medio Ambiente. Esa es una de las ventajas de llegar a donde nadie más llega”, responde el montero.

Compromiso

Montear les ha permitido a “Los racing del monte” conocer las zonas más pobres del país, así que aprovechan los recorridos para llevar a las familias ropa y alimentos.
 “Les llevamos lo que podemos. A veces sólo nosotros hemos llegado a lugares de extrema pobreza, pueblitos considerados poco accesibles para vehículos normales”, explica Quéliz.

Esta acción social se la toman en serio. De hecho, si alguien desea formar parte del grupo debe saber que hay reglamentos y códigos morales que seguir.
“Claro, se tiene que amoldar porque no permitimos ‘curropatas’ ni borrachones ni gente con vicio, porque si uno practica un deporte debe de estar a la altura”, afirma Anselmo.

Entre amigos
Rafael de León, Abraham Rosado (presidente de “Los racing del monte”), Anselmo Quéliz y Dennis Fernández (Bota) fueron los primeros en organizarse y coger monte.
Meses después se les unió Pedro Rosario, tesorero del club  y dueño de un centro de gomas en Constanza y de una Raptor 700.
Rosario cuenta que el grupo, que ya alcanza los 20 miembros (varones todos) ha vivido grandes momentos, desde ‘rallys’ en la frontera hasta paseos por fiestas patronales.
“Queremos inculcar en los demás que es una actividad sana. En el monte te liberas de todo, incluso si te encuentras un trecho malo”.  Como el mayor del grupo, Rosario es el que pone el control, pero acepta que la relación entre todos es cheverísima.
“Nos reunimos los viernes o cada quince días para gozar,  para hacer los cuentos de los viajes. Hemos tenido momentos difíciles, pero no le tememos a los riesgos. Toda la vida está llena de riesgos”.


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