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5/1/18

Cloe y los gatos...


A Sarah Payano
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La pequeña Cloe heredó de su abuela el amor/fascinación por los gatos.
Nació y vive en Estados Unidos, así que cuando vino de visita a Monte Plata el año pasado y conoció a los mininos de su apoyadora abuela Colom (de Colombina) no los dejó en paz.
Los acosaba de tal modo, a veces para acariciarlos, a veces para cargarlos, a veces para halarlos, a veces para corretearlos..., que los pobres gatos le cogieron miedo. 
Se le escondían. Se subían encima de la mesa porque pensaban que allí no los alcanzaría la niña de un año y medio y qué va. La carita de Cloe se les aparecía por el borde e intentaba tocarlos con un dedito, suavemente, para que no se dieran cuenta de que era ella quien los tocaba.

Los gatos se refugiaban bajo las sillas, bajo las tinas de zinc, detrás de los tanques de agua…
Y Cloe siempre los encontraba. Y los gatos volvían a esconderse y a ignorarla. Y así durante los dos días que compartí con ella.
Entonces recordé una frase que dicen que dijo un tal Derek Bruce: “Para mantener una verdadera perspectiva de lo que valemos, todos deberíamos tener un perro que nos adore y un gato que nos ignore”.
En lo que respecta a los gatos, vales muchísimo, preciosa Cloe…

3/1/18

Desintoxicación frente al mar


El alma también necesita desintoxicarse del ruido, el jolgorio y el cúmulo de excesos gastronómicos y nocturnos arrastrados por las fiestas de Navidad y fin de año.
La brisa y los paisajes marinos se “ofrecen” gratis para complacer esta intención.
Si vive en la ciudad, la franja costera de Santo Domingo es un buen lugar para hacerlo.
Y si quiere mucha más tranquilidad, la encuentra en la playita Montesinos, frente al monumento dedicado al fraile español Antón de Montesinos, a un lado la avenida Paseo Presidente Billini.
El lugar es aseado casi todos los días, así que dispondrá de un lugar limpio y amplio (unos 200 metros) donde reflexionar y respirar a sus anchas mientras contempla los barcos que se alejan o se acercan al puerto, el faro de Punta Torrecillas y las dóciles olas que besan la arena amarilla.