En sus aguas habita el Cyprinodon nicholsi, un pececito que solo se ha visto en
esta laguna
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Yaniris
López
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Una delgada franja de arena y roca separa el agua salobre de la laguna de Oviedo del mar Caribe, al sureste de Pedernales. La silueta de forma alargada, de 28 kilómetros cuadrados y 1.5 metros de profundidad, es uno de los principales atractivos ecoturísticos del Parque Nacional Jaragua.
Una red de aguas subterránea que llega desde la Sierra de Bahoruco, más el agua que se introduce desde el mar, alimentan el cuerpo de agua.
Como los lugareños suelen comentar que el agua de la laguna de Oviedo es tres veces más salada que la del mar, una ¿mala? costumbre de algunos visitantes primerizos es llegar al muelle, acercarse a la orilla, introducir una mano y probarla: saladísima.
Con el sabor a sal en la boca inicia un recorrido en bote que consiste en ir bordeando la veintena de cayos e islotes del interior del lago (con paradas en el “cayo de las Iguanas” y “El Guanal”) mientras una cortina de aves, barcos y verdes paisajes se despliega en el horizonte.
Una delgada franja de arena y roca separa el agua salobre de la laguna de Oviedo del mar Caribe, al sureste de Pedernales. La silueta de forma alargada, de 28 kilómetros cuadrados y 1.5 metros de profundidad, es uno de los principales atractivos ecoturísticos del Parque Nacional Jaragua.
Una red de aguas subterránea que llega desde la Sierra de Bahoruco, más el agua que se introduce desde el mar, alimentan el cuerpo de agua.
Como los lugareños suelen comentar que el agua de la laguna de Oviedo es tres veces más salada que la del mar, una ¿mala? costumbre de algunos visitantes primerizos es llegar al muelle, acercarse a la orilla, introducir una mano y probarla: saladísima.
Con el sabor a sal en la boca inicia un recorrido en bote que consiste en ir bordeando la veintena de cayos e islotes del interior del lago (con paradas en el “cayo de las Iguanas” y “El Guanal”) mientras una cortina de aves, barcos y verdes paisajes se despliega en el horizonte.
BIODIVERSIDAD. En los cayos y ribera de la laguna se observan cucharetas, yaguazas, flamencos, garzas, gaviotas y otras aves migratorias. También cangrejos, iguanas rinoceronte, murciélagos y, según los guías (es que son muy difíciles de ver, para qué mentirles), selenodontes y jutías.
El fondo de la laguna, registra el Ministerio de Medio Ambiente, está constituido por plantas fanerógamas y algas verdes y al norte se encuentra una importante población de manglares de la especie Rhizophora mangle.
En sus aguas habita el Cyprinodon nicholsi, un pececito que solo se ha visto en esta laguna y que, de acuerdo con el Grupo Jaragua, fundación que se dedica a investigar y promover la biodiversidad del parque, “es el mayor de todas las especies conocidas de este interesante grupo de peces”.
El paseo es corto, de unas horas, pero sólo ir para conocer la biodiversidad de unos de los humedales más importantes del país, o contemplar desde el mirador el contraste de colores del agua, la maleza y la colonia de flamencos rosados (Phaenicopterus ruber) que se alimenta en la parte norte de la laguna, habrá valido la pena.
CARITAS EN
EL LAGO. Una parada interesante en el recorrido norte-sur de la laguna ocurre en el cayo
“El Guanal”, donde, tras desembarcar, un sendero lleva hasta un abrigo rocoso
donde se pueden observar petroglifos
(caritas). Otros cayos: De Pei, Puerto Rico, Caliente, Los Mellizos, De Mosquea
y De la Rabiza.
¿CÓMO LLEGAR? La laguna de Oviedo se encuentra en el límite noreste del Parque Nacional Jaragua, a pocos minutos del centro del municipio de Oviedo, y para visitarla se necesita un permiso del Vice-ministerio de Aéreas Protegidas. En el poblado El Cajuil, en la carretera que une Juancho con Oviedo, se desprende el caminito que conduce al muelle.
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