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25/11/08

¡Nacieron tortugas en Güibia!

Yalo fue la primera sorprendida. ¿Tortugas en la asquerosa playa de Güibia, en el malecón de Santo Domingo? Buehhh... Lo creo porque lo dice una de mis secretarías “favoritas”: Medio Ambiente.
Ellos monitorearon el nido. Nacieron 111 tortuguitas carey de 144 huevos incubados en las arenas amarillas.
“Técnicos de la Subsecretaría de Recursos Costeros y Marinos de SEMARENA, en colaboración con la Policía Municipal del Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN), vigilaban el nido desde agosto hasta octubre”, dice una nota enviada a los medios.
No se tienen registros oficiales de la última vez que alguna anidó en el lugar.
Según la bióloga Antonia Marte Cabrera, técnica de la institución, este año se han contabilizado entre 40 y 50 nidos en playas de todo el litoral dominicano. 
“Algunos anidamientos han sorprendido, por ser en playas muy pobladas, que hacía años que no se producían, como los de tortuga tinglar en Cabarete, Puerto Plata”.
En cada nido las tortugas depositan unos 100 huevos en promedio, dijo.
¿Vieron, Secretaría de Turismo? ¡Hay vida en Güibia! Quién lo iba a decir. Dos millones de capitaleños esperan que la limpien, regeneren y la hagan parecida a lo que era en los años 50 del siglo pasado: el mejor lugar de esparcimiento playero de la Primada y hoy Patrimonio de la Humanidad...

6/11/08

Buen té, excelente café…

O al revés. "Buen café, excelente té".
Don Julio repite estas palabras no sé cuántas veces al día.
Se pasea por El Conde, el parque Colón y las calles de la Ciudad Colonial el día entero anunciando su rica mercancía.  
Es el cafetero ambulante oficial de La Zona y de algunos salones de belleza que lo esperan con ansias después del mediodía, cuando el sopor obliga a buscar en esta bebida la alerta necesaria para seguir en pie.
En esos momentos la voz de don Julio es una bendición. Porque su voz no molesta. Treinta años de experiencia le han convertido en un “marchante” educado, fino. Comenzó con dos termos y ahora lleva seis. Y seguro que es porque no puede cargar más.
Empezó siendo un jovencito porque no pudo seguir estudiando. Vendiendo café y té hizo su casa y mantiene a sus tres hijos. Siempre afable y contento, no le importó posar para Yalo, que cada vez que lo ve y le compra café piensa que si tomara a don Julio como ejemplo no se quejaría tanto de la vida, de lo que estudió, de las experiencias que le ha tocado vivir y de las cosas que aún anhela descubrir.
Lo piensa mientras camina, pero lo olvida todo al llegar al parque Independencia, la condená. Por eso su “depre” es eterna.