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30/7/16

El mejor destino...

El cielo sobre el Jardín Botánico Nacional un día cualquiera...

Según el escritor español Ramón Gómez de la Serna: “El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca y mirando al cielo”.

25/7/16

El Peltophorum pterocarpum del Teatro Nacional…


… luce estos días un amarillo intenso y ‘romántico’ que hace girar la vista de los transeúntes hacia su alto follaje.
¿Nombre común? Lo llaman de diez mil formas, según Wiki: flamboyán dorado o amarillo (oigan), llama amarilla, poinciana amarilla...
Debido a asuntos de sinonimia, la información disponible sobre esta especie suele desorientar al lector, al punto de confundirla con una especie endémica de la isla muy parecida y con otras especies y variedades de la familia de las fabáceas (fabaceae).
Así que, para salir de dudas, recurrimos al biólogo botánico Brígido Peguero, encargado de Taxonomía y Exploraciones del Jardín Botánico Nacional (JBN).

“Lo que tienes ahí es Peltophorum pterocarpum (DC.) Backer ex K. Heine”, dice don Brígido.
“Esta es una especie perteneciente a la familia Caesalpiniaceae (subfamilia para algunos botánicos). Tiene unos 12 sinónimos. Pero es diferente de Peltophorum berteroanum Urb., una especie endémica de La Española. Algunos han sinonimizado a P. bereroanum con P. dubium, por lo que entonces sería una especie nativa. Pero los botánicos dominicanos mantenemos P. berteroanum como especie diferente por el momento, aunque estamos estudiando dicho cambio”.


Las referencias generales de la planta indican que se trata de un género nativo de regiones tropicales de todo el mundo que puede alcanzar entre los 15 y 25 metros de altura, un tamaño adecuado para ser plantado en plazas y parques como árbol ornamental.
Aquí no abunda mucho, al menos no tanto como el flamboyán (Delonix regia) o el roble rosado (Tabebuia rosea), pero igual se hace notar entre junio y septiembre, cuando sus ramas se llenan de flores.





23/7/16

Elige un río... ¡Vive el verano!

Que las altas temperaturas solo sean una excusa para salir de la ciudad y disfrutar de los afluentes que retan al calor. ¡Crea tu propia ruta!

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Llegó el verano con su abrasante sol, noches pegajosas, sudores apenas caminas unos cuantos metros y una indeseable humedad en el aire mezclada con polvo y raros olores. ¿Ponerse de mal humor por ello? No se vale. Es la mejor excusa para salir de la ciudad y vivir la temporada a plenitud. 
Verano se escribe con ‘r’ de río. Aguas dulces para refrescar el cuerpo y zambullirse sin temor a darse un trago; pozas a las que saltar desde una piedra, manantiales de corrientes frías que hacen tiritar, regolas, ambientes sombreados donde descansar y dejar a un lado las prisas...
Hay muchísimos para elegir en todas las regiones dominicanas. 
Te proponemos algunos para empezar, muchos de ellos de fácil acceso y ubicados próximo a comunidades y centros ecoturísticos que facilitan la estancia y la seguridad.

Ríos y saltos en Monte Plata. El gran charco que se forma sobre el río Comate, a unos tres kilómetros de Bayaguana, sigue siendo el balneario más visitado de la región Este. ¿Te gustaría disfrutar otros puntos del famoso río? Pásalo de largo siguiendo la carretera Bayaguana-Sierra de Agua y descubre por qué sus orillas son, desde hace varios años, la meca de los campamentos de verano dominicanos. Una vez en el cruce Sierra de Agua-Hidalgos, pregunta cómo se llega al Salto Alto (no confundir con un balneario del mismo nombre ubicado cerca de la carretera) y disfruta de una de las cascadas más impresionantes de República Dominicana. 

Saltos de Jima. Las Pozas de la Reina, en Bonao, han hecho del río Jima un destino popular muy visitado todo el año. En verano, prefiérelas para recorrer sus senderos en familia, respirar aire puro y sentir la frescura de las aguas en sus saltos, pequeños embalses y discretos rápidos que discurren entre piedras. Están ubicadas al sur de la presa de Rincón, en la comunidad Charco Prieto, a la que se accede desde la autopista Duarte.


La Ballena, San Juan. Si sientes que te falta el aire luego de recorrer a pie, durante unas ocho horas, 18.6 kilómetros desde La Ciénaga de Manabao (La Vega) hasta el Valle del Tetero (San Juan), el balneario La Ballena y sus aguas frías como hielo te darán la bienvenida a uno de los valles intramontanos favoritos de los senderistas dominicanos. Es la opción más alta, a unos 1,562 metros sobre el nivel del mar. 

La Cortina. ¿Te apetece un baño en aguas tan frías que taladran el cuerpo cargadas, a la vez, de buena suerte? Entonces párate unos minutos en La Cortina, un balneario a orillas de la carretera que comunica Manabao y Jarabacoa. Tienes dos opciones: bañarse bajo las aguas siempre limpias de la cortina, o en la piscina que recoge sus aguas.

Artibonito. En la zona fronteriza, la recomendación se encuentra a ambos lados de la carretera que lleva hasta la comunidad de Río Limpio, al norte de Elías Piña: las siempre frías y limpias aguas del río Artibonito, el más largo de La Española.

La Boca. ¿Aguas dulces y frías muy cerca de la playa? Las encuentras en Arroyo Salado (Cabrera, María Trinidad Sánchez), justo antes de su desembocadura en el Atlántico. Las aguas del balneario, conocido como La Boca, son perfectas para el disfrute de grandes y pequeños.


Manabao es un pueblito de ensueño. A 23 kilómetros del centro de Jarabacoa, muchos charcos se forman sobre el río Yaque del Norte y los arroyos Grande y Dajao que lo convierten en un atractivo destino veraniego. Las pozas tienen diferentes niveles de profundidad, incluyendo charquitos entre piedras ideales para los niños a la altura de La Ciénaga, la comunidad desde donde salen los excursionistas a conquistar la cima del pico Duarte o el valle del Tetero.

Jamao y Blanco. En los alrededores del proyecto ecoturístico Sereno de la Montaña, en la provincia Espaillat, los ríos Blanco y Jamao son una refrescante opción para explorar tupidas riberas y corrientes de todos los tamaños, con ofertas para recorrerlas en tubo o kayak.

La Zurza. Este frío manantial ubicado al oeste de la comunidad Vengan a Ver, en la provincia Independencia, te gustará si estás de paseo por el Suroeste y prefieres balnearios menos frecuentados que Las Barías y Boca de Cachón. Está a pocos metros de la carretera que comunica Jimaní y Duvergé.

14/7/16

La costa “parda” de Jaquimeyes

El municipio barahonero tiene una hermosa línea de costa, de unos 22 kilómetros, frente a la bahía de Neiba. A su costado oeste, su único distrito municipal: Palo Alto.
El semicírculo de la bahía lo comparte hacia el suroeste con los distritos municipales Pescadería (Fundación) y Villa Central (Barahona). Entre Pescadería y Palo Alto desemboca el Yaque del Sur y al este de V. Central se encuentra el aeropuerto internacional María Montez.
En julio de 2004, cuando fue elevado de distrito municipal a municipio, la Cámara de Diputados destacó que Jaquimeyes poseía entonces “unas 20,000 tareas cultivables y una producción que sobrepasa las 80,000 unidades de plátanos, 25,000 racimos de guineo y 40,000 unidades de coco anualmente y produce además yuca, habichuela, maíz, ajíes, berenjena, auyama y cilantro, entre otros”.


Pero Jaquimeyes no es muy famoso por sus paisajes agrícolas y costeros, que digamos, sino por las revueltas por reivindicación de obras sociales que suceden a menudo en su centro urbano, partido en dos por la carretera Sánchez en el tramo que une Azua y Barahona.
Y sí que tiene una franja costera digna de explorar. Una franja que en el extremo este se junta con la loma El Curro y la sierra Martín García, separándolo de Azua; mientras el otro es una larga playa de arena entre gris y blanco pardo que ofrece lindos contrastes al unirse a los colores intensos del Caribe barahonero, al verde oscuro de la desembocadura del Yaque del Sur, al verde claro de los matorrales del bosque seco de la zona y al marrón de las salinas de Puerto Alejandro. 


Luego de playa Andina, frente a El Curro, la arena se torna más blanca y los colores se intensifican.
Y entre la carretera y la línea de agua: verdes plantaciones, el salado de los Cucuses, el manglar Atravesado, El Puertecito, los humedales del río y las aguas claras de la Laguna de la Sierra.
Toda esta costa que une Jaquimeyes, Pescadería y Villa Central forma parte del Refugio de Vida Humedales del Bajo Yaque del Sur. Una zona perfecta para hacer senderismo y dejarse llevar...

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P.D. Me cuenta don Tomás Aquino Méndez, jefe de información de Listín Diario, oriundo de Tamayo, que para finales de los años 70 los muchachos de su pueblo solían bajar temprano en la mañana hasta la playa de Jaquimeyes para recoger cangrejos. Y que había tantos para entonces que solían llenar sacos con estos crustáceos en una sola jornada. ¿Qué hacían con ellos? "Nos los comíamos", dice Aquino.
 Puerto Alejandro, en Jaquimeyes.




Puerto Alejandro
Salinas