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28/3/08

Faltan tres días...

Antes de que lleguen abril y los framboyanes algunos puntos de la ciudad se llenan de carolinas, con sus largos pétalos –realmente varillitas- de color rosa que no duran dos días en la mata. Son tan lindas que por eso duran poco: porque las cosas “lindas” duran poco. Por eso. Digo yo. La primera vez que vi una fue en un campamento en Hainamosa –time ago- cuando esa parte de Santo Domingo Oriental era un monte digno de visitarse con la misma pasión que se iba a los campamentos de Jarabacoa o Constanza. Me pasé la tarde entera acariciándola y pasándomela por los brazos y la cara. Volví a ver otra años después en el Jardín Botánico, y como una no va todo el tiempo al JB pensé que estaban en peligro de extinción, hasta que me fijé que el boulevar de la avenida Quinto Centenario está lleno de ellas, y que es en marzo cuando florecen. Y entonces las espero así como espero abril y los framboyanes. Yolan dice que si alguien no quiere recoger basura el año entero que siembre carolinas. Es curioso, la mata se llena de flores cuando bota las hojas. De hecho –dice M. I. Soldevila que no se dice mata, pero en fin-, la mata no dice nada antes de que empiecen a formarse los toconcitos de donde saldrán las flores. ¡Hurra por ella!, porque luego llegan los capullos que, al abrirse, hacen que, de vez en cuando, una piense que realmente existe una fuerza poderosa –allá arriba- que dotó la tierra de hermosas formas.

1 comentario:

Yulendys Jorge dijo...

Este es el espacio más refrescante que conozco hasta ahora. Tu prosa, tus paisajes, porque los haces tuyos tan pronto dotas de palabras, o nombras con tu lírica esos detalles que afanosamente intentan atraer nuestras miradas escurridizas y ciegas por el afán de lo pedeceredo...